VALÈNCIA. El estudio de Dani está a oscuras. Huele a incienso. Puede que sea pachuli. En la pantalla más grande de la colección de dispositivos que tiene sobre el escritorio, está abierto Instagram. La red social ocupa 50 pulgadas. 110,7 por 62,3 centímetros de egos, selfies, demostraciones de una vida perfecta, sin ansiedad, sin inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina —antidepresivos—, con éxito laboral y creativo. Además de cables y cacharrería para hacer música, hay un prospecto de Rivotril, un medicamento que contiene clonazepam como ingrediente activo. “Me ayuda a concentrarme más, no me afecta en mi trabajo, como mucho estoy más dormidito, más tranquilo”. Dani es Daniel Berenguer, que es Bearoid, el músico y productor valenciano que arranca la conversación declarando que tiene ansiedad. “Tengo ansiedad crónica. Hace poco empecé a ir al psiquiatra. También he ido a terapeutas, pero quería medicina. ¿Tiene que ver la ansiedad con mi estilo de vida? Sí, pero con el tiempo te das cuenta de qué significa ansiedad, que viene de más lejos. De pequeño ya tenía. En 2017, cuando más triunfaba, era cuando más sufría. Mis ansiedades son sobre todo el tema del éxito, y cómo eso te afecta a la hora de componer ”.
“Tuve un período de ansiedad muy marcado. Cuando terminé la carrera, era como un muro y cada vez que tenía que hacer el portfolio no me salía nada. Me daban mucho miedo las posibles críticas del porfolio. Fue cuando empecé a ir al psicólogo, porque no era capaz de crear nada. Sigo yendo a terapia, llevo más de un año y medio”. Quien habla es Clara (nombre ficticio, no ha querido aparecer con el suyo por posibles repercusiones laborales y temores propios). Clara es diseñadora gráfica, tiene 28 años. “La ansiedad aparece cuando me piden un trabajo creativo. Automáticamente pienso en lo malo. Quiero hacerlo, estoy súper motivada, me alegra que hayan pensado en mí, pero me salen los miedos. Pensamientos anticipatorios de lo malo”.
Daniel verbaliza un cuadro de ansiedad: “A nivel físico, siento opresión en el pecho, hombros y cuello. A nivel total, angustia y falta de respiración, como si no tuvieras espacio. A nivel mental, vacío más que tristeza. La ansiedad es un mecanismo de huída. Estás expuesto a la adrenalina constantemente. El cortisol inunda tu cuerpo y lo que era un mecanismo de defensa, se convierte en un mecanismo de destrucción, no puedes dormir. Como no puedes dormir, generas más cortisol. Se dan pequeños fallos en el o cuerpo. Esta adrenalina era para luchar o combatir contra los monstruos que estaban en la selva, pero ahora los ponemos en nuestra cabeza. Tenemos que encontrar nuestro propio enemigo. No diría que es tanto ser artista como ser autónomo. Eres tu propio jefe, no tienes un enemigo a quien odiar. Acabas teniendo el monstruo cenando contigo todos los días. El creador de los problemas no desaparece al fichar”.
Para la psicóloga Paula Costa, esto de la creatividad y la ansiedad puede provenir de que “Hay gente ansiosa, y luego hay artistas que pueden tener ansiedad. Creo que el proceso creativo también puede tender a desarrollar ansiedad. Quizás no surge del proceso creativo, sino de la falta de ideas, del apagón. ¿Qué es bloquearte? ¿La página en blanco o definir que estás en blanco? Yo, cuando estoy bloqueada, no me siento bloqueada. Lo admito, y así puedo saltarlo”.
La terapeuta señala la relación entre perfeccionismo, autoestima y sabotaje: “El perfeccionismo está diciéndote: esto no está lo suficientemente bien, no lo van a valorar. Estás pensando en la mirada ajena. La autoestima son pensamientos anticipatorios negativos, que no va a gustar el trabajo creativo. Y ahí aparece el autosabotaje, que impide incluso que el proyecto vea la luz”.
“Me encantaría tener un botón mágico y poder deshacer la existencia de las redes sociales. Yo sólo utilizo Instagram. Jamás usé Twitter y dejé, felizmente, Facebook en 2018. Apenas uso WhatsApp (lo justo y necesario) y a los grupos en los que me meten no les hago ni caso. Tengo todas las notificaciones desactivadas y el móvil sin sonido. La pandemia no ha supuesto ningún cambio en ese sentido. Todo lo malo, todo lo que nos deja los cerebros licuados ya existía mucho antes”. “Tengo ansiedad algunas veces por mi trabajo. Si tengo que mencionar algo que las detone, al final son las redes sociales. Estamos todos super enganchados. Toda la masificación de información, esa competición por crear contenido, a mí me bloquea muchísimo”. “Qué cantidad de estímulos. Enseñamos quienes somos por las redes sociales, como que si lo haces mal, eres invisible. La lucha es por ser visible”. Estas tres declaraciones vienen de tres personas con edades comprendidas entre los 28 y los 46. No son las únicas. La mayor parte de las personas entrevistadas para este reportaje coinciden en que en las redes sociales ven un El Dorado, una leyenda de creatividad desbordante que no ocurre en su caso.
Costa considera que las redes “Influyen por la presión de sentir que hay que crear tanto como la gente muestra y por la competitividad de ‘yo no estoy creando tanto’. O comparación. Además, hay autoengaño. Crees que estás visitando Instagram para nutrirte, inspirarte o ver qué hacen otras personas, y en realidad estás perdiendo el tiempo, procrastinando”.
