VALÈNCIA. Con más de 20 años de experiencia periodística, Raquel Ejerique se convirtió en directora de Informativos de À Punt en abril del año pasado tras ser la candidata mejor valorada por la Comisión de Valoración de la Corporació Valenciana de Mitjans de Comunicació (CVMC) y ratificada por el Consejo de Informativos de la radiotelevisión valenciana.
Su trayectoria profesional pasa por Abc, La Razón, 20 Minutos, Terra y también por la sección de Investigación en eldiario.es, donde ejerció de redactora jefa. Ahora, un año después de llegar a À Punt, Ejerique recibe a Valencia Plaza para hablar de cómo fue su llegada en pleno estallido de la pandemia, de los cambios que ha vivido la redacción y de los proyectos que tiene para esta, entre otras cuestiones.
-Nunca habías trabajado en una televisión ni en un medio público. ¿Era lo que te esperabas? ¿Te llevaste alguna sorpresa?
-Era lo que me esperaba más o menos, porque aunque vivía en Madrid, veía À Punt. Sí que me sorprendió encontrarme a un equipo humano con muchas ganas de cambiar, mejorar, avanzar y también de quitarse de encima el peso de Canal 9, de ser utilizados a veces en la batalla política. Gente que quería hacer periodismo y apartarse de otras cosas. En ese sentido me sorprendió, pero para bien.
-¿Así es como te encontraste a la plantilla, entonces?
-Sí, me encontré una plantilla de periodistas con ganas de hacer periodismo y generosos porque me apoyaron sin conocerme. Tuve un 70% de apoyos en una votación de un comité por parte de gente que no sabía nada de mí y me dejaron hacer una gran cantidad de cambios: en la forma de trabajar, en la web, el sistema por el cual las exclusivas se publican primero en la web que en otro sitio... Mucha gente me avisaba: "Ten cuidado, son funcionarios", que no lo son, por cierto... Me avisaban como si este fuera un sitio durmiente y realmente lo que he encontrado ha sido justamente todo lo contrario. Aquí hay gente que hace tele, cuando acaba hace radio y cuando termina, antes, durante o después, llama a la web para dar la noticia o a veces incluso la escribe. Eso no lo he visto en otras redacciones. A mí me parece que eso es único, y no para mal, sino para bien.
-Tu llegada coincidió prácticamente con el inicio de la pandemia... ¿cómo fue esa llegada a À Punt para dirigir a un equipo, cambiar las dinámicas de trabajo -la especialización- con media plantilla está en casa por la crisis sanitaria?
-Fue muy complicado. Primero y principalmente porque yo estaba en Madrid, embarazada de 7 meses y no podía salir de allí. Y tuve que hacer un primer trabajo, que luego la verdad es que fue muy útil para el desembarco, de conocer, llamar, hacer reuniones online, escuchar, enterarme desde fuera cómo funcionaba todo, qué opinaban unos de otros, de las estructuras... Cuando llegué físicamente, que fue en julio y acababa de dar a luz, ellos no sabían que yo ya les conocía a través de ellos mismos, de otras personas y de su trabajo. Por lo que realmente fue muy poco el tiempo que necesité para acabar de entender cómo funcionaban y dónde estaban las oportunidades de mejora. Para ellos fue especialmente complicado porque ahora no nos acordamos tanto, pero cuando no nos atrevíamos a salir de casa o cuando los niños no salían y si lo hacían los mayores se apartaban pensando que eran super contagiosos, aquí había periodistas y cámaras que se iban a las puertas de los hospitales, de los centros de salud... Y entonces nadie sabía cómo se contagiaba. Realmente lo duro creo que fue para los reporteros y los cámaras, que en esa situación hicieron un servicio público. Y ahí se demostró que ellos hicieron su trabajo, aunque probablemente no quisieran porque les daba miedo o sus familias estaban inquietas.
-¿Cuáles eran las claves del proyecto con el que ganaste el concurso?
-La base de todo es dar noticias. A veces nos obsesionamos en los medios con que parezcan modernas, amables, muy entretenidas... Pero aquí lo principal es dar noticias y exclusivas. Nosotros lo que estamos es compitiendo. Somos públicos, vamos a permanecer, no nos van a quitar el presupuesto, pero es que estamos compitiendo. No nos lo hemos ganado, tenemos que seguir ganándonoslo todos los días. Y sobre ese pilar, básicamente, pivota todo. Dar las mejores informaciones, y siempre que se pueda, antes que nadie, ser los primeros y los únicos. Porque eso genera unos lazos de afecto con tu comunidad, con tus ciudadanos, que son los que te pagan, para los que eres relevante. Y si tu lo dices, te creen porque eres tú. Y si tu lo cuentas antes, se sienten agradecidos porque están pagando pero gracias a eso reciben una información antes. Sobre esa idea principal se construyó una redacción por secciones para precisamente que la gente fuese especializada y tuviera acceso a las fuentes de información y que controlara lo suficientemente bien para explicar las noticias bien. Y eso ha funcionado. A raíz de eso, las noticias, las exclusivas, el contenido bien hecho y explicado ha sido una consecuencia natural de esa nueva organización.
