PENSAR LOS ESCENARIOS

“Sembrar semillas dramatúrgicas” para salvarnos del abismo

El festival Creador.es reúne a autores de distintas geografías y tradiciones con el anhelo de fomentar la reflexión colectiva en torno a las artes escénicas

7/09/2020 - 

VALÈNCIA. Cultivar los huertos de la dramaturgia a partir de las reflexiones en clave grupal; convertir a la tribu en arroyuelo de inspiración y al pensamiento en la semilla primigenia. Bajo estas premisas comienza este lunes 7 de septiembre la sexta edición del festival Creador.es un encuentro para profesionales de las bambalinas que se prolongará hasta el día 20 y en la que la Escuela Off ejerce como espacio anfitrión. Frente a otros festivales que encuentran su eje vertebrador en la acción, la clave aquí es explorar el pensamiento. Este encuentro se estructura a través de residencias creativas para entre 10 y 15 dramaturgos de diferentes nacionalidades (unos más experimentados, otros menos versados en estos lares) que, además de asistir a charlas y talleres, podrán también cuentan con el apoyo de tutores que les guían para esbozar in situ nuevas piezas. “Creador.es es una celebración. La celebración del intercambio y de la escritura en compañía”, resume Sonia Alejo, integrante de Aveet (Associació Valenciana d’Escriptores i Escriptors de Teatre), una de las entidades organizadores de este festival.

Y es que, cuando se habla del cosmos escénico, la representación suele recibir más el calor de los focos que el trabajo dramatúrgico previo. Esas jornadas a oscuras en las que la travesía es incierta. “La dramaturgia está presente en todas las piezas escénicas, tanto si hay texto como si no lo hay. En algunas se aplica de manera inconsciente, se parte de otros materiales (movimiento, danza, imágenes, objetos...) y luego, mediante la dramaturgia, se toman decisiones hasta dar con un camino, con un hilo, con una coherencia interna”, explican desde Aveet.

Para Jéssica Martínez, integrante de Comitè Escèniques (colectivo que también coordina la gestión del festival), la dramaturgia constituye “el eje sobre el que se articulan el resto de los elementos de una pieza dramática, desde el propio texto hasta el vestuario o la iluminación. Es el corazón, el camino que hace que todo funcione”. En ese sentido, subraya que existen muchos eventos centrados en la exhibición de espectáculos, “pero hay pocos en los que el elemento central sea practicar la dramaturgia sin necesidad de ver ni mostrar un resultado. El autor necesita entrenar, practicar, aprender y desaprender de forma continua, estar abierto a nuevas perspectivas”.

Jacobo Julio Roger, director artístico del Cabanyal Íntim, se ha convertido en un alumno fijo de estos encuentros. Tanto es así, que ha participado en todas sus ediciones y lo considera “un bálsamo de salvación ante el feísmo del mundo y un auténtico goce”. “Me apasiona la escritura dramática, es alucinante poder participar en estos talleres, ver cómo van creciendo todas las obras, compartir el proceso”. De hecho, resalta que las dos últimas piezas que ha estrenado se gestaron en Creador.es. Para Julia Suay, que repite como alumna, los talleres de este programa, “son un punto de inflexión. Se crea un espacio común donde las lecturas y ejercicios te abren la mente, te hacen probar nuevos caminos. Se crea un universo donde todos nos nutrimos de todos.”. En este sentido, recuerda que, en los últimos meses, cuando ha comenzado un nuevo proyecto o se ha sentido estancada (la inspiración puede ser una rata muy esquiva), ha vuelto a la libreta con las notas de tomadas durante la anterior entrega Creador.es: “siempre encuentro algún referente, lectura, autor, ejercicio o frases de textos de mis compañeros con los que empezar a tirar del hilo”.

Una de las citas principales de este encuentro será el taller online de Vivi Tellas Biodrama. La familia como teatro en el que se abordará el universo de los parentescos como vehículo para la creación artística. “Siempre me fascinaron las personas y, en un momento dado, empecé a mirar la realidad con ojos de teatro y a preguntarme en qué momento empieza la ficción. La familia parece en sí misma una obra de teatro readymade”, apunta la docente, para quien las historias familiares funcionan como una pieza escénica en la que rigen “la transformación y el destino como ejes de acción”.

En ese sentido, la tallerista centra su intervención en el juego con recuerdos, anécdotas, fotográficas domésticas… “Veo a las personas como archivos vivos, como experiencias únicas.  En el trabajo de investigación tomamos el pasado como ficción, como una construcción”, señala Tellas quien reivindica que, aunque cada historia familiar “es única y está atravesada por el momento histórico”, en la mayoría de ellas se manifiestan “los grandes temas teatrales como el destino, las relaciones de poder, las tensiones, la traición y los secretos. Cada familia esconde un secreto, un misterio”.

De escrituras en colectivo

Y si hablamos de dramaturgia resulta indispensable hablar también de palabras, de ideas que se van engarzando en forma de texto para acabar desembocando en el mar de los escenarios. Según apunta Albert Lladó, quien realizará la masterclass Escribir en tiempo(s) de azar e incertidumbre, la escritura teatral tiene “forma de partitura. Es por eso que, aunque es una forma de literatura, siempre tiene que tener muy en cuenta que será interpretada por actores, directores de escena y, finalmente, por el público”.

