El economista jefe de Robeco estima que los principales riesgos para la economía británica han aumentado desde la victoria del 'sí' a la salida de la Unión Europea
MADRID. Un 'hard Brexit' donde el Reino Unido (UK) pondere la soberanía por encima del acceso al mercado único es el peor de los escenarios económicos posibles para Reino Unido. La primera ministra británica, Theresa May, desplomó la libra al afirmar que activaría el artículo 50 del Tratado de Lisboa -el proceso formal para abandonar el bloque de 28 naciones- a final de marzo de 2017. Es la consecuencia del referéndum del pasado junio en el que el 52% de los británicos votaron 'salir', provocando la caída del primer Ministro David Cameron, a favor de 'permanecer'.
May, líder del actual gobierno conservador, también afirmó en la reunión anual del partido que iba a poner la soberanía y el control de la inmigración por encima de la negociación comercial con la UE. Esto implica un 'hard Brexit' más que una variante suave, ya que permanecer en el mercado único significaría aceptar las normas de la UE sobre la apreciada normativa de la UE relativa a la total libertad de movimiento de las personas.
Por supuesto, esto es sólo una declaración de intenciones, por lo que en ese sentido no es tan significativo. May se enfrentaba a una rebelión de los pro-Brexit conservadores que estaban presionando para que el artículo 50 se activará, por lo que no sólo debía insistir en 'Brexit significa Brexit' sino que cualquier otra cosa hubiese sido insuficiente.
Ella ha dicho que debido a que el Brexit puede tomar muchas formas, la protección de las fronteras y la soberanía tendrán prioridad sobre el acceso al mercado interior; en otras palabras, que va a ser un Brexit duro. Económicamente este es el peor de los casos, y por ello se desplomó la libra.
Los principales riesgos para la economía del Reino Unido han aumentado, aunque el panorama sigue siendo incierto hasta que el artículo 50 sea realmente activado. A corto plazo, la caída de la libra es un impulso para los exportadores del Reino Unido, y por supuesto para la bolsa. Pero en el medio plazo no podemos ser optimistas sobre el crecimiento económico en el Reino Unido.
Una libra más débil tendrá efectos inflacionistas, y las empresas no compensarán a los trabajadores con aumentos salariales, ya que se escudarán en la incertidumbre de la situación. Como consecuencia los ingresos familiares sufrirán y las previsiones del PIB bajarán. Esta incertidumbre obstaculizará la inversión extranjera y nacional en el Reino Unido; las empresas tendrán una actitud de 'esperar y ver' antes de comprometerse a nada. La perspectiva a largo plazo depende del escenario Brexit que se despliegue, pero un 'hard Brexit' apunta hacia fuertes pérdidas en el PIB para los próximos años.
Lo que ayuda a May en este momento es que la economía del Reino Unido, hasta el momento, lo ha hecho bien desde el referéndum de junio, pero sin duda va a cambiar con un escenario de 'Brexit duro''. Y la táctica del partido tienen prioridad sobre la lógica económica, por supuesto.
Después de haber estado en lo que era el Mercado Común desde el año 1973, la forma que tomará la estrategia comercial del Reino Unido sin nuevos tratados que firmar sigue siendo un misterio. En términos de intercambio, un 'Brexit duro' significa volver de nuevo a las normativas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), aunque habría complicaciones, ya que aquellas se formularon en el contexto de la UE. La adopción de normas de la OMC en el futuro vendrá con tarifas, por lo que un 'Brexit duro' vendrá con un alto precio económico. La cuestión crucial es si el Parlamento del Reino Unido tomará este camino. Un voto en contra podría forzar nuevas elecciones, algo que no se debe descartar.
La cuestión parlamentaria puede ser clave, ya que históricamente la Cámara Baja de los Comunes del Reino Unido ha mantenido la soberanía sobre todas las demás instituciones, incluido el gobierno, el monarca y los tribunales. Por lo tanto, el Parlamento debe autorizar todas las acciones del gobierno, desde lo trivial hasta ir a la guerra. Sin embargo, los conservadores tienen una escasa mayoría de sólo 16 diputados sobre todas las otras partes de la cámara de 650 asientos, de los cuales muchos están a favor de la UE, por lo que una votación sobre el artículo 50 es un riesgo para la Primera Ministra May.
Se podría argumentar que, dada la estrecha victoria en el referéndum, tendría que ser respaldado por el Parlamento del Reino Unido cualesquiera que sean los poderes formales que recaen en la mano del primer ministro. Sin embargo, dada la estrecha mayoría que los conservadores tienen en el Parlamento del Reino Unido, no es de extrañar que el gobierno haya insistido en su prerrogativa de ser la única entidad que puede activar el artículo 50, pero ya ha habido objeciones legales a este punto de vista. Así que lo que realmente va a suceder en esta etapa no está claro; tenemos que ver cuál será la reacción a esta nueva posición de línea dura.
En lo que se refiere a la UE, podemos estar seguro de que hará todo lo posible para desalentar cualquier nueva salida, especialmente con el auge de los nacionalismos a raíz de la crisis de refugiados. La UE se aliviará una vez el artículo 50 se active, y teniendo en cuenta que las elecciones francesas se celebrarán en abril de 2017 y las alemanas están previstas para septiembre, así que, la fecha elegida de marzo de 2017 por May es conveniente para la UE.
No debemos olvidar que la UE tiene todos los incentivos para asegurarse de que el Reino Unido paga un precio económico alto para salirse de ella. Mientras tanto, podemos esperar una mayor debilidad de la libra y la fortaleza del euro. Pero mucho dependerá de la evolución de los acontecimientos más que de un discurso de May que, en realidad, es solo el movimiento inicial de una gran y compleja partida de ajedrez que se avecina.
Léon Cornelissen es economista jefe de Robeco