Lo más urgente es separar el riesgo bancario (que quiebre un banco) del riesgo soberano (que quiebre un país)
Aunque no sabemos exactamente cuándo va a ocurrir, disponemos ya de múltiples indicadores que marcan el cambio en el ciclo económico. Los ciclos ocurren de manera regular en todos los países. Sin embargo, no en todos ocurren de la misma forma: España se caracteriza por expansiones más acusadas y recesiones también más agudas. Hay una parte del ajuste, cuando estamos tanto en la fase alta como en la baja del ciclo, que se realiza por parte de los “estabilizadores automáticos”: en fases expansivas, se recauda más por impuestos y hay menos transferencias (a parados, por ejemplo), de manera que ello frena parcialmente la expansión; en las recesivas, la menor recaudación de impuestos relaja la política fiscal y aumentan las prestaciones por desempleo y otras ayudas.
No obstante, los estabilizadores automáticos no son suficientes, en especial cuando nos enfrentamos a crisis especialmente virulentas o cuando nos encontramos, como nosotros, dentro de una unión monetaria, donde el margen de maniobra de las políticas nacionales se encuentra limitado. Éste ha sido el caso de la última crisis financiera, que tuvo, además, consecuencias asimétricas, esto es, más graves, en los países que estaban más endeudados, puesto que su primer efecto fue limitar el crédito internacional.
Durante los últimos años se ha estado discutiendo en la UE, tanto a nivel político como académico, sobre cómo conseguir que haya un mayor porcentaje del coste del ajuste que se realice a nivel europeo, dentro de la eurozona. En términos económicos es lo que se conoce como el coaseguro: disponer de mecanismos que faciliten el ajuste ante una recesión, de manera que el coste real para los ciudadanos no se concentre y se pueda repartir, tanto inter-temporalmente como inter-personalmente.
Internamente el mecanismo es el siguiente: ante una recesión, los hogares no pueden mantener su consumo (si alguien se queda sin empleo, bajan los ingresos de la familia). ¿Cómo ajustarlo? Con ahorro (de la propia familia), con programas sociales o mediante transferencias intergeneracionales. Por ejemplo, el gobierno puede realizar transferencias a las familias ante una recesión y financiarlo con deuda, que a su vez pagarán las siguientes generaciones (los hijos o los nietos) de dichas familias. Pero, en una unión monetaria, donde (en ocasiones) las recesiones pueden originarse o agravarse por el propio funcionamiento de dicha unión y donde las autoridades nacionales disponen de menos margen de maniobra, parece lógico que existan también mecanismos de coaseguro internacionales, al menos dentro de la eurozona.
De esto se ha hablado en la mesa redonda celebrada en las jornadas del grupo de investigación en Integración Económica, INTECO, en la Universidad Jaume I de Castellón. En ella han intervenido: Román Escolano, actualmente en CUNEF, exvicepresidente del Banco Europeo de Inversiones y exministro de Economía; Jean-Baptiste Gossé, economista del Banco de Francia; y Adrià Morrón, economista en CaixaBank Research.
Lo primero que cabría preguntarse es el grado en el que la eurozona sirve, en la actualidad, como coaseguro para sus ciudadanos. En la mayoría de los casos, tanto en Europa como en Estados Unidos (que suele ser la referencia para nosotros, tanto por su tamaño como por el hecho de ser un estado federal), la función de coaseguro la realiza el mercado de capitales. Por lo que se refiere a las transferencias fiscales, en EE.UU. suponen un 8% de la compensación, frente al 1% en la eurozona. Sin embargo, los mercados de capitales realizan hasta un 50% de la compensación en Estados Unidos, frente a sólo un 10% en el caso europeo. Más del 80% de los efectos de los shocks quedarían en la eurozona sin compensar. Además, a pesar de que seguramente la mejor forma de ayudar a que en Europa se compartan riesgos sería finalizar la integración en el mercado de capitales, da la impresión de que se está hablando más de establecer un mecanismo presupuestario de carácter federal.
¿Cuáles son las propuestas que se han estado discutiendo? A medio plazo se está potenciando la convergencia real, mediante el Semestre Europeo y la creación de un Fondo de Convergencia específico. La lógica es que cuanto menores sean las diferencias reales entre los países, será también menores los riesgos de efectos asimétricos en las recesiones. El debate actual se centra en mejorar la función estabilizadora mediante un presupuesto centralizado de naturaleza federal en Europa, con el objetivo de proporcionar mayor margen a la política fiscal. Varias son las opciones que se manejan: un seguro de desempleo europeo, un fondo para situaciones especiales (o “rainy day”) o un mecanismo de protección del nivel de inversión durante las recesiones cíclicas. Esta última opción es la que parece que ha alcanzado un mayor consenso político y, probablemente, académico también.
Hasta la fecha, el Consejo Europeo aprobó en junio de 2018 un acuerdo sobre un fondo o “instrumento de convergencia y competitividad”, para ayudar a financiar reformas y, tal vez, para mantener inversiones en tiempos de crisis, si bien no podrá ser utilizado con fines contracíclicos. De momento, se ha descartado un seguro de desempleo europeo, tal y como había propuesto Francia con el apoyo de España. También la Comisión lo veía con buenos ojos, ya que podría tener un efecto muy positivo desde el punto de vista económico para aquellos países con comportamiento especialmente procíclico en la tasa de desempleo, como España. Desde un punto de vista político, también habría servido para potenciar el sentimiento de ciudadanía europea. Sin embargo, es difícil que pueda aprobarse un instrumento de este tipo con suficiente dimensión (europea) como para ser efectivo, puesto que las contribuciones al mismo deberían ser muy grandes.
Lo más urgente, en opinión de los participantes en la mesa, es separar el riesgo bancario (que quiebre un banco) del riesgo soberano (que quiebre un país). Esto no fue posible durante la última crisis financiera y explica las dificultades de la moneda común y el contagio en el área. Para ello, es preciso terminar la unión bancaria, comenzando por un fondo de garantía de depósitos a nivel europeo (similar al americano mostrado en la foto), así como un fondo de emergencia, también europeo, que poder utilizar en casos de resolución bancaria, esto es, cuando un banco quiebra y hay que liquidarlo. Después podremos comenzar a hablar de un mecanismo de estabilidad fiscal, pero no antes.