Secuestros ilegales, torturas o incluso la muerte. Es lo que se encontraron de pronto, a partir de diciembre de 2016, los ciudadanos chechenos, por el mero hecho o sospecha de ser gays, lesbianas o trans. El documental acompaña a algunas víctimas escondidas en refugios que huyen del país gracias al activismo del colectivo LGTBI en Moscú. Las caras de sus protagonistas han sido modificadas digitalmente, para ocultar su identidad, en un relato desgarrador
VALÈNCIA. “No tiene sentido, no tenemos esa clase de gente aquí, no hay gays, y si los hubiese, se los pueden llevar a todos a Canadá, lejos de aquí. Son demonios, ‘subhumanos’”. Esta fue la respuesta que dio en 2017 Razmán Kadyrov, presidente de la República de Chechenia al presentador del programa HBO Real Sports, David Scott, cuando este le preguntó durante una entrevista sobre el secuestro y las torturas a miembros del colectivo LGTBI durante su mandato en la República de Chechenia, perteneciente a la Federación Rusa. El presidente se rió delante de cámara en varias ocasiones al escuchar las preguntas del presentador norteamericano: “Ahora ya sabemos por qué vinieron aquí”, ironizaba.
La entrevista, emitida hace tres años en Estados Unidos, vuelve a estar de actualidad al incluirse algunos extractos en Welcome to Chechnya, esta obra ganadora a mejor montaje documental en el Festival de Sundance y premio del público como mejor documental en el Festival de Berlín. El pasado 30 de junio el canal estadounidense HBO lo emitió para sus suscriptores, y días después pudo verse en Gran Bretaña (BBC e iPlayer), además de Francia. En España se espera que esté disponible en salas de cine la próxima primavera y posteriormente en alguna plataforma on demand.
“El Kremlin asegura que las acusaciones sobre la persecución de chechenos gays son infundadas”, dice una presentadora en un informativo televisivo ruso. “Hoy, el portavoz de Vladimir Putin aclaró que el Kremlin no tiene ninguna razón para dudar de las palabras de Kadyrov”. Lo que ocurrió en Chechenia durante aquellos meses, entre diciembre del 2016 y mediados de 2017, quedaba así sin resolverse. Sin personas identificables que salieran a la luz, no había caso para ningún tribunal.
“Estuvieron golpeándome con porras cada diez minutos. Irrumpían en la celda gritándome que era gay y que personas como yo deberíamos ser asesinados. Solo pido una cosa: justicia”. Maxim Lapunov es la única persona que ha denunciado los hechos ante la prensa y el comité contra la tortura en Rusia. Salió de aquella prisión, pestilente y encharcada de sangre, gateando literalmente.
Cuando Maxim hizo estas declaraciones ante los medios, llevaba escondido seis meses. Fue en octubre del 2017, con luz y taquígrafos, acompañado por un grupo de abogados, ONGs y activistas LGTBI, además de la prensa. Es la única víctima que ha desvelado su identidad ante los medios y el gobierno ruso gracias a la “suerte” de no ser checheno. Es originario de Siberia, y, por tanto, no tiene familiares o amigos en Chechenia que puedan sufrir las consecuencias de su denuncia pública. Aún así, su novio y familia fueron escondidos previamente en un lugar seguro, gracias al grupo de activistas. Toda su agonizante huida la vivimos con ellos minuto a minuto durante el documental. “Eres mi héroe”, le dice su novio justo cuando el avión, que les sacaría del país, despega. Desde entonces Maxim Lapunov se ha convertido en un símbolo contra la caza indiscriminada del colectivo y está a la espera de que su caso sea revisado por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos tras ser desestimado por la justicia rusa.
“Imagínate en pleno siglo XXI, que simplemente por ser homosexual eres torturado o asesinado, donde se insta a las familias de estas personas a matar a sus hijos y hermanos. Parece irreal”. Pero no lo es. Lo explica David Isteev, Coordinador en The Russian LGBT Network, y uno de los activistas más implicados en sacar a las víctimas de Rusia. Todo comenzó en el invierno de 2016-2017, durante una redada. Cuando la policía chechena requisó el móvil de uno de los detenidos, encontraron fotos explícitamente gays. Ocurrieron entonces detenciones hasta en plena calle. Los jóvenes amantes eran sacados de sus coches para ser golpeados y que se inculpasen entre ellos o delatasen a otro. Algunas grabaciones domésticas, exhibidas en el documental, así lo demuestran. Somos testigos incluso de una violación y un asesinato espeluznantes.
Desde que empezaron a multiplicarse los desaparecidos, David, junto a Olga Baranova, directora en Moscú de las iniciativas para el colectivo LGTBI, se coordinaron con otras ONGs del mundo para sacar del país a este colectivo perseguido todavía hoy por el gobierno checheno. Se ocupan de gestionar la petición de visados a países como Canadá. Recaudan dinero para mantenerles ocultos en refugios en Moscú hasta que logran el visado. El último paso es pagarles un billete de avión para irse a otro lugar donde sean acogidos como seres humanos con derechos. “Las primeras dos semanas sacamos del país a quince”. A lo largo de dos años han coordinado más de ciento cincuenta fugas. Han desaparecido cuarenta mil.
En Welcome to Chechnya conocemos a un grupo de jóvenes que se esconden en Moscú a la espera de encontrar un país que les acoja. Sus caras han sido tratadas digitalmente mediante inteligencia artificial, sus voces han sido dobladas y sus nombres son inventados. Algunos pasan únicamente dos semanas en estos refugios, otros tienen que esperar hasta seis meses. Hay quien no llega al final del camino.
“No quería hacer este film con los personajes en siluetas, con voces mecanizadas, ni quería difuminar sus caras, quería vivir la experiencia de cómo eran sus vidas y cómo eran capaces de salir adelante pese a su dramática situación”, explica su director, David France, nominado a un Oscar en 2012 por el documental Cómo sobrevivir a una epidemia. “Les pedí no grabarles a base de sombras, pero les aseguré que buscaría una forma de solucionarlo que cubriera sus caras pero que permitiera a la audiencia ver sus sentimientos reflejados en estas caras fabricadas”.
Decenas de personas voluntarias han ofrecido sus rostros para que mediante inteligencia artificial se realizara un deepfake, la técnica digital que superpone los rostros de estos voluntarios y los sustituye en las caras de los protagonistas. Como otros elementos narrativos, se han utilizado cámaras ocultas y grabaciones realizadas con móviles, además del seguimiento por cámaras profesionales.
Un documental más que necesario, que debe ser divulgado lo antes posible en España para dar a conocer la purga gay más brutal realizada en pleno siglo XXI.
David Chase ha concedido una entrevista de dos horas y media para explicar cómo concebió y desarrolló Los Soprano. Sorprendentemente, mucho fue fruto de la casualidad y de ir adaptando la idea original, un productor de televisión tiene problemas con su madre autoritaria, al gusto de los inversores. Posiblemente, su paso por Doctor en Alaska como productor ejecutivo y guionista sirvió para que aprendiera la idea de reflexionar filosóficamente sobre la vida en televisión, solo que en Los Soprano lo hizo sin optimismo