Ya sean refugiados sirios como desprotegidos niños ricos, Benedict Cumberbatch demuestra una extraordinaria sensibilidad para poner en el centro a los más débiles. Su nueva interpretación, Patrick Melrose, dibuja la personalidad de un hombre rico cuya terrible infancia marca toda su vida, en el mejor trabajo de su carrera
VALÈNCIA. “Nadie sale de su casa a menos que su casa sea la boca del tiburón. Solo se corre hacia la frontera cuando ves a toda tu ciudad corriendo también. Tienes que entender que nadie pone a sus hijos en un barco a no ser que el agua sea más segura que la tierra”. Benedict Cumberbatch, popularmente conocido como Sherlock, parafraseó el poema ‘Home’ de Warsan Shire en 2015, tras el estreno de Hamlet en el teatro Barbican de Londres. El actor, cooperante de la ONG Save the Children, y muy crítico con la postura del gobierno británico en sus escuetas políticas de ayuda a los refugiados, animó al público, noche tras noche, a colaborar en las ayudas a los refugiados sirios.
Su extrema sensibilidad con los más débiles se traslada de igual forma en su trabajo como actor. Es difícil no rendirse a su extraordinario trabajo artístico. Su papel protagonista en Patrick Melrose, la miniserie de Showtime (en EEUU) y Sky Atlantic (en UK), puede considerarse como su mejor trabajo interpretativo hasta el momento, con una actuación de una delicadeza y profundidad sobresaliente. Con toda seguridad, esta serie aparecerá en las quinielas de los próximos premios Emmy y Globos de Oro.
Basada en las novelas autobiográficas de Edwar St. Aubyn traducidas en español con el título de El Padre (Some Hope en Gran Bretaña), explora las consecuencias del abuso sexual en la infancia; retrata la decadente vida aristocrática británica de forma descarnada; y nos hace viajar alrededor de las adicciones y los demonios de un personaje que lleva sufriendo desde niño.
En Patrick Melrose, disponible en España el próximo 18 de septiembre vía Sky España, conocemos la historia de un hombre de familia rica y aristocrática, cuyo autoritario padre es un sádico (Hugo Weaving), y cuya madre alcohólica, generosa con los más necesitados, es, sin embargo, incapaz de protegerlo y de protegerse a sí misma (espectacular Jennifer Jason Leigh). En diversos momentos Patrick niño le pide a su madre escapar del infierno al que está sometido. Pero su madre, cegada por las adicciones, no es capaz de poner a su hijo en ese barco que le salvaría del horror, como decía el mencionado poema sobre los refugiados, porque precisamente los monstruos viven dentro de su propia casa. “El truco es no pensar en eso”, contestaba su madre a un atemorizado Patrick en una secuencia.
La familia no se elige. El poder socioeconómico, siendo niño, tampoco. Rodeado de privilegios, el pequeño Patrick Melrose no encuentra salida alguna a su dolor, y se hace adulto con un grave trauma que le impedirá vivir en plenitud. Con constantes saltos en el tiempo desde su niñez, a sus años más salvajes como adulto, cuando la heroína domina su existencia, somos testigos de sus diversos procesos de desintoxicación y de los intentos por reconducir su vida y liberarse de las pesadillas relacionadas con su angustioso pasado y sus propias raíces.
Tan pronto vemos a Cumberbatch delgado y demacrado, sufriendo un delirium tremens consecuencia de los excesos, como asistimos a su subida peso y a sus fracasados intentos por llevar una vida de perfecto padre de familia. “Me he esforzado mucho para no pasar a la malicia y al resentimiento, por darles una infancia diferente”, dice el Patrick adulto, reflexionando sobre sus propios hijos. “¿No has renunciado a la ironía, no?”, le dice un personaje en otra secuencia al siempre afilado Patrick Melrose. “Es la adicción más difícil de todas”, responde en uno de los brillantes diálogos de la serie.
Porque el atormentado Patrick, una vez se convierte en padre de familia, muestra su desesperación por evitar que se perpetúe “el veneno que gotea de generación en generación”, cuando en realidad es él quien se boicotea a sí mismo como adulto.
No hay nada que afear a esta sensacional serie. Dirigida por Edward Berger, director en The Terror y Deutschland 83, los diferentes escenarios y épocas son mostrados con diferentes etalonados y movimientos de cámara con estilo, mientras que los guiones, firmados por David Nicholls (Great Expectations, The 7.39, One Day) y el propio novelista Edward St. Aubyn, firman unos diálogos agudos, repletos de humor negro.
"Las cenizas de tu padre estarán disponibles mañana por la tarde”
"¿No hay posibilidad de un trabajo urgente?"
Interpretativamente magistral en todos los personajes, la obra tal vez peca de excesivamente larga en su primera entrega. A partir del segundo episodio, cuando los saltos en el tiempo dominan el relato, la serie encuentra su mejor tono.
Una serie para disfrutar como espectadores adultos, Patrick Melrose nos hace a reflexionar sobre los débiles. Aquellos seres humanos, víctimas de abusos, que podemos encontrar en cualquier ámbito.
Mejor que cualquier serie de Netflix o HBO son las entregas del programa Imprescindibles de RTVE y, en su plataforma, hay como doscientos episodios listos para ser vistos. Uno de los últimos, sobre Carlos Tena, nos descubre a un periodista musical difícil de ver hoy. Enfrentado con y contrario a los dictados del mercado, abierto de mente y ecléctico, con interés en lo antiguo tanto como en lo moderno. Un personaje singular que puso su granito de arena para que la explosión musical española de finales de los 70 fuese como fue