arte urbano en confinamiento

Nacho Mawe, realismo con altas dosis de creatividad

El artista se reinventa durante la cuarentena: apuesta por el lienzo y mezcla técnica, geometría y color como nunca lo había hecho

18/05/2020 - 

VALÈNCIA. Queda constatado que el arte urbano, lejos de apagarse durante el confinamiento, ha buscado la reinvención en todos los sentidos. Ya no solo en relación al evidente impedimento de pintar en las calles, sino también a la técnica. El encierro, como ya veníamos observando, ha servido para que los artistas urbanos aprovechen su tiempo libre y profundicen en nuevos estilos y corrientes. Y también para que, aunque sea durante lo que dure el estado de alarma, incorporen nuevas herramientas a su trabajo más allá del spray.

Esto es, básicamente, lo que le ha ocurrido a Nacho Mawe. El artista valenciano de 31 años ha dado el salto al lienzo y lo ha hecho con bastante solvencia. Llevaba casi toda su vida dedicándose a pintar murales. Aclara que no ha perdido el interés por ellos, pero que ha utilizado la cuarentena para “crear algo nuevo”. No es que haya abandonado la pintura sobre pared, de hecho, ha continuado con ella respetando el encierro y limitándose a pintar en su terraza.  No obstante, también ha querido “reproducir el estilo” que normalmente plasma en un muro, esta vez “sobre el lienzo”. Mawe no se olvida de su pintura precisa y proporcionada, pero le da la vuelta a la tortilla e incorpora a su estilo realista destellos que recuerdan al arte abstracto, así como brochazos de una colorida geometría que, como él mismo dice, “crean un impacto visual al que el ojo humano no está acostumbrado”. 

Homenaje a los sanitarios

Confiesa haber llevado la cuarentena bastante bien, no solo porque conviva con su “mejor amigo de toda la vida”, sino porque dispone de espacios para pintar tanto en su terraza como dentro de casa. Uno de sus primeros trabajos en confinamiento, este todavía en pared, fue el homenaje a los profesionales sanitarios que llevó a cabo a finales de marzo. Aprovechando que ya llevaba algún tiempo pintando rostros de manera muy detallada, decidió incorporar a uno de ellos “el elemento simbólico por excelencia de las últimas semanas”, es decir, la mascarilla.

Sin embargo, el artista urbano critica la concepción que últimamente se tiene de los profesionales sanitarios: “Si decimos que son héroes, lo son los 365 días del año, no solo ahora”. Y si no, argumenta, “simplemente son personas que están realizando su trabajo pero que se están dejando la piel más que nunca”. En cualquier caso, concreta, "hacen una labor que no tiene precio”. 

Fue a raíz de su homenaje cuando decidió continuar por ese camino de los rostros, aunque a partir de ahí, sobre lienzo. “Quería probarme a mí mismo trabajando en otros formatos -cuenta-, para poder llegar a otros mercados”. Así, los cuadros que ha pintado hasta ahora “han tenido buena acogida”. 

Durante el confinamiento ha recibido varios encargos. Entre ellos, el cuadro del ojo en primer plano que define perfectamente cómo ha sido su evolución artística en los últimos meses. “Fue un encargo  para una óptica. Pidieron un ojo por razones obvias, pero me dieron total libertad para que me expresase como yo quisiera”. En este sentido,la manera en que pinta ahora ha sido “puro descubrimiento” de sí mismo. Durante su trayectoria ha pasado por todo tipo de graffiti: desde las letras clásicas, hasta las ilustraciones de trazo preciso y el realismo. Sin embargo, afirma que pese a disfrutar mucho de esta última, del realismo, en cierto modo “le aburre estar fijándose constantemente en cada detalle”. Así pues, se le ocurrió mezclar esa técnica (que por otro lado es indispensable para un resultado óptimo) con las formas geométricas y coloridas que se aprecian en sus nuevas obras. “Queda un poco psicodélico -destaca-, y lo importante es que cuando lo hago me divierto muchísimo”.