-¿Y te ayudó alguien a elaborarlo? ¿Te basaste en alguna televisión concreta?
-Me basé en los años de experiencia periodística y en los modelos de redacción que había vivido, que afortunadamente eran muy variados. Había vivido modelos offline, modelos online, modelos de tele en streaming en Terra y en radio también tuve una breve experiencia... Si juntas la gente con la que he trabajado igual suman 1.000 personas, con sus diez jefes, estructuras, etcétera. Ese conocimiento como periodista de base es el que me ha servido para construir. Obviamente, basada en mi experiencia principalmente, pero también en el análisis también y además he preguntado a colegas de televisiones públicas para este proyecto, de TVE concretamente.
-Uno de los primeros proyectos que tuviste para la redacción de À Punt fue crear secciones especializadas. ¿Por qué surge esta idea que parece que sea algo que tradicionalmente se vincula más a la prensa escrita? ¿Por qué se decide traer este modelo a una tele?
-Porque desde el punto de vista lógico, ¿cómo vas a explicar tú Divalterra si es el primer día que vas a las puertas de Divalterra? ¿Cómo se lo vas a explicar bien a tu audiencia? Eso es imposible. Si tenemos a una persona que ha tratado el tema Divalterra desde hace dos o tres años, obviamente esa persona lo va a explicar mejor. Creo que hay una especie de mito sobre las teles públicas por el cual tienen que dar las noticias, pero no tienen que competir o dar exclusivas, o no tienen que parecerse a la prensa escrita. Yo creo que todo eso son mitos y al final lo que tenemos que hacernos es organizarnos, seas tele, radio o web. Organizarnos de la manera mejor para que la información llegue antes y más rigurosa y analizada. Si ese modelo es el de la prensa papel, bienvenido sea.
-Estás a punto de cumplir un año al frente de la dirección de informativos de À Punt. ¿Te ha llamado algún político que no debería haberte llamado?
-No. Obviamente, hay gente que hace saber su malestar y no necesariamente en privado, en Twitter también, no hacen falta llamadas personales. Hay personas, ya sean políticos o no, que tienen una idea de la tele que ellos quieren ver. Yo también tengo una idea de la tele que yo quiero hacer, y no sería À Punt necesariamente, no coincidiría con lo que hago ahora, pero es que la gente que trabajamos aquí no estamos para hacer la tele que nos gustaría a nosotros o a un colectivo determinado o un grupo político. Estamos aquí para hacer una tele plural. Y plural no significa políticamente, sino en la edad, aficiones, ocio, clase social, en el elitismo o no, en las fiestas... es una pluralidad que tiene que alcanzar a mucha gente de mucho tipo. Tenemos que dar la exposición del IVAM, y también las Fallas. No estamos para contentar a nadie. Hay personas que quieren ser contentadas por un medio público, pero eso es incompatible con contentar al de al lado. En días concretos hemos visto que por la mañana publicaban un tuit desde grupos de ultra derecha, y por la tarde, los de izquierda te decían que habías hecho no sé qué. En el mismo día. Eso nos hace reflexionar que a lo mejor estamos en el buen camino. Si no agradamos a nadie, a lo mejor es porque no estamos con nadie en concreto. Tomamos decisiones periodísticas, y a veces nos equivocamos y pedimos perdón, pero estas no están basadas en contentar, ni en hacer favores, ni responden a llamadas de presión. Aquí trabajamos en libertad.
-Hace un par de meses la consellera de Transparencia os acusó de falta de rigor. ¿Crees que este tipo de manifestaciones son oportunas por parte de miembros del Consell?
