VALÈNCIA. El PPCV avanza hacia un punto de inflexión que puede marcar el futuro de la formación popular en los próximos años: el congreso regional del partido donde debe decidirse si la actual líder, Isabel Bonig, continúa a los mandos o es relevada por, probablemente, un dirigente con mayor sintonía con la dirección nacional como sería el presidente provincial de Alicante, Carlos Mazón.
La presidenta del PPCV ha insistido públicamente en su intención de presentarse a las primarias para la reelección. Bonig, gran defensora de la elección a través de la militancia, un método que ya se utilizó por el partido en el congreso que dio la victoria al ahora líder, Pablo Casado, aspira a recoger el apoyo de los afiliados pese a no contar a priori con el respaldo de Génova.
Y precisamente, salvo que la cúpula nacional cambie de idea, ese llamamiento para aglutinar el voto de los afiliados es la única arma que podría permitir a la actual líder renovar su mandato, dado que los otros puntos de apoyo orgánicos tradicionales parece que se le han escapado de los dedos en los últimos tiempos.
Así, Bonig carece de poder territorial. El último pacto de cara al congreso provincial de Castellón -fechado para el 8 de mayo- ha alejado la posibilidad de, al menos, conservar ese espacio para la presidenta regional. La candidata avalada por Madrid, Marta Barrachina, alcanzó un acuerdo con la aspirante alternativa, Carmina Ballester, alcaldesa de Onda, para una lista conjunta. Esta última gozaba de la simpatía de Bonig en el proceso, pero decidió desistir de la pelea e integrarse bajo el liderazgo de la candidata impulsada por la dirección nacional.
El problema para la presidenta regional es que en la provincia de Valencia sus apuestas tampoco han servido para dotarle de un entramado territorial fuerte. Ya en la elección de diputados provinciales en 2019, se vieron las dificultades para que los aspirantes de Bonig entraran en la corporación, lo que evidenció su falta de poder en las comarcas.
Con la llegada de Vicente Mompó el pasado año al liderazgo provincial de la mano de Génova, tampoco mejoró la situación de Bonig en Valencia: los más de cien congresos locales ya celebrados han fortalecido al presidente e, incluso, le han distanciado de la líder regional por desavenencias en su celebración. Si a todo ello se une el poco predicamento de Bonig en Alicante, donde su presumible rival, Carlos Mazón, es el máximo exponente del PP, las carencias territoriales de la presidenta parece obvio.
Pero el problema de Bonig no se limita a centímetros de tierra y agrupaciones. También tiene una debilidad en cuanto al respaldo de referentes del partido, algo que puede llegar a salvar a un dirigente cuando carece de tropa. Sin embargo, si la presidenta no cuenta con el apoyo de Génova, tampoco parece gozar de alianzas especialmente poderosas en el partido.
Al margen de no disponer de Mompó, o de otros dirigentes con influencia en Madrid como Vicente Betoret, Belén Hoyo o Fernando de Rosa, tampoco parece que pueda contar para su misión con la presidenta local de València ciudad y portavoz en el Ayuntamiento, María José Català, a quien se había acercado en los últimos tiempos. Sin embargo, esta última mantuvo una reunión reciente con el secretario general del PP, Teodoro García Egea, de la que se desprende la lealtad de Català con el proyecto de Casado.
Con este escenario, los deseos de continuidad de Bonig quedarían limitados a un respaldo masivo de la militancia frente a los otros referentes del partido y el propio aparato de la dirección nacional. Salvo, eso sí, que Madrid decidiera la continuidad de la líder regional sin la garantía de que repita como candidata a la Generalitat.
Una posibilidad que, no obstante, se antojaría extraña cuando ya parece cada vez más seguro que el cónclave será convocado por Génova antes del verano: si la dirección nacional elige esa fecha, la lógica indica que desea activar el proceso para acometer cambios y no para dejar las cosas como están.