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Una de cada cuatro personas no sabe quién se ocupará de su atención cuando llegue a la vejez

6/10/2016 - 

MADRID, (EP). Cuando uno piensa en la vejez, le suelen asaltar dudas sobre quién o quienes van a ser los que se ocupen de su cuidado en el caso en el que no se pueda valer por sí mismo. Un interrogante que, tal y como ha mostrado el estudio 'Actitudes hacia el envejecimiento', realizado por Sanitas y Bupa, le surje a una de cada cuatro personas en España, si bien el 60 por ciento cree que será su familia quien le atienda si lo necesita.

Se trata de una preocupación relativamente común entre las personas y, especialmente, entre aquellos de 25 a 45 años ya que, según el trabajo, hasta el 12 por ciento se cuestiona a diario cómo será su vida de mayor y un 20 por ciento varias veces a la semana.

A todo ello se suma también las dudas de cómo se van a financiar los cuidados. En este sentido, según los resultados del estudio, el 52 por ciento cree que girará en torno a sus ahorros personales, mientras que un 48 por ciento piensa que su sustento dependerá de su pensión, el 24 por ciento de la financiación pública y un 22 por ciento de las pensiones privadas.

"Los cambios demográficos y el envejecimiento de la población conllevan un nuevo concepto de tercera edad. Por un lado, mayores cada vez más activos y, por otro, un creciente número de octogenarios. El aumento del dato de esperanza de vida, unido a las mejoras sociales y sanitarias hacen que resulte muy habitual la preocupación por las condiciones de vida en edades avanzadas porque casi todos nos proyectamos en esa etapa", ha comentado el jefe de Gestión Asistencial de Sanitas Mayores, David Curto.

Y es que, llegar a la vejez implica la pérdida de facultades y la aparición de diversas enfermedades. De hecho, según expertos de la División de Incontinencia de SCA, casi el 20 por ciento de los españoles mayores de 65 años presenta alguna dificultad para realizar funciones básicas en su día a día como, por ejemplo, alimentarse, asearse, vestirse, sentarse o levantarse, y hasta el 50 por ciento de los mayores de 75 años tiene problemas para salir de su domicilio.

Esta inmovilidad es además una de las causantes de la aparición de enfermedades como incontinencia urinaria, infecciones, obesidad , diabetes o insuficiencia cardiovascular, entre otras. En concreto, según ha informado la compañía Boehringer Ingelheim con motivo del Día Internacional de las Personas Mayores, que se celebra este sábado, se calcula que las personas de entre 65 y 74 años conviven con una media de 2,8 problemas o enfermedades crónicas, alcanzando un promedio de 3,23 en mayores de 75 años.

La vista es una de las partes del cuerpo que más se resiente con la edad, puesto que el 98 por ciento de las personas de más de 60 años padece algún problema visual, siendo la presbicia, cataratas, glaucoma, degeneración macular asociada a la edad (DMAE) o glaucoma, las patologías más frecuentes.

"Es muy importante que al alcanzar los 60 años se tome conciencia de la incidencia negativa que la edad tiene en la visión y se realicen revisiones oftalmológicas periódicas. Un diagnóstico temprano es fundamental para potenciar la eficacia de las terapias", ha analizado el director médico de la Clínica Baviera, Fernando Llovet.

Otro de los sentidos que más se ve afectado por la edad es la audición. Así lo demuestra un estudio realizado por Oi2, cuyos resultados señalan que los mayores de 50 años son los que corren más riesgo de perder audición (31%), por delante de los mayores de 60 años (26%) y de 40 años (16%).

Además, otro trabajo realizado por GAES Centros Auditivos ha puesto de manifiesto que más del 57 por ciento de los españoles mayores de 50 años reconoce que su audición ha empeorado con la edad, aunque sólo el 22 por ciento la revisa de forma periódica. "El abandono de las aficiones y los cambios de hábitos son muy frecuentes en las personas de avanzada edad que experimentan pérdida de audición, ya que es habitual que por miedo, desconocimiento o vergüenza no reconozcan que sufren este problema", ha recalcado el doctor en Otorrinolaringología, Juan Royo.

La piel es otra de las partes que más notan el paso de los años ya que sufre un envejecimiento fisiológico asociado a la edad y otro asociado a la exposición solar según los hábitos de vida pasados. Se trata, según ha informado la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) de cambios en la estructura y función de la piel, los cuales se traducen en la aparición de lesiones benignas y, en ocasiones, de lesiones más graves que causan molestias y disminuyen la calidad de vida de las personas.

Entre estos cambios se incluyen el adelgazamiento y sequedad cutánea, picor, queratosis seborreicas, léntigos, angiomas y otras alteraciones secundarias a problemas vasculares. "Además, algunas de estas alteraciones benignas pueden sufrir complicaciones, por lo que no se deben subestimar los signos cutáneos de envejecimiento, ya que hay estudios que demuestran que esos signos llevan aparejados una disminución de la autoestima de los pacientes", ha advertido la AEDV.

Ahora bien, a pesar de todas estas complicaciones asociadas a la edad, las personas mayores no deben ser aisladas socialmente. Así lo ha recordado la Unión Democrática de Pensionistas (UDP), quienes han advertido de que más de dos millones de mayores sobreviven por debajo del umbral de la pobreza, con pensiones inferiores a los 500 euros, y que los entornos donde viven las personas de edad no están adaptados a la evolución de sus capacidades.

"Los transportes públicos, calles y los espacios públicos culturales y sociales no están adaptados en su mayoría a las necesidades de los mayores. La barras inalcanzables en los autobuses, los grandes bordillos en las aceras, las escaleras en edificios públicos, los firmes desiguales y la falta de espacios de reposo hacen a menudo las ciudades hostiles a las personas mayores", ha denunciado la UDP.

Finalmente, la organización ha avisado de que cerca de dos millones de personas mayores de 65 años viven solas y que más de 1.180.435 están en situación de dependencia, de los cuales un tercio no recibe ninguna prestación o servicios de atención a la dependencia.

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