Sin un objetivo concreto más allá de la creatividad

Nacho Mawe no ha sufrido el golpe de la falta de creatividad que el estar confinado ha supuesto para muchos artistas. Al contrario, le ha servido para ahondar en su forma de pintar, en su creatividad. Y es que el artista no suele tener un objetivo más allá de eso, a excepción de obras puntuales. “No pretendo lanzar un mensaje concreto con cada obra, lo que me gusta es crear impacto visual. Y en ese sentido, opina que “el realismo, aunque pueda llegar a ser espectacular, no deja de ser como ver una foto”. “Me gusta que la persona que vea mis cuadros se pierda en los detalles, en la técnica y en la combinación de los colores”.

Quizás la excepción que confirme la regla en la obra de Mawe, sea un cuadro que ha pintado durante la cuarentena que sí está fuertemente cargado de connotaciones. Se trata de la imagen de dos manos entrelazadas, de las cuales se desprende el color “como si se derritieran”. Según cuenta, “ya queda menos para que podamos tener contacto humano, que es una de las cosas que más hemos echado de menos durante la cuarentena”. El artista piensa que, cuando llegue el momento de poder retomar esa cercanía, “le daremos un valor extra como nunca lo habíamos hecho”. “Nos fundiremos en ese cariño: la pintura se derrite porque las manos están fuertemente unidas”, explica.

En cuanto a lo que se avecina, Mawe afirma que esta crisis ha sido para los artistas como un arma de doble filo: por un lado, “los artistas han tenido más tiempo para descubrirse a sí mismos probando nuevas técnicas”, lo cual hace que esta “sea una buena época para la promoción del arte”. Sin embargo, la parte negativa es que, “los artistas urbanos, al no poder salir a la calle, han visto una gran limitación en su trabajo”. Esta segunda parte de su diagnóstico, no tendría por qué suponer un problema de cara a la 'nuava normalidad'. “Lo que hacemos los artistas urbanos se supone que no está en peligro”, afirma. “El problema -y eso se presenta como una evidencia- es que si esta crisis ha tocado tanto a la gente económicamente, la demanda de graffitis dejará de ser una prioridad”. El artista tenía apalabrados varios encargos que por el momento siguen en el aire. No obstante, se muestra optimista: “El haber hecho cuadros desde casa ha permitido que se abra ante mi un nuevo abanico de posibilidades, lo cual está genial”. “Si esta crisis no hubiera surgido, probablemente no me habría centrado tanto en el lienzo”. 

Experiencia por encima de todo

El aprendizaje artístico de Nacho Mawe siempre ha seguido un camino a expensas del estudio académico. Desde pequeño se interesó por el graffiti. “Mi primer contacto con él fue con 12 años”. Se compraba sprays baratos, de mala calidad, y se lanzaba a pintar con un par de amigos los muros de cualquier edificio abandonado. Hasta 2015 Mawe se dedicó “a pintar letras y a conocer a gente del panorama del arte urbano español”. Un año después decidió profesionalizarse, y como la demanda de dibujo es mucho mayor que la de letra, empezó a dibujar. Desde 2016 ha ido probando distintos estilos hasta perfeccionar su técnica, y hoy puede decir que “tiene la suerte de poder vivir del arte”.

“Conozco artistas urbanos que tienen una base en estudios artísticos y es cierto que se nota en su técnica”, advierte. “Pero yo, personalmente, aunque piense que la educación es muy importante, he visto gente sin formación que tiene un talento increíble; y eso es casi más importante que conocer la técnica perfecta”.

Entre sus influencias, el graffitero destaca dos: “Cuando pintaba letras,mi mayor referente era Does, un artista de Copenhague. Me encanta como combina los colores con su estilo”. Y a nivel de retrato, se decanta por el artista urbano Belin, de Jaén. “Es internacionalmente conocido. Ese hombre prácticamente implantó las bases del realismo en el graffiti en España”.

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