VALÈNCIA (EP). Un estudio internacional liderado por el profesor de Física Teórica de la UZ Miguel Pérez-Torres, también investigador del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC), muestra por primera vez que se puede detectar la existencia de un planeta fuera del Sistema Solar con observaciones mediante radiotelescopios, ha informado la UZ en una nota de prensa.
Esta nueva técnica permitirá medir las variaciones en la emisión de radio en la interacción del planeta con su estrella y ayudará a descubrir nuevos exoplanetas.
"Se trata de un trabajo pionero que abre un nuevo camino para el estudio de otros planetas que, en algunos casos, no podrían detectarse mediante otras técnicas, y que resulta muy prometedor si pensamos en los radiotelescopios excepcionalmente sensibles que están en desarrollo, como el Square Kilometre Array (SKA)", ha señalado Pérez Torres, miembro del Centro de Astropartículas y Física de Altas Energías de Aragón (CAPA).
Este método es independiente del actualmente utilizado, que se basa en medir el pequeñísimo bamboleo de una estrella debido a la presencia de un planeta.
Desde hace dos décadas se conoce que la interacción magnética entre Júpiter y una de sus lunas mayores, Ío, genera gran cantidad de emisión en radio. A esta emisión se la conoce como emisión auroral porque es similar a las auroras terrestres, que son producidas por la interacción de partículas eléctricamente cargadas procedentes del Sol con la atmósfera de la Tierra.
Tras el descubrimiento del planeta Proxima b en torno a la estrella más cercana a nosotros, Proxima Centauri, un grupo de investigadores españoles se propuso comprobar si en este sistema solar vecino se producen también interacciones en radio. Su hallazgo abre una nueva vía en el estudio de los planetas extrasolares.
"Este tipo de emisión de ondas de radio es posible porque el sistema planetario de Próxima tiene unas propiedades particulares: se trata de una estrella mucho más activa que nuestro Sol y el planeta Próxima b se encuentra muy cerca de ella; de hecho, se halla diez veces más cerca de su estrella de lo que Mercurio está del Sol", ha apuntado Miguel Pérez-Torres.
La campaña de observación se llevó a cabo con el ATCA (Australia Telescope Compact Array), un radiotelescopio formado por 6 antenas de 22 metros cada una, y se prolongó a lo largo de 17 días.
Como el planeta Próxima b da una vuelta completa alrededor de su estrella una vez cada 11,2 días, es decir, el año de Proxima b es de tan solo 11,2 días terrestres, los investigadores observaron la emisión proveniente del sistema Proxima-Proxima b durante el equivalente a observar la interacción un año y medio.
"Detectamos emisión en radio durante la mayor parte de la campaña de observación, con épocas de emisión mucho más intensas que otras. Estos máximos se detectaron dos veces por cada periodo orbital, cuando el planeta halla, visto desde la Tierra, más separado de su estrella -señala el investigador. Los datos que hemos obtenido concuerdan muy bien con lo que predicen modelos de interacción entre la estrella y el planeta".
Este trabajo también ha permitido detectar varios destellos en radio de apenas unos minutos de duración, que responden a episodios breves de actividad en la estrella, así como una llamarada estelar que se prolongó durante tres días y cuyo brillo en radio fue diez veces superior al habitual de la estrella.
"Estos resultados son también interesantes en lo que respecta a la posibilidad de que Proxima b albergue vida. Estas llamaradas de ondas de radio han debido de ser muy intensas para que pudiéramos detectarlas, y algunas se han prolongado varios días. Formas de vida como las de la Tierra posiblemente no podrían sobrevivir a este tipo de eventos", ha concluido Miguel Pérez Torres.