La metáfora mitológica del ave fénix es socorrida. Un animal que es fuego y combustión, que surge de las cenizas convertido en una nueva criatura. Sais, músico de la ya extinguida Jupiter Lion, ha tenido varios episodios así. “Hubo un momento de crisis en el que casi vendo todo el equipo. Fue antes de sacar el primer álbum. No lo veía, había invertido todo mi dinero y tiempo en intentar hacer un proyecto y llegar a una visión que tenía en mente, pero no sabía materializarla, no me veía capaz. También fue una época turbulenta sentimentalmente. Una vez repuesto de ahí, fue una explosión de creatividad. Tocar fondo y despegar. Me ha pasado varias veces. Es un poco tópico”.
José (nombre ficticio) es creativo publicitario y CEO en una conocida agencia de València. Para él, “el bloqueo es ya muy muy largo. Y aunque sé que todo lo que ya he comentado es determinante, intuyo que hay más donde rascar. Y por eso siempre es recomendable la ayuda externa. Llevar ya 30 años de profesión —no soy tan viejo, tengo 46—, ayuda a que pueda resolver con cierta dignidad cualquier encargo creativo. Y los clientes quedan satisfechos. Y la vida sigue. Pero el supuesto brillo de hace años noto que está diluido. Es posible —espero, más bien— que haya ganado en otras cosas”.
Inma Carpena es diseñadora, ilustradora y ceramista. Como otras tantas personas creativas, ha tenido bloqueos. “Son cíclicos para mí, es parte del proceso. También he tenido bloqueos más largos, cuando ha habido algún episodio de pareja dificultoso. Soy una persona muy sensible, y depende de cómo esté con mi entorno. Las relaciones sociales me influyen mucho y me olvido de mí, me abandono de alguna manera para ayudar a los demás, ahí es donde surge el bloqueo”.
“La precariedad del arte hace que tengamos que tener pie y medio en otras cosas para poder sobrevivir, y eso hace que trabajes no solo como productor, sino como músico, técnicos de directo, de radio o de lo que sea. Eso hace que el esfuerzo sea mayor y los bloqueos habituales”. Blai Antoni Vañó es productor, técnico de sonido y músico en formaciones como Joe Pask, Els Jóvens o Andreu Valor.
Sais afirma que el problema económico influye esto en los procesos creativos. En Francia hay una cobertura para los tiempos entre gira y gira, no tienen esa presión de tener e ir rápido para salir a dar conciertos. Además, cuando ya estás embarcado en la nave de girar y ganar un dinero, tienes esa expectativa, entras en un ruedo del que es difícil salir”.
Estas técnicas son meros consejos que en algunos casos sirven y en otros no. No hay una fórmula exacta replicable universalmente para todas las personas que atraviesan episodios de ansiedad. Si esta es continuada, solicitar ayuda a un profesional es esencial para superar la situación y también, ahondar en la dermis, donde pueden haber otras problemáticas que faciliten la aparición de la ansiedad y los bloqueos.
Otro nombre ficticio, Blanca, redactora publicitaria. Las personas que trabajan en agencias se mostraron reticentes a emplear sus nombres reales para hablar sobre creatividad y malestar emocional. Durante un tiempo, vivió un proceso creativo angustioso en el que pensaba que no iba a estar al nivel que había alcanzado. “La ansiedad aparece cuando tengo muchos proyectos. Siento que no voy a poder tener el control sobre todos. Cuando me pasa, también pienso que si le dedicara más horas estaría mejor, pero el problema es que no dispongo de esas horas. Mis técnicas para salir de ellos son respirar, ponerme podcast, ver documentales de comida o la última... ponerme a trabajar, que es una manera de mierda de quitarme peso mental de todo lo que tengo que hacer”.
“Sufro de ansiedad en casi todos los proyectos. Generalmente aparecen cuando no logro dedicarle el tiempo suficiente a cada uno”. Con Berch Kotogian, diseñador freelance, el patrón se repite. Para salir del episodio de ansiedad, hace lo siguiente: “Ordenarme es la primera solución, cuando ya no funciona intento distraerme un poco del proyecto, salir de casa, quedar con amigos en un café o ir un rato a un parque. En los casos en que la ansiedad es más fuerte intento relajarme con técnicas de respiración y dejar de trabajar durante el resto del día”. La ilustradora Sabina Alcaraz coincide: “Si en el proceso no me sale, es cambiar totalmente de actividad. Salir del espacio donde trabajo, o hacer cosas que no tengan nada que ver. Cuando desconectas vienen las ideas y las soluciones. Hacer otras actividades como deporte”.
Paula Costa recomienda “Vivir algo fuera del contexto, romper con la línea de pensamientos. Hemos olvidado algo tan básico como que la información termina de asentarse en la cabeza cuando dormimos y descansamos, o cuando dejamos de pensar en esto. Cuando trabajas en algo que te gusta sin sentir presión, hay un estado que se llama el flow, es entrar en flujo, estar consciente de lo que estás haciendo. En ese momento, nada tiene más sentido que lo que estás creando, cobra todo el sentido de ese momento. Es lo que hace que no te bloquees”. Dar con esa fluidez debería ser el estado creativo, si no, hay que pegar el volantazo hacia otra actividad. Según Paula, el ejercicio estriba en saber deshacerse de una idea inicial, quererla, ver hasta dónde puede llegar pero, si no funciona, desecharla. “No hay que enamorarse de las ideas”. El mito del amor romántico guarda ciertos paralelismos con la idealización del proceso creativo. Igual hay que declararle la guerra.