VALÈNCIA. Con el nuevo año llegan los buenos propósitos, es decir, la intención de ejecutar todos aquellos asuntos que durante el año se atragantan. En mi caso, en cada inicio de año intento fijarme en otras mujeres a las que admiro para aprender de ellas -emularlas- y convertirme en alguien mejor. Tras diecisiete entregas de mujeres ilustres valencianas y antes de tomar impulso para seguir hablando de otras tatas en 2019 me gustaría rescatar aquí lo que de ellas más admiro.
De María Cambrils, la primera feminista valenciana que nació en el barrio del Cabanyal en 1878 me quedo con su indudable determinación. Su gran obra fue Feminismo Socialista, escrito en 1925 y donde se recogían algunos de los conceptos y reivindicaciones que hoy siguen presentes:
La mujer no debe ser ni el objeto exclusivo de placer ni la esclava del hombre, y si, siempre su compañera, su igual, la que con él comparta los sinsabores y los goces de la vida. Nadie que ostente representación liberal de las masas, puede, en nombre de la Libertad, negar a la mujer derechos legítimos de intervención en la vida ciudadana, ya que, como el hombre, es un ser pensante, con facultades mentales demostradas para poder intervenir en todas las cuestiones de interés público; no es sólo, como por muchos ilustres varones se pretende que sea, un bártulo de cocina o una máquina de hacer calceta.
En este tiempo ha habido tiempo para hablar de hijas de grandes genios que vieron oscurecido su trabajo y su trayectoria vital por la gran sombra de sus padres. Es el caso de Libertad Blasco Ibáñez, una de las hijas del escritor de Los cuatro jinetes del Apocalipsis. Libertad mostró siempre un gran interés hacia lo artístico y se desveló como una “buena pianista, como su madre, articulista ocasional, romántica, heredera de la magnética mirada paterna y aficionada a leer y apuntar frases en una libreta”, en palabras de Mercedes de la Fuente en su libro Valencianas célebres y no tanto. Otro caso es el de las hijas del pintor del renacimiento valenciano Juan de Juanes. Margarita y Dorotea tuvieron que luchar por defender la autonomía de su obra pictórica en un mundo en el que las mujeres no podían pintar si no era dentro del taller de algún hombre de la familia. Margarita y Dorotea, según algunos testimonios de la época, habían heredado de su padre su amor por el arte, aunque fue en una época en la que las mujeres se acercaban más que al arte, a la artesanía. Así lo cuentan Pepa Mestre y María Ángeles Pérez-Martín en su texto 'Margarita y Dorotea Joanes pintoras':
Cuando en el Renacimiento surge el artista individual las labores artesanales que hombres y mujeres habían compartido en los talleres se diferenciaron. La Alta Cultura de las Bellas Artes quedaba para los varones, mientras las mujeres asumían labores «menores» que serían consideradas Baja Cultura. Una diferencia entre Arte y Artesanía que aún persiste y que dejó fuera de la Historia del Arte los productos realizados por mujeres.
A todos los que nos gusta la literatura y aspiramos a que escribir se convierta siempre en algo trascendente nos deberían interesar las vidas de algunas literatas pioneras valencianas: es el caso de Sor Isabel de Villena, la primera escritora en valenciano, nacida 1430. Era hija del ilustre Enric de Villena, un traductor y escritor que era conocido como El Nigromante y cultivó con enorme esmero disciplinas como la astronomía, la medicina o la teología. La obra maestra de Villena fue Vita Christi en la que reflexiona a propósito de la vida de Jesús con las mujeres y defiende la dignidad y potencia de las mujeres frente a la misoginia recalcitrante de la época.
[...] Y quienes de las mujeres despotricarán caerán en mi ira, porque pensar pueden que mi madre es mujer que ha merecido a todas vuestras hijas gran corona, y les es una salvaguarda tan fuerte que nadie puede enojarlas sin a mí ofenderme mucho.
Isabel de Villena tuvo dignas sucesoras como Carmelina Sánchez-Cutillas (la escritora de Altea que escribió Matèria de Bretanya, una novela publicada en 1976), Concha Alós (la escritora de Castellón que ganó dos veces el Premio Planeta) o Amalia Fenollosa (la poeta también castellonense que nació en el año 1825 y murió en Barcelona en 1869; apenas 44 años de vida le bastaron para convertirse en una de las poetas, novelistas y dramaturgas más importantes del Romanticismo).
Pero las mujeres valencianas también han destacado en ámbito como el de la ciencia. Es el caso de Concepción Aleixandre, pionera de la ginelocogía española. En la universidad conocería a su gran compañera Manuela Solís, otra pionera de la medicina valenciana. De ella dijo Ramón y Cajal: “Modelo de estudiantes celosos y aplicados en València, donde tuvimos la honra de enseñarle Anatomía, sólo obtuvo en los exámenes notas de sobresalientes, debidas no a la galantería sino a severa y estricta justicia”.
Mencía de Mendoza, Viria Acte, Jerónima Galés, Violant de Hongría destacarían en su tiempo por su incursión en un mundo masculino al que ellas lograron acceder por sus indudables cualidades de liderazgo. De entre todas estas mujeres de los siglos más iniciales de nuestra tierra me gusta recordar especialmente a Margarida Borrás, la primera transexual ejecutada en Valencia en el año 1460.
En el ámbito de la música destacaron talentos como los de Matilde Salvador (la primera mujer en estrenar una ópera en el Liceu de Barcelona) o Elena Sanz (la cantante de ópera que enamoró al rey Alfonso XII y que sería definida por Galdós como una “elegantísima, guapetona, de grandes ojos negros fulgurantes, espléndida de hechuras, bien plantada”).
De todas estas mujeres he aprendido que el valor para defender el don propio es casi tan importante como el talento que atesoran. La labor de recuperar su legado y muchas de sus enseñanzas ha sido el mejor regalo de 2018. Para este año que acabamos de estrenar sólo pido seguir descubriendo a muchas otras ilustres damas de nuestra tierra y escribir sobre ellas.