Estaba escribiendo esta columna sobre la más flagrante injusticia –y mira que hay– de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para 2018 cuando me he dado cuenta de que hace un año ya dediqué un artículo sobre la más flagrante injusticia –y mira que había– de los PGE de 2017, que era la misma. Así que me remito a lo escrito entonces sobre que el Estado tenga que contribuir a pagar el transporte metropolitano; sobre el hecho de que lo haga solo en Madrid, Barcelona y Canarias pero se niegue a financiar el de València –y el de alguna gran ciudad más, si es que lo han pedido–, y sobre los culpables de todo ello. Hoy escribiré de soluciones, que las hay.
En cifras, los PGE 2018 destinan un total de 284 millones de euros para transporte metropolitano: 127 a Madrid, 109 a Barcelona y 48 a Canarias. A València, que lo viene reclamando año tras año desde hace tiempo, cero euros.
Cabría analizar los motivos por los que Montoro se ha vuelto a olvidar de los usuarios del transporte público de València y 60 municipios del área metropolitana. Seguro que no es porque nos tiene manía, como decía Rita Barberá de Zapatero cuando el olvidadizo era él. Cabría preguntarse cuántas veces han ido a ver nuestros dirigentes a los del ministerio –no solo al ministro para la foto–; qué les dijo Montoro a Bonig y Eusebio Monzó cuando los recibió en noviembre y la líder del PPCV salió pidiendo al PSOE que apoyara los presupuestos de 2018; cuánta gestión política en los despachos han hecho los valencianos en Madrid y por qué han vuelto a fracasar. Pero eso nos llevaría una vez más a la melancolía.
El próximo miércoles, medio centenar de alcaldes del Área Metropolitana de València y altos cargos de la Generalitat se manifestarán frente al Ministerio de Hacienda, cosa que tendrían que haber hecho cuando Montoro preparaba el proyecto de PGE. Ahora tocaría manifestarse frente a Génova, porque es el PP el que vota las enmiendas a las cuentas en el Congreso. Y ya que los manifestantes son alcaldes, deberían presionar también a sus diputados allí porque a veces parece que importa más armar ruido que conseguir el dinero.
El otro día en el Club de Encuentro Manuel Broseta, Zapatero puso en valor el parlamentarismo con esta frase: "Las elecciones se ganan y se pierden en el parlamento, quien va ganando los debates acaba ganando las elecciones". El debate más importante del Congreso de los Diputados es el de los presupuestos, mucho más que el televisivo Debate sobre el Estado de la Nación. Debate de presupuestos ante las cámaras pero sobre todo en los pasillos para rascar un dinero extra, como harán con la maestría que les caracteriza sus experimentadas señorías de la antaño denominada minoría vasca.
En cuanto a los diputados valencianos, no cabe esperar del PP más que alabanzas a los PGE que "no pueden quedar empañados" –Bonig dixit– por el lamentable olvido del ministro; de PSOE y Podemos habrá enmienda a la totalidad sin pararse en minucias como el billete del autobús de los valencianos, y de Baldoví, la habitual lista de agravios que Montoro escuchará como quien oye llover lloriqueos de gallegos, asturianos, aragoneses, etc, y que rebatirá con su gracejo jaenero. Nos queda la esperanza de Ciudadanos, la esperanza de una enmienda a los PGE de Toni Cantó.
Es obligatorio en las enmiendas especificar de dónde se resta dinero para añadir un gasto, porque el presupuesto es el que es. Por eso las enmiendas suelen ser de cientos de miles o unos pocos millones de euros, no de 38 millones, que es lo que las autoridades valencianas estiman, por comparación con las agraciadas, que debería recibir la Autoridad Metropolitana de València. Si a Montoro le sobran 38 millones en el cajón de sastre de 'Gastos diversos', bien, pero si no, ¿de dónde restar tanto dinero? Muy sencillo, redistribuyendo los 284 millones, quitando 15 a Madrid, 10 a Barcelona y 8 a Canarias, lo que dejaría un reparto la mar de apañado: Madrid 112, Barcelona 99, Canarias 40 y València 33 (cinco menos de los solicitados).
Se quejarán las autoridades madrileñas, barcelonesas y canarias pero con menos razón que las valencianas. De hecho, Ada Colau pedía 40 millones más este año "para poder mantener congeladas las tarifas", lo que demuestra que todo agravio es subjetivo y toda injusticia relativa.
Esta enmienda no la puede presentar Baldoví porque el tándem PP-Cs se las rechaza por sistema. Tiene que ser Ciudadanos, corresponsable de las cuentas, el único además del PNV que puede poner en un brete a Rajoy. He señalado a Toni Cantó porque es su oportunidad de que los valencianos visualicen que ha hecho algo por la tierra donde nació y en la que consiguió el escaño antes de que Rivera lo presente como candidato a presidente de la Generalitat.
Aunque si Cantó no quiere que parezca que barre para casa porque él trabaja para todos los españoles, lo puede vestir como enmienda para la igualdad de todos los españoles que viven áreas metropolitanas, que es un argumento muy de Ciudadanos. Es obvio que Compromís votaría a favor de una redistribución como esta –aunque a alguno le parezca mal que se quiten 10 millones a Barcelona– y que el resto de grupos tendrían que retratarse, incluido el PP. Ese día también deberían estar los alcaldes en Madrid.
Los diputados que hayan alargado la lectura hasta aquí se estarán partiendo de risa, pero uno cree que la política está para cambiar las cosas que 'siempre se han hecho así'. Llámame iluso, pero después no me pidas el voto.