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al otro lado de la colina / OPINIÓN

Otra vez, tristemente, el Líbano

Los conflictos en Oriente Medio son como el día de la marmota, que se repiten y se repiten, pero no por ello hay que dejar de ocuparse de ellos, no sólo por la importancia de los intereses en juego, sino sobre todo por las personas que sufren sus consecuencias

3/12/2017 - 

Justamente hace un año, con motivo del nombramiento de Michel Aoun como presidente del país, aventurábamos sobre como el Líbano, tras la derrota del Estado Islámico (en la que casi estamos ya), al ser “el eslabón más frágil de la cadena” chií (por Hezbollah), iba a ser objeto de las presiones suníes; y como la realidad nunca defrauda, y siempre supera a la ficción, este pasado 4 de noviembre se producía un rocambolesco suceso con el primer ministro libanés Saad Hariri como protagonista.

Ese día, en la visita oficial de Hariri (representante de la cuota suní en el reparto de poder libanés) a Arabia Saudí aparecía en aquella televisión oficial anunciando su dimisión, algo inaudito en la historia de las relaciones internacionales y sólo propio de políticos destronados por golpes de Estado y derrotas militares, justificado por el premier como consecuencia de la desestabilización regional por parte chií (Iran y Hezbollah) y que temía por su propia vida (recordemos que su padre Rafic Hariri fue asesinado en 2005, cuatro meses después de dejar el cargo de primer ministro).

Después vendrían las presiones internacionales para su “liberación” y vuelta a casa, previa visita a Francia invitado por Emmanuel Macron (la grandeur siempre con ganas de recuperar/ganar protagonismo internacional), produciéndose su regreso el día 22 de noviembre, justamente para celebrar el Día de la Independencia, y anunciar la retirada de su dimisión.

Como pueden ver todo un sainete que tensa, más si cabe, el pulso chií-suní, y que pudiéramos estar en un nuevo y complicado entorno regional, en cuanto desaparezca del todo el factor Isis; pues fíjense los elementos y acciones introducidos desde ese 4 de noviembre hasta hoy.

La noche del mismo día de la dimisión de Hariri, como respuesta, las fuerzas chiíes-houthis (Yemen) lanzaron un misil balístico (de manufactura iraní) contra el aeropuerto de Riad (este mismo jueves fue interceptado, por cierto, otro sobre la ciudad saudí de Jamis Mushait); y para mantener el impulso de la casa de los Saud, aquella misma noche se produjo el inicio de una purga sobre once príncipes, cuatro ministros y decenas de ex-ministros con la excusa de la corrupción, y bajo la dirección del príncipe heredero Mohamed Bin Salmán, hijo del rey Salmán bin Abdulaziz.

A los pocos días, el 16, el jefe del Estado Mayor del Ejército israelí, Gadi Eisenkot, manifestaba la disposición de Israel a compartir inteligencia/información con Arabia Saudí para hacer frente a Irán, y añadía que la aparición de Donald Trump en la política USA abría "una nueva oportunidad para una nueva alianza internacional en la región", en lo que parece un nueva reedición de la alianza de USA y los Saud (con el apoyo israelí, y la alianza Egipto-Arabia Saudí) tras el periodo de abandono por parte de la política internacional de Barak Hussein Obama; pues desde mitad de septiembre se sabe de la creación de una base permanente estadounidense por primera vez en suelo israelí, en la Escuela de Defensa Aérea de sus Fuerzas de Defensa, cerca de la ciudad de Beersheba. Mientras, este jueves pasado, el Wall Street Journal ya anunciaba la retirada de un contingente de 400 soldados USA, del 10th regimiento marine, de suelo sirio tras la conquista de Raqqa.

Por su parte las fuerzas chiíes también hacen sus alianzas. Los presidentes de Turquía, Rusia e Irán (Recep Tayyip ErdoganVladimir Putin y Hasan Rohani) respectivamente, se reunieron en la ciudad rusa de Sochi este 22 de noviembre, en lo que parece el establecimiento de lo que algunos han llamado la Pax Rusa (ya veremos que opina de eso Trump y sus aliados), que las consecuencias o acuerdos siempre secretos (al principio) puedan ser las siguientes: el fortalecimiento del eje chií (Irán -Irak -Siria -Líbano), el mantenimiento de la presencia de Rusia en el Mediterráneo Oriental a través de sus bases en Siria y la neutralización de la amenaza kurda sobre los turcos, para que Turquía haga lo que tenga que hacer con ellos... después de abandonar su tiempos de estar más cerca de Occidente y de Egipto.

Por lo que, como hemos avanzado, estén pendientes, pues se abre un nuevo capítulo en los conflictos del Oriente Medio donde de unas guerras imperiales se pasó a las guerras entre los dos bloques Este-Oeste, para posteriormente aparecer las guerras y el terrorismo étnico-religioso del Daesh y, para finalizar, en estas guerras proxy (a través de apoderados) de chiíes contra suníes, donde se enfrentan los dos bandos en el Líbano; lástima de país y pobres habitantes. Y eso que era la antigua Suiza de Oriente.

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