TENDENCIAS ESCÉNICAS

'Un Poyo Rojo' es danza, deporte, homoerotismo, comedia y un playback de 'El pollito Pío'

El espectáculo argentino lleva una década de gira por todo el mundo

30/01/2019 - 

VALÈNCIA. La internacionalización del teatro argentino tiene su piedra angular en los espectáculos de texto. Así que podríamos decir que Un Poyo Rojo es una feliz rareza escénica. La pieza de los coreógrafos Nicolás Poggi y Luciano Rosso suma 10 años de gira mundial sin palabras. Su trabajo escénico es de corte físico, desarrollado desde el código de la danza contemporánea, pero con añadidos acrobáticos y habilidades deportivas. Este próximos viernes, 1 de febrero, está programado en La Mutant, coincidiendo con el décimo aniversario de su estreno.

“Cuando comenzamos el trabajo en 2008, una de las pocas cosas que sabíamos con certeza era que queríamos llegar a la mayor cantidad de público posible, que queríamos hacer una obra con la que se pudiera viajar mucho. La posibilidad de usar el cuerpo para contar una historia no tardó en aparecer, porque los dos intérpretes venían del universo de lo corporal”, recuerda Luciano, que desde 2011 está acompañado por Alfonso Barón, que reemplazó a Nicolás Poggi en la gira.

La formación de ambos bailarines bebe del deporte. En concreto, la natación y el rugby, de modo que el montaje revela huellas de sus respectivas disciplinas gimnásticas.

“Solemos poner en el escenario todas nuestras aptitudes, conocimientos y habilidades, es por eso que habiendo entrenado y practicado mucho deporte queda impreso en nuestros cuerpos esa información que luego hemos ido adaptando y aplicando al arte de manera inevitable. De alguna forma todo trabajo físico, sea la disciplina que sea, está conectado entre sí y mientras mas conocimiento tengas, más posibilidades vas a tener a la hora de interpretar”, considera el coreógrafo e intérprete.

La radio que te acompaña

A la comicidad gestual y la proeza física, el dúo suma un componente de tensión sexual. El número tiene como trasfondo una historia de amor entre dos hombres que sobre el escenario se enfrentan, como si se tratara de una pelea de gallos, y se seducen. 

El tercer elemento en discordia es una radio. La verborrea que los actores no utilizan sobre escena la pronuncia una emisora al azar: “Para nosotros es el tercer intérprete, y es ahí donde encontramos el texto de la obra, que se va actualizando con cada representación, en cada ciudad donde vamos y que propone además un puente entre el público y los actores, entre realidad y ficción, sin barreras idiomáticas de por medio”.

Función tras función han comprobado que las posibilidades escénicas de una radio en vivo son infinitas. El recurso no les ha fallado nunca, sin importar el idioma de la estación. Y aunque el sonido que irrumpe está más allá de su alcance, las tablas en la improvisación les ayudan a sortear los momentos más extraños y las emisiones más ininteligibles.

“Las situaciones a las que sin duda les sacamos más provecho son siempre de radios religiosas. Hay un factor ahí que funciona por contraste y es muy satisfactorio cuando pasa. Por lo general en los países donde no comprendemos el idioma vamos escuchando la reacción del público para saber por donde seguir. Luego alguien nos cuenta de qué hablaba la radio. Es siempre una grata sorpresa”, detalla la pareja de artistas.

La gallina, co, el pollito, pío

En 2014, los dos intérpretes realizaron 24 funciones seguidas en el Festival Off de Avignon al que sumaron un bonus al final del espectáculo a modo de regalo para el público. Con el paso del tiempo esta costumbre quedó instalada en el grupo y hoy día es un playback de El Pollito Pío

Los espectadores que acudan este viernes a La Mutant puede que no tengan idea del talante cómico y provocador de Un Poyo Rojo y vengan atraídos por un vídeo viral de la canción infantil italiana en el canal de Rosso en YouTube. En el momento de escribir este artículo, su lipsing gesticulante sumaba 2.619.615 visualizaciones.

“Luciano ha adoptado a este pollito como a un hijo. Lo ha hecho no sólo para este espectáculo sino en una gran cantidad de variadas ocasiones. Ya es un clásico para nosotros y la gente lo sigue disfrutando como el primer día”.

El conocido tema tiene la estructura de una canción de cuna acumulativa, y va añadiendo en cada estrofa los sonidos de una gallina, un gallo, un pavo, una paloma, un gato, un perro, una cabra, una oveja, una vaca y un toro. 

 “Nos divierte mucho la reacción de la gente al ver el bonus del final, pero nos gusta más que quienes van a ver El Pollito Pío sin saber de qué va Un Poyo Rojo se lleven algo más grande, una sorpresa y una reflexión sobre el amor, sobre los vínculos y los deseos más básicos del ser humano”, agradecen los intérpretes.

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