EL CABECICUBO: REALITIES, DOCUS, SERIES Y... TV

Werner Herzog analiza diferentes escenarios postapocalípticos por culpa de Internet

El documental 'Lo and Behold, Reveries of the Connected World' abarca demasiados asuntos sin aportar nada realmente relevante sobre ellos

10/12/2016 - 

VALENCIA. El esperado documental de Werner Herzog sobre internet no ha resultado en absoluto sorprendente. Tenemos ya el culo pelao de ver reportajes en esta línea. Empezando por el programa de Iñaki Gabilondo en #0 de Movistar, 'Cuando yo no esté'; la serie sobre el lado oscuro de las redes, 'Dark Net'; o también 'Love child' el que contaba la historia completa y contextualizada de la pareja coreana a la que se le murió su hijo mientras jugaban a un videojuego; el excelente 'Vivre dans L´Espace', sobre cómo y cuándo podremos largarnos de este planeta;  o 'Cuarto Milenio Zoom', que llegó con un mensaje muy parecido que se puede resumir en ¡vamos todos a morir! 

No sabe uno cómo entender lo que nos muestra Herzog en 'Lo and Behold, Reveries of the Connected World'. Con solo escuchar su voz, que a veces parece que está de cachondeo, y ese toque que le da poco serio, a veces irreverente, deja la sensación de que ha querido tomarse este mundo tecnológico que nos rodea un poco a chufla, desdramatizándolo con el empleo de la psicología inversa. Por el contrario, puede que el docu le ha quedado deslavazado, que no conduce a nada. Una castaña, que a todos puede pasarnos.  

Que ya hayamos visto en otras partes, tenemos de todo. Primero, los adictos a internet. Saca a dos chavales en una granja de rehabilitación en mitad del campo para entrevistarlos. Uno cuenta que se pasaba todo el día jugando, bebiendo, jugando borracho y masturbándose continuamente con el dichoso porno de internet. Por eso quiso poner fin a su vida bebiendo hasta la muerte. No lo logró y ahí estaba el chaval curándose. Lo mismo que una chica que no podía hablar de los detalles de los juegos a lo que se enganchó porque eso podría devolverla el síndrome de abstinencia. Conclusión: internet es como la heroína.

También vemos a una familia que ha perdido a su hija. Esta gente aparece porque uno de los enfermeros que acudió al accidente fotografió el cadáver decapitado de la niña y subió la foto a internet. Se hizo viral y alguien, que odiaría a la familia, se la estuvo enviando recurrentemente al padre por email. Conclusión: internet es el mal. De hecho, así lo dicen, literalmente. Y Herzog podría aplicarse el cuento porque se pone a hacer encuadres y cuidar la fotografía con este matrimonio y sus hijas de una forma muy indecente. Recordemos que Grizzly Man, su aclamada gran obra documental, no era más que la presentación polite de los vídeos caseros de un pobre loco para que todo el planeta pudiera reírse de él y de que, ja, ja, había muerto haciendo el tonto. 

No faltan tampoco los electrosensibles, que para más sorna salen tocando el banjo. Herzog se desplaza a una comunidad rural creada ad hoc para dar refugio a estos enfermos. Una confiesa que antes de ir allí estaba viviendo en una caja, una jaula de Faraday. Conclusión: internet mata. 

El apocalipsis por a o por b

Y luego van llegando las formas de las que se va a acabar el mundo por culpa de internet. Por ejemplo, un experto dice que un hacker o grupo de piratas puede falsificar los registros del mercado de valores, hacer que caigan los precios y que la gente pierda la confianza en el sistema, que se deslomaría. 

Otra posibilidad es la del destello solar, de la que ya han hablado compañías de seguros en YouTube. Por este fenómeno la tecnología dejaría de funcionar y eso nos llevaría, sí, lo ha adivinado: a la muerte. 

Como prueba, Herzog rescata vídeos de una tormenta en Nueva York en la que se fue la luz en toda la ciudad, dejó de funcionar todo, y como dicen los del vídeo "la cosa se pone fea en los barrios". Pero nada más. En todo caso, en el documental se asegura que si Internet dejase de funcionar moriríamos todos de nuevo porque toda la logística del mundo depende de la red.

Estamos en una guerra, pero invisible

Luego también vivimos en un escenario de guerra invisible. La lucha de las autoridades contra los hackers y los servicios secretos tecnológicos de otros países se está librando continuamente. En una entrevista a Kevin Mitnick, presentado como el primer hacker, el hombre cuenta que a él le prohibieron utilizar cualquier tipo de teléfono en prisión porque, según le dijo el fiscal al juez, llamando a un servidor y silbando podría lanzar misiles nucleares. Y ese letrado malgastando su vida entre togas cuando podría ser guionista de HBO e ir por ahí con camisas de flores triunfando en la vida. 

Hay que irse del planeta: ahora o nunca

Elon Musk, el millonario creador de PayPal, es entrevistado en su fábrica de cohetes, desde donde piensa poner en marcha la tecnología que permita que instalemos colonias en otros planetas. Su teoría es que, ahora que podemos, que no ha colapsado el planeta y funciona bien toda la tecnología, deberíamos aprovechar para ir largándonos. La astrónoma Lucianne Walkowicz, tatuada a lo Josef Ajram, replica que ni de coña. Que lo de las colonias no están fácil, que como se vaya al garete el planeta ciudades del espacio tampoco habrá. "Hasta la balsa de un naufrago necesita amarrarse en algún lado", dice. 

Lo que sí va a pasar es que seremos más tontos

También se habla de inteligencia artificial y los robots, aparece un científico que está diseñando un equipo de fútbol que, calcula, en 2050 podrá vencer a uno humano. Desde luego, los robotines que ha creado juegan de lo lindo. Pero las palabras más interesantes las pronuncia Leonard Kleinrock, quien explica el origen de Internet y el primer servidor. 

Este profesor dice que el problema que le ve al desarrollo tecnológico en el que estamos inmersos es que el razonamiento analítico se está perdiendo en los humanos. Así como el razonamiento imaginativo. Los ordenadores, sostiene, son los perores enemigos del razonamiento profundo en los humanos: "La juventud hoy usa máquinas para básicamente reemplazar las cosas que están observando, no entienden lo que están viendo, qué están escuchando o qué están aprendiendo, dependen de que Internet les diga y descifre por ellos lo que ven, miran números en vez de ideas, no logran comprender los conceptos y es un problema". Y es aquí, en esta entrevista, cuando Herzog consigue que pensemos un poco. Con la demás fanfarria asutaviejas ya nos tienen aburridos por tierra, mar y aire.