ALICANTE. La formación Vox ha decidido que ya era el momento de exhibir los rostros que figurarán en los carteles electorales del próximo 28-A. Para ello, este viernes, ha elegido un conocido restaurante de Alicante, para hacer su puesta en escena, a la que acudieron unas 500 personas, entre cargos y simpatizantes, muchos de ellos, llegados de otras provincias limítrofes. Y así, el acto fue una demostración de cómo le ha cambiado la vida al partido conservador que lidera Santiago Abascal: de ser unos cuantos a ser muchos, gracias a su irrupción en Andalucía y a las expectativas que le conceden las encuestas en la mayoría de las instituciones.
Pero, ¿y el mensaje? Si alguien -que no era la mayoría del público- esperaba una batería de medidas sobre qué defenderá Vox en las Cortes Valencianas o que inversiones exigirá para la provincia de Alicante, nada de eso. Vox es un estado de ánimo, y un manual de ideas básicas que se repiten hasta la saciedad. Los cinco intervinientes en el acto así lo pusieron de manifiesto, eso sí, cada uno con diferente estilo: de la sobriedad y contundencia de David García Gomis, el número dos a las Cortes, al dicharachero candidato al Congreso, el general Manuel Mestre Barea, que bien parece -por su manera de actuar, aunque ahora sin bigote- al televisivo presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla. Pero todo acaba de igual forma: gritos apasionados de !Viva España!; críticas feroces a separatistas, nacionalistas y golpistas y anuncios de derogación de la Ley de Violencia de Género y la Ley de Memoria Histórica. No hay mucho más. No hay grises.
Sólo el candidato al Senado, Pascual Moxica, ex concejal del PP de Elche, fue un poco más allá e intentó desgranar varias ideas de un hipotético programa electoral. Moxica, con un discurso más propio de un demócrata cristiano clásico, habló de recortar el gasto público; de acabar con las designaciones a dedo; de implantar una tarjeta sanitaria común para todos; de implantar políticas en favor de la familia y que favorezcan la conciliación familiar, de elaborar un nuevo Plan Hidrológico Nacional solidario; de reducir la fiscalidad -con un tipo único de IRPF en ingresos fijado en 60.000 euros anuales- y de bonificar a empresas que reinviertan los beneficios en la propia sociedad parar crear más empleo o facilitar nuevas inversiones. Moxica, incluso, habló de fomentar políticas que faciliten el suelo urbanizable y que respeten el medio ambiente. El hombre acabó exhausto después del torrente de ideas lanzado y con obligado ¡Viva España!.
Con anterioridad, tanto la candidata a las Cortes, Ana Vega, como su segundo, David García Gomis, habían dejado claro cuál era el sello y el papel que debe desempeñar Vox. Así, Vega -la nueva presidenta de gestora del partido- dijo que se afilió a Vox tras el atentado de Barcelona y el "golpe de Estado" de los separatistas catalanes. Se presentó como integrante, y con orgullo, del Movimiento Femidisidente, contra la "persecución de las feministas y en favor del artículo 7 de la Constitución que proclama la igualdad de hombres y mujeres. "Lucharé contra el feminismo radical, supremacista, defenderé la unidad de España, la igualdad de los españoles, la libertad educativa y al más débil, el no nacido; queremos acabar con las leyes de la Memoria Histórica, las ayudas a los partidos políticos. Por ello, hay que votar sin miedo; el voto útil es el de Vox", proclamó Vega ante el aplauso de los asistentes.
Su compañero, David García Gomis, hizo subir los decibelios del local. Sin tapujos. "Con Vox otra política es posible; acabaremos con nacionalistas, golpistas, contra el buenismo de PP y PSOE, con el despilfarro de las 17 autonomías; ya está bien de que existan 17 reinos de taifas", dijo que el candidato llamado a ocupar un escaño en el Parlamento autonómico de la Comunitat Valenciana. García Gomis también "tuvo palabras para la veleta naranja; la derecha cobarde y los ofendiditos: Vox no cambia el discurso, dice los mismo en todas las ciudades; todos somos iguales; ¡España grande, otra vez!", concluyó al más puro estilo de los años de la Transición.
Y ha cerrado el turno de intervenciones, el candidato al Congreso de los Diputados, Manuel Maestre Barea. Tras el subidón de adrenalina generado entre el respetable con la agitación de García Gomis y el sosiego de Gerardo Carretero Fernández, llegó el momento del general. Maestre Barea fue recibido como tal, como un general, con un estruendoso ¡viva! y una bandera (constitucional) rojigualda bajo el brazo, que enseguida puso sobre una mesa. Maestre no quiso hablar desde el atril. Lo hizo con micrófono en mano y moviéndose como un presentador de televisión sobre un plató. Incluso, rebajando el tono del acto, con anécdotas, chascarrillos, y alguna píldora de humor (que en otro foro podría incluso generar tiricias).
El general del Ejército del Aire, ya jubilado, desveló su biografía: desde su Murada natal, hasta su juventud en Alicante y posterior ingreso en el Ejército. Dijo haberse afiliado a Vox por imperativo moral, para luchar contra aquellos que se limpian los mocos en la bandera y para protagonizar la misma reacción que tuvo el pueblo español ante los intentos de dominio de Bonaparte, para ser testigo de una historia de héroes y villanos, en el que la patria está en peligro y el pueblo español debe ser de nuevo el héroe ante los villanos", que vendrían a ser los golpistas, separatistas y nacionalistas, según sus palabras. 'A por ellos!, acabó Mestre Barea. Y como es habitual en los actos de Vox, todos en pie, algunos con la mano en el pecho, para escuchar el himno de España.