VALÈNCIA. Valenciana, comerciante y escritora. Sara Leo lleva dos años abrazando la prosa poética de forma profesional. Y es que como a muchos artistas les sucede, desde pequeña ha vivido refugiada en la escritura creando sin pensar en para quién. En 2016 se brindó una oportunidad con la autoedición de Iridiscencia y un año más tarde volvió a repetir con Acaríciame los miedos. Unos títulos que responden a los claroscuros de la vida y que cristaliza de nuevo con Después del huracán, esta vez sí, de la mano de la editorial Mueve tu lengua, y con el 'apadrinamiento' de los poetas Diego Ojeda y J.Diem.
-En tus libros hablas mucho del amor y del dolor. Frases y vivencias que muchas personas pueden almacenar por verse reflejadas en ellas. ¿Concibes la poesía como un lugar más cercano a la verdad que a la ficción?
-Sí, por lo menos en lo que yo escribo siempre quiero que haya verdad. De hecho mis libros son un poco autobibliográficos porque reúnen sentimientos y experiencias que he vivido. Cambia en cómo contarlas y en cómo alejarlas de ti.
-Tras la tormenta y el huracán, los lectores llegarán contigo a la calma. ¿Es ese el mensaje final que siempre hay que recoger?
-Después de la tormenta siempre aparece la calma, pero es importante dar especial importancia al recorrido que precede a esa tranquilidad. Todos los sentimientos y reproches que existen en cualquier tipo de relación. Y el huracán toca su fin cuando otra persona te conduce a esa calma. Al final todo se resume en una frase que dice que donde hay herida es que hubo vida. Lo que más me ayuda cuando estoy mal es justamente escribir y enseñarlo al mundo para que también puedan superarlo.
Mamá
Y aquí sigues poniendo a mis sueños en pie cuando flaquean
en el borde de cualquiera de mis precipicios.
Titirando de frío conmigo, en mitad de la tormenta.
Dándome fuerzas, porque eres viento arrasando con mis miedos.
Regalándome la calma en cada beso sincero.
Te quiero porque es lo mínimo que te debo.
Porque, por lejos que estemos, seguirás siendo
casa
abrazo
refugio,
consuelo.
-Atrás quedan las portadas monocolor con el título como único foco de atención. ¿Qué sugiere la ilustración de Maria Uve? -Todo lo que nos sucede día a día gira en torno al corazón. Lo que Maria plasma es la calma que transmiten las manos cuando cogen el corazón. Cuando crees que ya no hay nada, que no puedes más, llega una mano y te salva. Y esa es la esencia de mi obra.
-El libro cabalga entre la prosa y la poesía, ¿te sientes más cómoda entremezclando ambos géneros?
-Hablar de poesía me genera mucho respeto, prefiero encasillarlo en prosa poética. Además, tampoco me considero una poeta. Sé que escribo lo que siento y que la poesía al final es eso, pero hoy en día se habla mucho de una poesía moderna que ha ido evolucionando. Todo se resume en coger un libro, leer algo y notar en tu piel lo que esa persona está explicando con sus palabras.
-¿Existe un espacio real para que las jóvenes promesas sigáis escribiendo a largo plazo?
-Parece que ahora todo el mundo escribe y que no hay diferencia entre nosotros, es difícil destacar, pero los jóvenes sí nos estamos haciendo un hueco. Puede que sea por el auge y la ayuda de las redes sociales. Aún así, no es un arte 'oportuno', yo voy a seguir escribiendo. Lo que más me preocupa es el desamor y la soledad, me daría miedo sentirme sola y no tener a alguien en mi vida que me apoye y me encuentre.
-¿Es la autoedición el camino aconsejable?
-Es el más fácil para darte a conocer ante la gente. Sin embargo, requiere que te muevas mucho. Con Mueve tu lengua he conseguido una distribución por todas partes de España que con la autoedición no. Todo tiene su tiempo.
A mí me besó la suerte un viernes.
Desde entonces ya no cruzo dedos, ahora los entrelazo.