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ppcv - la decidida líder adopta una estrategia arriesgada

Sin territorio y sin familia política: peligro de aislamiento para Bonig

29/11/2017 - 

VALÈNCIA. La determinación de la presidenta regional del PPCV, Isabel Bonig, en varias enmiendas referentes a los Presupuestos de la Generalitat de 2018 está causando, tal y como ha informado Alicante Plaza, cierta inquietud dentro de sus propias filas. Cuestionar las ayudas a la patronal -también a las organizaciones sindicales- o a empresas como Air Nostrum -otrora compañía de referencia para los gobiernos del PP-, ha despertado preocupación dentro de la formación popular

La líder del partido, no obstante, parece decidida a proseguir con su estrategia: no le duelen prendas en admitir que quizá el PPCV se equivocó en el pasado con el reparto a patronal y sindicatos que establece la Ley de Participación que ellos mismos impulsaron justo antes de las elecciones de 2015 y propone cambios. Una normativa que salió adelante bajo el mandato del conseller de Economía, Máximo Buch, pero cuya elaboración nació antes en el departamento de Educación que lideraba José Císcar, que en aquel momento poseía las competencias de Empleo y Formación.

Ahora bien, los pasos de Bonig hacia 2019 cada vez se asemejan más a una carrera en la que no hay premio para el subcampeón. Un cara o cruz que, echando un vistazo interno al PPCV, apunta a que si la líder popular no recupera la Generalitat tendrá graves problemas para reeditar su mandato en el partido.

El problema orgánico de la actual presidenta regional es su carestía de territorio y de familia política propia, más allá de cierta sintonía con el sector democristiano. Fue situada por Génova para relevar a Alberto Fabra tras la caída electoral y posteriormente se celebró un congreso en el que los distintos sectores del PPCV decidieron prestarle su apoyo para pilotar lo que a priori podría ser una larga travesía en el desierto. No obstante, existen ciertas opciones de que los populares pudieran darle la vuelta a la tortilla en la presente legislatura, si bien la mayoría apunta a que la siguiente será la del regreso del PPCV a la Generalitat.

Ortiz, Maíllo y Bonig durante una visita del coordinador general del PP a València. Foto: KIKE TABERNER

Con este escenario, en la formación de la gaviota todos dan por hecho que Bonig será la candidata, pero afilan cuchillos para afrontar un relevo en el caso de que no se produzca la remontada. Volviendo a los apoyos genuinos de la líder regional, se aprecia que el respaldo del que disfruta se asemeja a una especie de préstamo a renovar en 2019 según el resultado electoral. Los cónclaves provinciales arrojaron el triunfo sin oposición de Miguel Barrachina en Castellón, un hombre muy vinculado a Génova; una plácida continuidad de José Císcar en Alicante, uno de los aliados de Bonig; y una gestora en la provincia de Valencia.

En esta última demarcación el enfrentamiento entre Vicente Betoret y Mari Carmen Contelles, ésta última la favorita de Bonig, desató la intervención de Madrid con la imposición de una gestora para evitar las primarias. Una votación que los partidarios de la líder regional auguraban muy favorable a su candidata. Al margen de las razones esgrimidas desde Génova basadas en evitar una confrontación, la sensación que caló en buena parte de los cargos intermedios es que Madrid prefirió evitar que Bonig consiguiera un poder territorial en la provincia. Así, impuso para presidir la gestora al diputado nacional Rubén Moreno, de confianza de Génova, además de incluir entre los elegidos a la exconsellera Maria José Catalá, una dirigente joven y que siempre ha manejado un espacio propio en el partido junto a otros referentes como el delegado del Gobierno, Juan Carlos Moragues.

De la misma manera, también se impuso una gestora en València ciudad, donde Bonig designó al parlamentario de su órbita Luis Santamaría pero no logró que Génova resolviera la cuestión de los concejales investigados por el presunto blanqueo de capitales en la Operación Taula. Ahora, la intención de la líder regional de buscar un independiente para la capital desconcertó a los miembros de la gestora, por lo que el partido en el Cap i Casal atraviesa un ambiente enrarecido hasta que se dilucide el candidato a la Alcaldía. En ambos casos, provincial y local, las piezas no se moverán porque no habrá congreso antes de las elecciones.

González Pons, Bonig y Rajoy en un acto en València. Foto: KIKE TABERNER

En cuanto a Alicante, Císcar logró situar a su mano derecha Eva Ortiz como número dos de Bonig en el PPCV. La presidenta carece de tropa propia en esa provincia, más allá de cierta sintonía especial con la Vega Baja a colación de la virulenta pelea lingüística y por la educación concertada frente al conseller Vicent Marzà. Vega Baja, Elda y Alicante son los puntos en los que la lideresa popular ha encontrado más apoyo orgánico. Así, fuentes próximas a Císcar señalan su respaldo en cuestiones como las enmiendas a los Presupuestos: "No es revancha contra la patronal; es simplemente que no se otorguen subvenciones nominativas de este tipo sino que exista igualdad de condiciones para todas las organizaciones como Coepa o CEC. O todos o ninguno", comentaron las citadas fuentes.

Ahora bien, este respaldo a Bonig sigue intuyéndose condicionado. La proverbial disciplina del PPCV habla por la boca de los altos cargos consultados al mostrar el apoyo a su líder como futura candidata. No obstante, las afirmaciones se hacen más vagas y endebles cuando se les consulta por el día después de las elecciones de 2019 si la formación popular no logra volver a situar su bandera en lo alto del Palau de la Generalitat. Es decir, las decisiones de la la actual líder serán respaldadas en esta etapa -convenzan más o menos- pero la falta de consistencia del respaldo que acumula apuntan a una futura inestabilidad si no logra que en 2019 la jugada le salga redonda.

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