VALÈNCIA. El conseller de Hacienda e histórico dirigente del PSPV, Vicent Soler (Rocafort, 1949), está atravesando un inicio de legislatura particularmente duro. Los recortes en las cuentas de este ejercicio, las deudas pendientes de pago por parte del Gobierno de España -también socialista- y la elaboración de los próximos presupuestos de la Generalitat han acelerado el desgaste de uno de los miembros más destacados del Consell de Ximo Puig.
Llueve sobre mojado. Pocos se atreven a admitirlo en público por el respeto y cariño que aglutina Soler, uno de los Diez de Alaquàs e historia viva del socialismo valenciano, pero ya hay quién se preguntó si el conseller debía de repetir al frente de una cartera tan exigente como Hacienda en la nueva legislatura.
Puig decidió seguir confiando en Soler y mantenerle como responsable autonómico. No solo eso, sino que también gozó de un puesto privilegiado en la candidatura a Les Corts Valencianes, si bien renunció al acta de diputado en los primeros compases de la legislatura para centrarse en la gestión de su conselleria.
La realidad es que Soler, a ojos de una parte de la opinión pública, transmite cierta sensación de verse sobrepasado por la situación. Su tradicional discurso revindicativo y con tintes nacionalistas se ha visto ahogado por el hecho de que el PSOE se encuentra gobernando -aunque sea en funciones- en Madrid. El exigente león con Mariano Rajoy parece haberse amansado desde que el Ministerio de Hacienda cayó en manos de su compañera de partido, María Jesús Montero.
Desde Madrid, el propio candidato socialista a repetir como presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, manifestó públicamente en València su intención de reforma el sistema de financiación en "los próximos cuatro años" sin que Soler respirara. El 'gambeteo' de Montero con las entregas a cuenta también fue defendido cual pretoriano por el conseller, quien se conformó con una promesa sobre la llegada de las entregas a cuenta pendientes del Ministerio en su reunión con la secretaria de Estado de Hacienda, Inés Bardón, a principios de septiembre.
Posiblemente, ni más ni menos de lo que le hubiera otorgado el PP en otros tiempos, cuando Soler era uno de los políticos valencianos más exigentes a la hora de reivindicar las necesidades imperiosas en la Comunitat Valenciana. En esta línea, el conseller acompañó a Puig en la reunión posterior con la ministra en la que el 'logro' fue el adelanto del extraFLA, un préstamo para poder hacer frente a los pagos a los proveedores de la Generalitat.
Unas posiciones que, no obstante, podrían ser incluso comprensibles por la siempre costosa y exigente lealtad al partido. No obstante, en estas últimas semanas, Soler ha tenido todavía más complicaciones de las que no ha terminado de salir airoso, empezando por los recortes presupuestarios del presente ejercicio que, a día de hoy, todavía no han sido detallados por el conseller.
Una información publicada en Las Provincias durante el verano, con el consiguiente enfado en el Consell de una filtración que puso en el punto de mira a diversos altos cargos, y que puso la presión mediática en las espaldas de Soler. A partir de ese momento, los intentos del conseller y su equipo por suavizar estos recortes terminológicamente y sustituirlos por "modificaciones de crédito" o "ajustes", han resultado inútiles, evidenciándose que durante la negociación de 2018 existió un exceso de permisividad o alegría injustificada a la hora de diseñar unas cuentas con un crecimiento del 9,9% que, ni de lejos, estaban justificadas en el apartado de ingresos.
Un problema que se ha visto agravado posteriormente por la gestión informativa de estos ajustes. El Botànic, que ha lucido la bandera de la transparencia desde su llegada en 2015 con la creación incluso de una conselleria para esa materia, no ha revelado los recortes de 365 millones de euros distribuidos en departamentos y, especialmente Hacienda, no ha hecho pública esta información pese a las reiteradas peticiones como mínimo de este medio.
Posiblemente la última oportunidad de Soler para dejar intacta su credibilidad política tuvo lugar en la Comisión de Economía, Hacienda y Presupuestos. Allí acudió el conseller a petición propia para explicar los ajustes, una cita que se saldó con la justificación concreta tan solo de 30 millones de los citados 365, lo que provocó las críticas de la oposición y también de buena parte de los medios de comunicación.
Así, y todavía sin conocer el detalle completo de los mencionados ajustes, Soler se enfrenta ahora a la recta final de la negociación de las cuentas de 2020. Unos presupuestos que, a tenor de diversas manifestaciones públicas del propio conseller, pretendía prorrogar o, al menos, mantener la posibilidad abierta a la espera de la decisión del presidente Puig. Sea una u otra, un nuevo motivo de desgaste para Soler, dado que la propia ministra Montero de visita en València días atrás instó al conseller a no prorrogar las cuentas y presentar los presupuestos en tiempo y forma.
Una serie de acontecimientos que ha conllevado un incremento de desgaste del histórico dirigente del PSPV, quien había logrado una cierta estabilidad durante la pasada legislatura que ahora parece derrumbarse. Para algunos, estos podrían ser los últimos presupuestos aprobados bajo su batuta; otros creen que se mantendrá para retirarse con honores cuando se logre la reforma del sistema de financiación y, algunos, simplemente piensan que se mantendrá toda la legislatura de nuevo.