VALS PARA HORMIGAS / OPINIÓN

Rebelión punk y chistes de Eugenio

19/08/2020 - 

Recuerdo estos días la participación de unos amigos míos en un programa de radio de una emisora localísima. Fue en mi época universitaria, cuando las amistades parecen de hierro antes de disolverse como la arena en el mar y dejar apenas cuatro puntales que resisten cualquier oleaje. Mis amigos de entonces acudieron a la emisora para propagar su música, con esa fe ciega que da la primera obra que se somete a escrutinio general. Junto a ellos, participó en el mismo espacio el líder de una banda punk, también localísima. Frente a la insurrección mercadotécnica de Sex Pistols o la consolidación técnica de The Clash, aquel muchacho había elegido la oposición frontal y sistemática a todo lo establecido. El escándalo sin frenos. Es el gran problema de los literales. En mitad de entrevista, se declaró partidario de la despenalización del asesinato en primer grado. Nunca supe más de él ni de su banda, pero dado que esto ocurrió hace más de veinticinco años, siendo generoso, entiendo que ahora debe de estar sufriendo la adolescencia de sus hijos, si es que los tiene, asustado de cualquier contingencia leve, y ajena incluso al código penal, que les pueda suceder. Quiero pensar que ya no cree en su discurso, sobre todo porque tampoco se lo creía entonces.

Afortunadamente, por un lado, en aquel momento este tipo de manifestaciones apenas cruzaba el alcance de las ondas. Nadie lo repetía, nadie lo defendía, nadie, posiblemente, escuchó siquiera el programa dentro del municipio en que se emitió. Las nuevas tecnologías han traído muchas ventajas de las que solo nos percatamos cuando perdemos cobertura en el móvil, pero también se han convertido en un altavoz que da más empaque a propuestas como estas. Indefendibles. Sospecho que en estos momentos habría que explicar a una pequeña parte de la población aquel viejo chiste de Eugenio, creo recordar, en el que el conductor de un Seiscientos conducía en dirección contraria, escuchaba la alerta por la radio y era incapaz de reconocer su error. Sospecho que habrá quien sostenga que cada uno puede conducir por donde le venga en gana y no se reirá con la ocurrencia del legendario cómico catalán. En parte, también, porque las redes sociales han entumecido el sentido del humor.

Una anécdota más. Un conocido acaba de meter la película que más me ha influido en mi vida en una terna de películas sobrevaloradas. Discrepo absolutamente, por supuesto. Pero cada cual tiene su criterio y el mío no es mejor que el suyo. El problema es que la cinta en cuestión es una de las más conocidas de la historia del cine. Y las otras dos que ha embolsado en la misma categoría no habrían llegado ni a editarse en vídeo en los 80. De esta forma, su opinión pierde peso, ya que es capaz de mezclar, pongamos, el Poeta en Nueva York de Lorca con una antología de poetas alicantinos que atesoro en casa, que no son nada poéticos pero sí antológicos. Del humor involuntario. No se puede comparar una obra fundamental del cine, te guste o no, ese no es el asunto, con la inmensa mayoría de vídeos grabados en vertical para TikTok. No se pueden comparar los hallazgos líricos de un buen poeta con los ripios del vecino del tercero. No se pueden comparar las opiniones científicas con los desvaríos de cuatro exaltados que, hace veinticinco años, no habrían dado más que para rellenar un programa de radio en una emisora localísima. Sobre todo, cuando ya no se entienden ni los chistes de Eugenio.

@Faroimpostor