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el billete / OPINIÓN

No sabemos ni contar

19/04/2020 - 

Confiemos en que el resto del mundo esté enfrascado en su particular lucha contra el coronavirus y haya pasado inadvertido, fuera de España, el ridículo protagonizado por el equipo médico habitual que dirige Fernando Simón. Un mes y tres días después de decretarse el estado de alarma, Simón ha venido a reconocer vía BOE que las curvas y picos con las que nos ha venido instruyendo estas semanas son tan inútiles como los test y mascarillas fake que le colaron al ministro Illa y que, por tanto, las cifras de contagiados y fallecidos son irreales.

Se veía venir, y ahí va una prueba para que no nos digan que somos capitanes a posteriori. El equipo de matemáticos de la Universidad Politécnica de València que elaboraba a diario una predicción sobre la evolución de la Covid-19 renunció a continuar su trabajo el pasado 5 de abril porque los datos del Ministerio de Sanidad no eran fiables: "hay comunidades que proporcionan datos diarios y otras comunidades que aportan datos acumulados. Y el ministerio los suma todos bajo el epígrafe de datos acumulados", se quejaba en un comunicado colgado en su página web. "Esperamos pronto publicar nuevos informes corregidos, si bien será difícil que sean aplicables a toda España por la falta de homogeneidad de los datos en las diversas comunidades autónomas". No lo han hecho.

Lejos de sonrojarse, el equipo científico en el que Pedro Sánchez dice basarse para decidir cuándo los españoles podremos salir de casa continuó como si nada sumando peras y manzanas hasta que Cataluña dio esta semana un puñetazo en la mesa y afloró 3.242 muertos que no estaban en las cifras oficiales. Son fallecidos con síntomas de coronavirus a los que no se hizo test porque no había test para todos –tampoco se hacen autopsias–, especialmente en residencias. Madrid dice que tiene 5.900 fallecidos que sumar a los más de 7.000 'oficiales'. 

La respuesta del ministerio, que se veía de repente superando a Italia en número de fallecidos, es que solo va a contabilizar aquellos a los que se les haya hecho test. Todo ello el mismo día que la Organización Mundial de la Salud recomendaba a los gobiernos revisar sus cifras de fallecidos e incluir los sospechosos de tener coronavirus.

Foto: Moncloa

Este bochorno ha servido, por buscar el lado positivo, para que el ministro de Sanidad hiciera una reflexión en Twitter que es un diagnostico de por qué España compite por el liderazgo en muertos por Covid-19, además de la falta de material de protección: "Tener una buena calidad de los datos es fundamental para seguir avanzando en la lucha contra la epidemia". Efectivamente, no tener datos suficientes por falta de test, no gestionarlos bien es lo que Illa llama no tener datos "de calidad" y eso ha tenido consecuencias en forma de decisiones de brocha gorda con perjuicios innecesarios y, sobre todo, más contagios y más muertos.

El duelo

Hablando de fallecidos y de brocha gorda, es sorprendente la insensibilidad del Gobierno con los más de 20.000 muertos y sus familias. La semana pasada escribía aquí sobre una de las normas más disparatadas del ministerio, la prohibición de que acudan más de tres familiares a enterrar a una persona. Siete días después la norma sigue vigente, los partidos políticos siguen a lo suyo y solo la organización de consumidores Avacu ha pedido a Sanidad que rectifique la injusta norma.   

Mientras, en el Cementerio de València un cancerbero se encarga de amargar aún más el trago a las familias haciendo cumplir la norma a rajatabla al tiempo que el Mercado de Ruzafa, espacio cerrado mucho más pequeño que el cementerio y también responsabilidad del Ayuntamiento de València, estaba tan animado este viernes que solo las mascarillas demuestran que la foto no es de hace dos meses. Comprar sí, enterrar no, ¿era eso el anticapitalismo?

El Mercado de Ruzafa, este viernes. Foto: VP

Lo mismo cabe decir del luto oficial, que lleva camino de parecer una cosa de derechas. Solo encuentro una explicación a la negativa de Pedro Sánchez a rendir tributo a los más de 20.000 muertos, y es que primero se le adelantó Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid y a continuación se lo pidieron Casado y Abascal. Sánchez ni contestó porque es incapaz de aceptar a la primera una propuesta de la derecha, por lógica que sea... y cuanto más se lo piden más roja se pone la corbata porque a él nadie le dice lo que tiene que hacer.

Joan Ribó declaró luto indefinido en València el 1 de abril. El alcalde ya demostró que sabe lo que es honrar a los muertos cuando falleció su enemiga política Rita Barberá, a diferencia de Pablo Iglesias, que le negó un minuto de silencio. ¿Será cuestión de edad o de educación? El Viernes Santo este periódico le preguntó a la portavoz del Consell, Mónica Oltra, si la Generalitat iba a declarar luto oficial y respondió que no era el momento. Han esperado a que se lo pida la oposición pero al menos Puig no ha hecho como Sánchez. Este domingo estamos de luto, un día de luto oficial. Algo es algo.

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