Ahora que las restricciones provocadas por el COVID-19 llaman a nuestra puerta, es un buen momento para pedir a nuestras librerías de confianza títulos no perecederos con los que llenar la despensa.
VALÈNCIA. De ser poco más que una gripe espantahipocondríacos a haber provocado un terrible corralito de papel higiénico: la crisis provocada por esta cadena de ARN en la frontera entre el ser y el no ser -los virus no encajan bien en la categoría de ser vivo, pero tampoco en la contraria- es ya una pandemia, pero también un pandemónium que habrá que capear, seguramente, echándole horas al hogar. Una vez llenos los armarios de botes de fabada, lentejas y albóndigas, de paquetes de pasta de a kilo, de palomitas de microondas y de todo lo necesario para sobrevivir hasta que amaine el temporal vírico, es el momento de aprovechar el tiempo de descuento para visitar las librerías -en caso de que sea posible y poniendo en práctica todas las medidas de precaución necesarias, claro- y aprovisionar también la despensa de las estanterías, la mesa auxiliar del comedor y la mesita de noche. El tejido del sector cultural va a sufrir: hay que pensar un poco más que de costumbre en esas librerías -o artistas, o espacios que los acogen- que hacen la ciudad más amable, más como esa ciudad ideal en la que querríamos vivir, si queremos poder seguir disfrutando de ellos cuando la consabida curva se aplane y las cosas vuelvan a ser parecidas a como eran antes de Wuhan y esas sopas de murciélago tan de leyenda urbana.
Playing changes. Jazz para el nuevo siglo, del crítico del The New York Times y Jazz Times Nate Chinen -traducido por Javier Calvo-, y Go Ahead in the Rain. Notas para A Tribe Called Quest, de Hanif Abdurraqib traducido por Juan Manuel Salmerón Arjona, son dos titulazos de Alpha Decay que deberían adquirirse juntos para ser leídos con unos altavoces a mano durante unas no-Fallas en las que anuncian lluvias y confinamiento: el primero piensa el jazz como una fuerza viva y en proceso de transformación, el segundo, además de reflexionar acerca de lo que supuso la existencia del mítico grupo que da nombre al libro, analiza el peso de la música negra en el desarrollo de la cultura popular de Estados Unidos, desde la esclavitud hasta el #BlackLivesMatter. Referencias indiscutibles en lo que a textos musicales se refiere, desde ya. Y en Estados Unidos, en el pueblo de Gilean del estado de Ohio para más señas, transcurre La suerte de Omensetter, de William H Gass en el catálogo de La Navaja Suiza Editores con traducción de Ce Santiago, historia faulkneriana de un autor de enorme talento -admirado por David Foster Wallace o Susan Sontag- a quien quizás no conocemos tanto como deberíamos, en la que las consecuencias de la mudanza del feliz Brackett Omensetter llegan a nosotros a través de un puzzle de voces que hacen de la lectura de esta novela un proceso muy singular. Aún no nos marcharemos del Nuevo Mundo -ni de Faulkner-: falta recomendar Homenaje póstumo y otros relatos, la selección de relatos de Lamar Herrin, prácticamente todos ellos publicados por primera vez en castellano, que nos trae Chamán Ediciones; cuentos norteamericanos que nos hablan de la búsqueda de la tumba de una muchacha muerta, de un viaje al oeste a través de la ventisca, de las interestatales, de las gasolineras, de un país que se convierte a diario en otro país como lleva haciendo desde el mismo día de su fundación, aunque a distintas velocidades. Y falta recomendar también Adulterio, del maestro del relato Andre Dubus en Gallo Nero con traducción de Ángela Pérez: ocho historias en los que la fragilidad humana y los sucesos implacables del día a día ocurren puertas para adentro de la intimidad doméstica, familiar, individual, en la que también hay cabida, eso sí, para la belleza de un enlace en un pesquero un domingo azul claro del Atlántico.
Terminamos este trayecto en València con tres premios: El mañana sin mí, de Emilio Bayo y La tortuga que huía del jaguar, de Marta Quintín, Premios València 2019 y València Nova Alfons el Magnànim de Narrativa: un cadáver en un cementerio de Lleida con un impacto de bala de arma antigua y un pintor malditos ahorcado en forma de caso por resolver, y un irse que comienza con la muerte de una tortuga carey, dicen, a manos de un jaguar, en una playa del Caribe. El tercer premio y último libro de estas recomendaciones para la cuarentena -si llega- es L'últim dels valencians, de Guillermo Colomer, Premi Lletraferit de Novel·la 2019, un thriller ucrónico en el que conocemos a los Daràs, familia de Carcaixent a la que pertenece el arquitecto Martí Joan Daràs, protagonista de esta novela que avanza hacia un destino distinto al que ha conocido la sociedad valenciana con la transición hacia la democracia. Finalmente catorce libros para esos catorce días de soledad que según se dice, pondrán contra las cuerdas al coronavirus y conseguirán devolvernos la primavera. Así sea. Mientras llegan, a leer.