-Creo que no. Sobre todo porque tienen mecanismos para argumentar si hemos cometido errores. A veces, como te decía, los cometemos y pedimos perdón. Aquel tuit fue tan sorprendente que incluso se montó un corrillo de periodistas para preguntarle si había pasado algo. Yo me preocupé cuando lo vi porque pensé: "Hemos debido hacer algo realmente gordo y poco riguroso". Hablé con su equipo y lo aclaramos. Twitter es una cosa personal y cada uno es libre de tuitear lo que le parezca, sean consellers o no. Se puede opinar de todo, pero para que la crítica sea constructiva, creo que hay mecanismos y canales que son mucho más útiles. Y también para nosotros. Nosotros después del informativo hacemos una pequeña reunión de 5 minutos y nos autoflagelamos: "Esto lo hemos hecho bien pero....". La crítica ya la hacemos nosotros también. Siempre agradecemos la crítica de fuera pero siempre que sea una crítica argumentada, no descalificadora.
-Dijiste hace unos meses que veías mucha agresividad hacia À Punt. ¿En qué sentido?
-Es que a veces incluso estamos como sujeto pasivo dentro de una pelea. Somos como el rehén de lanzamientos y acusaciones que muchas veces no tienen ni siquiera que ver con nosotros. Es sorprendente porque lo que noto es afecto de la gente que realmente nos ve, y en algunos casos venidos del establishment o de esa pelea política, veo agresividad de gente que no está hablando de nuestra parrilla, ni de nuestros informativos... Hablan de otras cosas. Es normal también porque somos parte de lo público, y como parte de lo público estamos vigilados. Lo que pasa es que esa agresividad de la que yo hablaba, no viene de gente que nos ve, no es gente que analiza realmente lo que hacemos. Sino que se utiliza como parte de esa pelea política.
-¿Crees que algunos se arrepienten de que se haya abierto de nuevo la tv valenciana? ¿Quiénes?
-Creo que hemos aportado. No sé quién se podría arrepentir. Hay quien piensa que hemos aportado mucho, otros que menos, y otros que no aportamos nada, pero está claro que esto es una nueva manera. Una manera racional también en cuanto al gasto, del control financiero y cada euro lo exprimimos al máximo para dar ese servicio público. No creo que objetivamente pueda haber alguien arrepentido de lo que hemos hecho. Damos un servicio que en pandemia se ha visto. ¿Crees que se hubiera sabido qué pasaba en el hospital d'Elx o en el de Castellón si no hubiéramos tenido À Punt? ¿Quién lo hubiera contado? ¿Telecinco? ¿TVE? No lo hubiera contado nadie. Creo que ha sido evidente que hacemos un servicio público, la señal la damos en directo y la hemos compartido con todos los compañeros... Luego podemos hablar de cómo debe ser esta tele, cuánto debemos gastar, externalización o no, pero lo que es el servicio autonómico de una televisión pública lo veo indiscutible. Por eso me cuesta imaginar que haya alguien que pueda haberse arrepentido.
-Por parte de los grupos de derecha se ha hecho alguna que otra crítica a À Punt, pero ¿ves también esa desconfianza o cierto recelo por parte de alguno de los grupos del Botànic? Compromís decía hace poco en la comisión de Les Corts que parecía que os molestaban las preguntas que os hacían...
-Realmente creo que tienen derecho a hacer crítica. Lo que nos molesta porque nos hace perder mucho tiempo son los ataques que se hacen basados en lo que a uno le gusta personalmente. Tampoco creas que la derecha nos ha hecho tantas críticas. Nos critican cuando ellos consideran que nos hemos equivocado. El debate sobre su creación, retomando lo que hablábamos antes del arrepentimiento, creo que está superado ya. Ahora hablamos de si es mi tele o no, si me representa o no. Y esos recelos pueden venir por ahí: no es la tele que esperaba, o contribuí a abrirla y no es la que esperaba. Puede ser, pero creo que pocos se pueden quejar de falta de pluralidad, ni de dispendio económico porque va todo al milímetro y super fiscalizado, y tampoco de falta de ganas, de exclusivas, o de profesionalidad. Todo eso es poco discutible. Los recelos creo que vienen más de personas en concreto y del famoso twitter...
-De hecho, en Twitter has contestado más de un improperio. ¿Cómo gestionas las redes sociales personales? ¿Qué redes usas?
-Utilizo sobre todo Twitter, aunque también Facebook para mirar À Punt. Uso las redes para ver a nuestra competencia. Cuando me citan a veces para criticar algo que hemos hecho, obviamente no contesto; sean políticos o ciudadanos porque no nos vamos a poner a rebatir cada opinión u ofensa que cada uno tenga. Contesto cuando hay personas de relevancia pública que hacen una crítica o una acusación basada en un relato falso. Ahí sí que contesto porque, otra vez más: ser públicos no quiere decir ni ser neutrales, ni ser impersonales, ni no existir. "Como es público, no es de nadie; como es de todos, no es de nadie". Pues no, esto es de alguien: de los valencianos y valencianas. Y esto tiene unas personas al frente que no somos funcionarios, somos periodistas. Y si periodísticamente se dice algo que es falso, lo rebatimos exactamente igual. Pero la verdad es que lo utilizo poco.