A menudo, se plantea la escritura como un proceso solitario, en el que la intimidad se impone sobre todas las cosas, sin embargo, en Creador.es, esta actividad se convierte en una singladura conjugada en plural. “El proceso de escritura no tiene por qué ser algo personal e intransferible. Al contrario, cuando se comparte, cuando te obligan a quitarte tus ojos y ponerte los de otra persona, todo adquiere una dimensión más interesante”, sostiene Julia Suay. En la misma línea, Jacobo Julio subraya que resulta “tremendamente útil” poder tener el feedback del resto de asistentes al evento. Para la integrante de Aveet, cualquier proceso de escritura necesita tiempo, “tanto si es previo a la puesta en escena y textual, como si se realiza de manera paralela a esta o no se basa únicamente en el texto. La falta de momentos para la creación que nos imponen las rutinas de producción y que, a menudo están sometidos a temporalidades administrativas de las instituciones son letales para la reflexión, para probar y descartar, para investigar y tomar distancia de la pieza volviendo a ella con autocrítica para mejorarla, para darle otra vuelta de tuerca”.

Uno de los anhelos de esta iniciativa radica en estimular la creación desde los primeros minutos del propio festival. Así, se busca que, los participantes en este ecosistema artístico comiencen a esbozar sus piezas aprovechando la atmósfera creada. El objetivo no es lanzarse a una productividad desaforada ni caer presa de la dictadura del estreno continuo, del resultado forzado, sino que esos escritos “son materiales de trabajo. Pueden convertirse en espectáculos o pueden servir simplemente como práctica y ensayo”, indica Martínez, para quien, en las artes escénicas, “como en la vida, tenemos que hacer un elogio del error. Los textos que descarta el creador son tan importantes como los que guarda”.

De relojes y reflexión

Abordada una de las patas de este festival, nos queda la otra: la reflexión que surge de la potencia colectiva. Y es que, el pensamiento y la escena nacen “de la misma pulsión, de la pregunta abierta. De la incógnita y del conflicto. Tal vez el pensamiento trabaja más con conceptos, y el teatro con cuerpos, pero abordar los vasos comunicantes entre ambas prácticas las enriquece y nos permite jugar más allá de los tópicos y los clichés”, apunta Lladó.

Pero para alcanzar un pensamiento fructífero, es necesario ganarle horas al reloj y encontrar entre sus manecillas paréntesis vacíos. Como expone Suay, “muchas veces, para cumplir fechas límites y sacar algo adelante no te puedes permitir el lujo de profundizar todo lo que te gustaría”. La premura se convierte así en una trampa mortal para la innovación creativa, y para el descubrimiento de otros horizontes de inspiración. “No podemos ceñirnos solo a estar escribiendo y escribiendo a lo loco, como pollo sin cabeza; hemos de poder pararnos y analizar, y conocer los caminos de otros creadores interesantísimos que están haciendo trabajos realmente iluminadores”, explica Jacobo Julio.

A las artes escénicas en ocasiones “les falta cultivar esa vertiente de la reflexión. La urgencia y la precariedad hacen que a veces falte tiempo para compartir experiencias y pensamientos, tanto entre los autores como con coreógrafos, críticos, estudiosos o incluso espectadores. Por eso es tan importante poder reunirnos y conversar. Además, sería necesario sumar a expertos de otros campos, como historiadores, científicos, filósofos… creo que aportarían una visión complementaria. Cualquier dramaturgia interesante tiene que explorar, tiene que cuestionar lo ya hecho y dicho”, apunta el experto Eduardo Pérez-Rasallo. Encargado de impartir la masterclass El lugar de la palabra en el teatro contemporáneo, recuerda que desde la lingüística y la filosofía se ha analizado desde hace décadas “el papel de emisores y receptores, los códigos de los mensajes y el sentido de la propia palabra…”. “Las artes escénicas están llevando a cabo un trabajo crítico muy interesante en torno a estos asuntos. El teatro indaga sobre la comunicación y la no comunicación, y ahí se están produciendo hallazgos relevantes a partir estéticas muy diferentes: desde las formas más clásicas hasta las más rompedoras”, indica sobre la materia de su ponencia.

De la supervivencia

Con una tradición milenaria a sus espaldas, las artes escénicas han logrado sobreponerse a todo tipo de vaivenes históricos. Su existencia, pues, parece garantizada incluso ante el panorama incierto que nos inunda. Y, sin embargo, queda por esbozar cómo van a adaptarse las bambalinas a estos tiempos pandémicos. “La supervivencia de las artes escénicas está íntimamente ligada a la supervivencia de la humanidad. Y aquí no me refiero a humanidad como al conjunto de todos los seres humanos, sino a nuestra capacidad de sentir afecto, comprensión y solidaridad. Si sobrevive esta ‘humanidad’, sobrevivirán las artes escénicas”, sostiene Jéssica Martínez.

“Nuestra salud emocional estaría en mejor estado si nos acercáramos más a los escenarios a lo largo de toda nuestra vida. Hacérselo ver a la ciudadanía es nuestra asignatura pendiente y una oportunidad de resistencia”, expone Sonia Alejo. Ahora que la actualidad está atravesada por la ausencia de certezas, Lladó recuerda que el teatro es “nuestra manera más ancestral de estar juntos, incluso cuando nos reclaman cierta distancia social. La dramaturgia puede aportar su experiencia en esa forma de vida que escapa de la certidumbre”.


Sin embargo, en estos días de temores y dudas coronavíricas, la batalla por seguir agitando reflexiones sobre las tablas se ha vuelto especialmente cruenta. Así lo denuncia la representante del Comitè Escèniques: “todos los días se cancelan espectáculos porque las administraciones públicas no tienen suficientes medios para cumplir las medidas de seguridad (aunque las compañías privadas sí los tengan a base de sacrificio económico y personal), y a nadie le tiembla la mano al hacerlo”. Es más, según critica Martínez resulta “más fácil” cancelar un espectáculo de artes escénicas “que cerrar un bar. Hoy, las artes escénicas viven con la guadaña pegada en el cogote, y eso no afecta sólo a los profesionales, sino a cualquier ser humano que tenga inquietudes”.