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“La tecnología no deja de ser un reflejo de la sociedad actual"

¿Progresa la sociedad con el uso de la tecnología?

26/03/2018 - 

VALÈNCIA. “Abusamos de las benzodiazepinas. El consumo de somníferos y ansiolíticos ha aumentado en España un 57% en 12 años. Tomamos este tipo de fármacos 4 veces más que en Alemania, por ejemplo”. La advertencia la hacía la OCU hace un tiempo al objeto de promover el uso responsable de este tipo de medicamentos. La información no habla de las causas que podrían estar detrás de ese incremento, pero deja claro que al menos un poco nerviosos sí estamos.

Motivos y factores estresantes hay muchos y no afectan a todos por igual. Pero el VII estudio CinfaSalud (2017) sobre ‘Percepción y hábitos de la población española en torno al estrés’ habla del tecnoestrés y lo asocia al uso de las nuevas tecnologías en el entorno laboral. Sería un desencadenante nuevo en España, aunque el termino lo acuñara en 1984 el psiquiatra estadounidense Craig Brod. A grandes rasgos, el tecnoestrés está directamente relacionado con las consecuencias psicosociales negativas del uso de las TIC. El psiquiatra lo definió como “una enfermedad de adaptación causada por la falta de habilidad para tratar con las nuevas tecnologías del ordenador de manera saludable”. A ello habría que sumar que esa adaptación es continuada debido a unas tecnologías que no acaban de renovarse y que el uso de las mismas se propaga ya dentro y fuera del entorno laboral.

Algunos efectos negativos

“La tecnología ha supuesto la revolución más potente y más rápida que hemos vivido como sociedad. Los cambios son exponenciales y cada día surgen nuevas herramientas que cambian de forma drástica el modo que tenemos de relacionarnos con nuestro entorno y con los demás”, manifiesta Lidia Nicolau, psicóloga y People, Happiness & Culture Director (HR Director) en la startup Habitissimo.

Como efectos negativos, observa también Nicolau las despersonalización en las relaciones con los demás, donde ahora, mas que un puñado de amigos, perseguimos un montón de followers, y una “potente pérdida de la intimidad”. 

Joan Fancesc Cánovas, especialista en comunicación de crisis y formación de portavoces, comparte los riesgos señalados por la psicóloga, aunque entiende que pueden afectar más a los jóvenes que a quienes esto de la digitalización les ha pillado algo mayores. “Los adultos hemos tenido ocasión de integrar el mundo digital en el analógico conforme nos interesaba. Utilizamos la tecnología como una herramienta más y de forma consciente. Sin embargo, con los jóvenes da la impresión de que sea la tecnología la que les utiliza a ellos. Esto produce distorsiones y empiezan a suceder cosas que antes no pasaban. A veces parece que hasta les cuesta distinguir entre el mundo virtual y el real”. 

Humanos y digitales

Sin embargo, aunque hasta ahora se han referido más a las desventajas que a las virtudes, hay que aclarar que ninguno de los consultados comparte la valoración que en su día hiciera José Luis Sampedro del “10 en tecnología y 0 en humanismo” sobre la evolución de la sociedad.

“Yo soy una firme convencida de que el ser humano, en general, es más cercano a la bondad y la generosidad que a la maldad y a la manipulación. La tecnología y la digitalización nos permiten dar oportunidades de interacción, colaboración y avance mucho más grandes que las que habíamos conocido hasta ahora, pero tiene un coste que debe ser pagado con el uso responsable. La despersonalización y el miedo o la incertidumbre a todo este mundo desconocido no pueden ganar la batalla al empoderamiento, en ningún caso”, dice Nicolau. A su juicio bastaría con “ser conscientes de qué hacemos y qué impacto puede tener en la sociedad”.

A Cánovas, por su parte, le parece absurdo disociar la tecnología de la sociedad, como si la primera tuviera vida propia. “La tecnología no deja de ser un reflejo de la sociedad actual. Por sí sola, no es ni buena ni mala y, dependiendo de como se use, tanto puede ser un factor de ayuda como de destrucción. El mundo digital es un reflejo del analógico, son herramientas que creamos nosotros”.

Emprenden por un mundo mejor

Y desde esta perspectiva de que no es la tecnología la que malicia una sociedad sino que ayuda a mejorarla se presentan la mayor parte de las soluciones de negocio. Una constante en el argumentario de las startups lo constituye su obsesión por “aportar valor” que no es otra cosa que aprovechar la innovación para introducir mejoras de toda índole: desde la corrección de desequilibrios sociales, hasta la optimización de los recursos y procesos, entre otros muchos, poniendo la tecnología a disposición de cuantos más, mejor.

Valga el ejemplo de la explicación que Lide Brito, CMO de la Wattio, una startup de domótica , da sobre su solución:  “Tecnologías como la nuestra impulsan un nuevo modelo de vida, en el que nuestro hogar funciona de forma autónoma, de acuerdo a nuestros gustos y hábitos, para que podamos dedicar el tiempo libre que tenemos a aquello que más nos guste hacer. Ese es el objetivo que perseguimos en Wattio, democratizar la domótica, para que sea accesible y tan fácil de usar, que le resulte atractivo a todo el mundo”.

Hasta ahí llega la tecnología. Luego ya si hay que hablar de precariedad laboral, de vulneración de la privacidad, de aislamiento, o de estrés laboral igual habría que mirar a la otra parte, a la humana, y analizar si es en su desarrollo donde hay que seguir insistiendo.

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