-¿Te sientes obligada a participar menos o a no dar tu opinión ahora?
-Sí, claro, yo antes opinaba de casi todo y ahora opino de casi nada. Si opino es de cosas más públicas. No polemizo, y tampoco es que lo hiciera mucho antes, pero ahora no polemizo nada. Simplemente comentarios que antes haría, ahora no los hago porque también creo que mi puesto representa a esa pluralidad política, cultural, social, racial... de todo tipo, y no nos podemos posicionar.
-¿Qué diferencias ves entre los informativos de ahora y los que hacía C9?
-Toda. Aquí el caso de RTVV y el Papa lo dimos abriendo el informativo, imaginamos que en Canal 9 eso hubiera sido impensable. Dos plantas más arriba, un grupo de personas que formaban parte de una Mesa de Valoración abrieron unos sobres, se dieron cuenta de que ahí podía haber un pacto de precios, vieron que era el hermano del presidente del Consell y no dudaron un minuto en ir y decírselo a la competencia y ser ellos los que abrieran el caso, el famoso caso del cártel. Y luego nosotros lo dimos en los informativos. Esa es la diferencia. Somos libres, nos podemos equivocar periodísticamente, pero si lo hacemos es una equivocación periodística, no es dirigida, no hay manipulación. Somos transparentes y si nos afecta un caso y nos condenan por lo que sea, lo daremos también en los informativos si el caso tiene relevancia. Yo no sé cómo se trabajaba en Canal 9 porque yo no estaba allí, pero sí sé cómo lo hacemos ahora: sin cortapisas, ni autocensurarnos.
-Los sindicatos han protestado recientemente por el número de plazas que se autorizaban en la OPE. Como directora de informativos, ¿qué plantilla considerarías óptima para desarrollar la actividad con cierta normalidad?
-Para hacer lo que hacemos ahora la plantilla no puede ser otra que la que tenemos. No sé por qué tenemos que partir de la base de que aquí la gente no trabaja. Si pensáramos que podemos hacer lo mismo con la mitad de gente, sería como decir que aquí venimos a no trabajar. En el caso de los periodistas, como te decía, hacen tele, radio y web. Yo no sé el resto de medios de comunicación privados, que a veces dan lecciones, tienen a los redactores haciendo todo eso en una misma jornada laboral. Aquí se cumplen las leyes laborales, que es una diferencia fundamental con muchas redacciones. Esto ha cambiado, pero ser periodista presupone trabajar 10 ó 12 horas al día de partida. Aquí la gente trabaja 7,5 horas u 8. Claro que hacen horas extras también, pero eso te obliga a tener más periodistas de los que puedan tener otras redacciones. Por lo tanto, partimos de la base del cumplimiento de la ley laboral, de horarios o la conciliación, que son elementos básicos para un ente público, y de la eficiencia máxima de los recursos. Ante la pregunta ¿cuánta gente tiene que trabajar hoy para hacer lo que hacéis hoy? Pues la misma gente que tenemos hoy. Es bastante evidente y me sorprende que se discuta incluso en términos políticos, porque eso parte de la presunción de culpabilidad que arrastramos de Canal 9, igual que el tercio. "Como no sois mayores de edad, como no sois de fiar porque hace 10 años unas personas que gestionaron corruptamente algo, os vamos a aplicar más vigilancia que al resto", como si aquí no estuviéramos auditados o vigilados como cualquier ente público. Idealmente ¿qué plantilla tendría? Hombre, pues la de la BBC para hacer la BBC. Tendría un programa que sería HARDtalk como el que tienen allí de entrevistas brutales de un periodista veterano, tendría un programa de investigación de dos horas semanales, un programa de entrevistas, tendría muchas cosas, claro. Pero no es cuestión de cuánta gente tenemos, sino cuánta gente tenemos para hacer qué. Si tuviéramos más gente haríamos más cosas. De hecho, hemos crecido en oferta informativa un 30% desde septiembre. Hemos hecho esfuerzos.
-¿Y cómo se recupera unos niveles de audiencia óptimos tras los años de apagón y con el consumo de televisión cambiado por completo por la irrupción de plataformas como Netflix?
