solo una dimisión de rajoy puede impedir el acceso de sánchez  a la moncloa

Sánchez, presidente en precario

1/06/2018 - 

VALÈNCIA. Tan precaria es la presidencia de Pedro Sánchez, que todavía podría frustrarse. El líder socialista logró ayer los apoyos necesarios para que este viernes salga adelante la moción de censura presentada contra Mariano Rajoy. No obstante, pese al éxito histórico cosechado -es la primera vez que ocurre- por el líder del PSOE en la arriesgada maniobra, la presidencia del dirigente del puño y la rosa será, según pudo apreciarse en el propio debate del Congreso, complicada y probablemente de corto recorrido, aunque no llegó a concretarse una fecha para una convocatoria de elecciones anticipadas.

Así, líder del PSOE deslizó algunas actuaciones a adoptar en esta etapa como derogar algunos artículos de la 'ley mordaza', impulsar leyes contra la brecha salarial y la desigualdad laboral entre hombres y mujeres y recuperar la sanidad universal. Una serie de medidas dirigidas a sentar las bases de su proyecto pero de las que se desprende, así lo consideran fuentes socialistas, que Sánchez quiere dejar su impronta en La Moncloa para, tras subir algunos enteros, lanzarse a una convocatoria electoral que pueda reafirmarle en el puesto. 

En este sentido, y aunque la tentación de atornillarse en el cargo puede estar presente, proseguir en el puesto le obligaría a afrontar cuestiones más complejas que pueden acarrearle graves crisis de gobernabilidad solo con los 84 diputados que ostenta, más aún con el problema de Cataluña todavía sobre la mesa.

Con este escenario, la realidad es que Sánchez tomará posesión en los próximos días de un cargo que, salvo que exhiba una habilidad proverbial, tendrá cierto carácter interino dada la fragmentación parlamentaria existente y los complejos problemas que hereda del Gobierno de Mariano Rajoy sobre todo en el apartado territorial.

Es más, todavía existe una posibilidad -aunque todo apunta que no se hará efectiva- de que Sánchez no entre en La Moncloa: que Rajoy se anticipe a la votación presentando previamente su dimisión, lo que haría decaer la iniciativa socialista y activaría un proceso de investidura. 

Una opción que descartó por la tarde María Dolores de Cospedal, secretaria general del PP, y que, a última hora de la noche, distintas fuentes populares en el Congreso rechazaban al señalar la inoperancia -más allá de ganar tiempo- del intento dado que el candidato que propusiera el PP no alcanzaría los votos suficientes.

Así pues, si Rajoy no cambia de idea, Pedro Sánchez se convertirá este viernes en el nuevo presidente del Gobierno de España. El líder socialista tomará el timón con 84 diputados de los 350 escaños que alberga el Congreso. Una masa parlamentaria mínima para la compleja situación que atraviesa el país y que augura un mandato relativamente breve.

 
El propio responsable del PSOE se expresó prudentemente a lo largo de la jornada en un tono que denotaba la posibilidad flotante de una cita con las urnas más pronto que tarde. Prueba de ello, sus reservas a la hora de afrontar la reforma del sistema de financiación que viene exigiendo el Gobierno valenciano. "Sea comprensivo, no vamos a poder resolverlo todo ahora", comentó Sánchez en su respuesta al portavoz de Compromís, Joan Baldoví, sobre esta cuestión.

Ahora bien, lo conseguido por el dirigente socialista es un logro extraordinario para sus siglas que llega en un momento en el que el PSOE venía representando un papel casi irrelevante en la agenda política estatal. La sentencia sobre el caso Gürtel que condenaba al PP hecha pública la pasada semana, sirvió como un resorte a la cúpula de Ferraz: el movimiento, en el que puede verse impreso el sello del valenciano José Luis Ábalos, secretario de Organización, era arriesgado e incluso en las primeras horas contó con el escepticismo de buena parte del panorama político y mediático.

No obstante, hubo maestría en la ejecución del plan por parte de los socialistas. El PSOE presentó por sorpresa la moción en el Congreso -saltándose eso sí la participación de sus propios órganos- anulando así que Rajoy pudiera reaccionar convocando elecciones; hizo firmar a sus 84 diputados para que no existiera opción para negociar otra iniciativa similar y fue en todo momento un paso por delante de Ciudadanos en el relato mientras aceleraba los contactos con el resto de fuerzas ante la réplica del PP de convocar de inmediato el pleno. 

Finalmente, la labor de fontanería liderada por Ábalos permitió sumar los apoyos suficientes y dejar a Albert Rivera en un plano absolutamente secundario en el debate. La formación naranja, que goza de una posición más que ventajosa en las encuestas, queda ahora en una situación de pérdida de control e incertidumbre dado que la caída de Rajoy, aunque pueda resultarle beneficiosa a corto plazo, se ha producido sin su concurso y abre un escenario de reconstrucción del PP sin que Rivera pueda controlar el calendario electoral.

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