MURCIA. Alumna, recitando: “La esperanza brota eternamente en el pecho humano: el hombre no es feliz, pero siempre es bendecido. El alma, inquieta y alejada de su hogar, reposa y se extiende en una vida por venir”
Profesora: ¿Y qué supones que Pope quiso decir con eso?
Alumna: La vida es una perra hasta que mueres.
La que así interpreta las palabras de Alexander Pope y, de paso, expresa con contundencia su propia visión del mundo es una estudiante de 17 años, muy inteligente, descarada y singular, que ejerce de detective privado en sus ratos libres. Es Veronica Mars y el diálogo corresponde a su episodio piloto, que apareció en 2004 sorprendiendo a propios y extraños.
Mucho más cercana a Phillip Marlowe que a Nancy Drew, Veronica Mars, cargada de ironía, incluso cinismo en ocasiones, y con un ácido sentido del humor, resolvía casos en Neptune, una imaginaria ciudad costera de California, cuya soleado clima escondía mucha oscuridad moral. Era una serie adolescente, de instituto, que retorcía y destruía todos los tópicos y características de ese tipo de ficciones mostrando el lado siniestro de una comunidad supuestamente próspera y feliz, pero construida sobre el clasismo, el sexismo y el racismo.
La mezcla de relato adolescente y juvenil con el género negro funcionó de maravilla porque primó la mirada del noir, con la historia narrada por la propia Veronica, como en los relatos clásicos de detectives. El arranque de la serie, en el episodio piloto, no deja lugar a dudas.
Exterior noche. Lluvia y neones. En el que está primer término leemos Camelot: no puede haber más ironía en el desajuste entre lo que ese nombre evoca y lo que vamos a ver en la serie. Es el nombre del motel donde se refugian hombres y mujeres casados con sus amantes y gente que necesita ocultarse. Tras una panorámica que muestra las siluetas de quienes ocupan las habitaciones y a alguien que va a por hielo, la cámara llega a un coche desde donde Veronica vigila el motel, con su cámara de fotos y sus libros del instituto. Un largo primer plano de la protagonista, mientras observa y espía. Perfecta descripción del personaje. Desde ahí, ese primer minuto, no hay duda posible sobre lo que vamos a ver: gente con secretos y una protagonista inusual que va a descubrirlos. Su mirada y su voz nos van a conducir durante todo el relato. Mientras vemos eso, oímos su voz en off, con la frase que abre la serie:
"Nunca me voy a casar. ¿Quieres una certeza? Bueno, ahí la tienes. Veronica Mars, solterona. Quiero decir, ¿de qué sirve? Claro que está el impulso primario inicial. Deshazte de él. Mejor aún, ignóralo. Más pronto o más tarde, la gente que amas te decepciona".
Toda una declaración de principios y, quizá, demasiada tralla para alguien tan joven y que, a lo mejor, ha visto demasiado. Resabiada, descarada, pero con un indudable sentido de la justicia en un mundo muy injusto, durante tres temporadas nos acompañó la joven Mars. Veronica se reveló como un personaje muy bien construido, que acabó ganando el cariño del público. Muy bien interpretado por Kristen Bell, desplegó toda su química con Enrico Colantonio, que encarnaba a su padre, el detective Keith Mars. La relación entre ambos, tan cómplice y bella, ha sido siempre uno de los puntos fuerte de la serie.
Veronica resolvió varios casos menores (siempre había uno por capítulo) y unos cuantos mayores, como el asesinato de su mejor amiga, que es el punto de partida de la serie, su propia violación y el asesinato múltiple del ataque a un autobús. Convertida en obra de culto y cosechando buenas críticas fue lamentablemente cancelada al final de la tercera temporada, pero sus seguidores, sus protagonistas y su creador, Rob Thomas nunca se rindieron. En 2013, Thomas y Bell iniciaron una recogida de fondos a través de Kickstarter para dar continuidad a Veronica Mars a través de una película. Consiguieron nada menos que 5,2 millones de dólares y la película se estrenó en 2014. Todo un fenómeno en el mundo de las series.
La película forma parte de la continuidad del relato, que ahora se retoma en una nueva temporada de ocho capítulos, que pueden verse en nuestro país a través de TNT. Y aunque los acontecimientos sucedidos en la película están integrados en lo que ahora se cuenta, una de sus virtudes es que puede ser vista y disfrutada aunque no se haya visto la serie ni el film. Y es que esta cuarta temporada consigue tener sentido por sí misma y no está concebida exclusivamente como alimento para los fans, por más que puedan alegrarse de reencontrar a los personajes.
Si algo tiene el buen género negro es una mirada crítica sobre la sociedad, una denuncia de la corrupción y la miseria moral. Ese es, sin duda, un punto de vista político. El sarcasmo o el cinismo del investigador son armas contra un mundo profundamente injusto y esa mirada es la que convirtió a Veronica Mars en una serie especial y más bien inesperada. En la base de todos los crímenes que Veronica resuelve, desde el primer capítulo, siempre está la desigualdad. Sexismo, racismo y clasismo están profundamente interiorizados en la comunidad y en sus habitantes, de modo que cualquier investigación que pretenda profundizar y descubrir la verdad los hará aflorar.
Desigualdades. A) De clase, central en la concepción de la serie y en el argumento. Neptune es una ciudad dividida entre ricos y pobres, entre explotadores y explotados, entre privilegiados y excluidos. Esto nunca se deja de lado. B) De género, puesto que, mucho antes que el me too, la violencia contra las mujeres y el sexismo son motores de la historia y parte estructural del relato, además de motivaciones de los personajes, bien porque la ejercen o bien porque actúan contra ella. C) De raza: negros y latinos sufren el racismo a veces de forma evidente y otras con modos más sutiles pero muy efectivos, y esta desigualdad se cruza, lógicamente y como en la vida misma, con la de clase: la pobreza y la discriminación suelen ir juntas.
Todo esto se mantiene en el retorno de la serie. Aunque ya la adolescencia y el instituto desaparecieron, la nueva temporada conserva su fuerte personalidad y casi todo lo que la convirtió en obra de culto. Entretenida e inteligente, sigue con su mirada social, porque las desigualdades no se han ido y, de hecho, han marcado las vidas de los protagonistas. La Veronica adulta continúa todavía en Neptune, por un profundo sentido del deber y la lealtad a pesar de sus ganas de salir de allí. Pero el tiempo no pasa en vano y Veronica carga con algunas grietas y heridas a las que no acaba de enfrentarse. La ironía y el sentido del humor siguen intactos, ofreciendo los buenos diálogos a los que nos tiene acostumbrados una serie que siempre ha estado muy bien escrita. Y, que quieren que les diga, a esta espectadora le resulta un placer volver a Neptune y reencontrar viejas amistades en plena forma.