-Tenemos dos fortalezas para eso: hablamos de algo de lo que nadie habla porque no tenemos una televisión que cubra la Comunidad Valenciana, y lo hacemos en valenciano. Eso nos convierte en únicos. Para unos puede ser una debilidad porque no todos quieren escuchar los informativos en valenciano, pero hay una parte de la sociedad valenciana que sí que quiere. Por eso somos únicos y esenciales. Ahí tenemos una oportunidad. Pero claro, ¿tenemos que confiar en que dentro de 10 años o en 20 la gente esté en casa a las 14:00 y apriete el mando para que salga À Punt? Seguramente no. Por eso hemos iniciado una estrategia digital. Ahora mismo lo más potente es la televisión, pero obviamente se ha notado la fragmentación de las audiencias. La irrupción de Netflix o la emisión de Rociíto, son tantísimas cosas que compites en un ecosistema gigantesco. Por eso potenciamos también lo online y queremos mejorarlo para que sea una especie de OTT, como lo que tiene Atresmedia o Netflix. Estamos virando esa estrategia, porque no podemos esperar diez años para hacer lo mismo y repetirnos hasta que nuestros espectadores vayan cambiando de plataforma.
-Actualmente hay una comisión en Les Corts para reformar la ley de À Punt. Según tú y tras tu experiencia al frente de la dirección de informativos, ¿qué habría que cambiar de esa ley?
-Nosotros en general estamos tratados como si fuéramos una conselleria, no como si fuéramos un medio de comunicación. Sabes perfectamente que en los medios de comunicación hay cosas que no pueden esperar; necesitas algo y no puedes esperar a que haya un pliego, que te revise la mesa de contratación... Nosotros a veces encargamos cosas y salen a los dos o tres meses. Claro que tenemos que cumplir todos los procesos de legalidad administrativos, pero para sustituir una baja, por ejemplo, también tienes que esperar mucho tiempo. Somos menos versátiles o flexibles que la empresa privada en algunas cosas y eso afecta bastante, sobre todo cuando quieres hacer un cambio. "Poco a poco" en la pública es "nunca, nunca". Si tu no le pones impulso, la burocracia, las leyes, el sistema se te come y te paraliza. Tienes que actuar y actuar. Y muchas veces aquí nos vemos obligados a empujar mucho para que toda esa parte burocrática se mueva. Ahora en septiembre vamos a estrenar unos nuevos decorados que encargamos en febrero...
-Has trabajado muchos años en Madrid. ¿Cómo ves desde la distancia la crispación política y periodística que se vive allí?
-La veo con el alivio de quien ha salido de allí. Es muy diferente, hay mucha competitividad en todos los aspectos. Por otra parte también es enriquecedor porque efectivamente hay gente muy valiosa, los medios compiten a vida o muerte, y eso aquí lo noto diferente. A veces me preguntan que cómo llevo la presión aquí, y pienso, pero si es que el máster de presión ya lo hice allí. Esto me da la tranquilidad y seguridad suficiente por todos esos años de pelea y lucha como para ver las cosas y disfrutarlas; hacerlas con una perspectiva que no sea prisa, pelea, rabia, ambición. Puedo saludar a la gente por su nombre, preguntar cómo va, hacer reuniones para escuchar ideas, hacer cosas que cuando estás en un ritmo frenético de competencia total no puedes hacer. Fíjate aquí el coronavirus, cuando en julio no pasaba nada, ahora todo el rato pasa todo. Imagínate cómo debe ser allí, que tienes que contar lo que pasa allí, lo de todas las comunidades autónomas, más lo internacional... Es tanto, que solo te da tiempo a nadar para sacar la cabeza. En un sitio como este, donde hay menos crispación política y periodística, te da tiempo a pensar. Y eso ayuda mucho al periodismo.
-¿Cómo valoras que la Audiencia haya decidido archivar definitivamente la querella de Cifuentes por el caso Máster?
-Hombre, creo que han acertado (risas). Lo valoro con satisfacción. La verdad es que lo tenía ya bastante olvidado. El inicio sí que fue un poco más duro, porque yo pensaba que no lo iba a poner, y finalmente la puso siendo presidenta con el PP en el Gobierno y con un estado de ánimo judicial que... bueno, de hecho, hizo que admitieran a trámite el tema y que nos imputaran. Luego ya son cosas que se te olvidan. Daba por hecho que se iba a archivar, pero lo vivo como si fuera algo ya de otra vida.
A lo largo de su mandato, Costa lo apostó todo por la audiencia, pero sin un respaldo presupuestario ni burocrático, no ha habido modelo que asentar sino situaciones que amortiguar