ACTÚAN BAD GYAL, RECYCLED J, PROK Y LOCOPLAYA

Nace 'Crazy Urban', el festival que busca convertir a Torrevieja en la capital de la cultura urbana

13/08/2021 - 

TORREVIEJA. Nace con el 95% de entradas vendidas, un cartel potente y con ambición de crecimiento en torno a la cultura urbana. La primera edición del festival Crazy Urban despega en Torrevieja guiada por el mantra "calidad antes que cantidad". Con dos artistas por noche, el viernes 13 se subirán al escenario los canarios Locoplaya y el granadino Prok, mientras que el sábado 14 llegará el turno de los cabezas de cartel, el madrileño Recycled J y la catalana Bad Gyal. Cuatro topperos que se sitúan en la lista de los más escuchados y en la élite del urban style español.

"Queríamos contar con los primeros espadas del panorama nacional", confiesa José Ten, responsable de la productora Shiroten, organizadora del evento. Claro está que, aunque estos músicos mueven masas, cabezas y más de un paso de baile, no son los únicos que lo hacen, pero la situación coronavírica no ha permitido agregar a más compañeros del gremio: "No hemos metimos más grupos porque no es viable tener a un público de unos 20 años siete horas sentado; ya es bastante que vayan a estar unas tres horas así. Creemos que con una oferta de dos artistas por día vamos a poder transmitir lo que queremos", considera.

¿Y qué es lo que busca el festival? En pocas palabras, convertir a Torrevieja en el epicentro de la cultura urbana. "Nuestra idea es crear un festival multidisciplinar de cultura urbana, que vaya más allá de la música". Para darle ese valor añadido al evento, la promotora ha organizado actividades en los alrededores del recinto de las Eras de la Sal, donde tendrán lugar los conciertos. Entre ellas, destacan carros de fuego, deportes acuáticos, una exhibición de skate y patinaje y un concurso de grafitis, pero también se busca incluir otras como batallas de gallos, en el caso de que se organicen futuras ediciones del Crazy Urban.

También se queda en el tintero la posibilidad de contar con un recinto más grande que pueda acoger a una mayor cantidad de público, ya que si el festival colgara el sold out se congregarían 900 personas. "Con las restricciones covid se reduce en un tercio su capacidad", recuerda Ten, quien desvela que le gustaría que "fuera un festival de 20.000 personas, pero eso ya llegará. Este año toca hacerlo con aforo limitado, darlo a conocer y que la gente sepa que vamos a apostar por él". Un público que, en esta primera edición, procede mayoritariamente de la provincia de Alicante y Murcia, aunque tampoco faltan los y las fans de País Vasco, Castilla La Mancha, Madrid, Andalucía o Aragón.

Un evento que nace ahora, en un momento difícil para los festivales masivos a causa del contexto pandémico, que ha provocado que algunos de los grandes se hayan visto obligados a aplazar su edición de 2020 -que ya venía aplazada de 2019-. "Desde Shiroten llevamos bastante tiempo queriendo lanzar un festival y lo estábamos trabajando desde finales de 2019", traslada el responsable de la productora. "El año pasado se intentó llevar a cabo, pero tuvimos que pararlo, porque el tema del covid era muy serio; no podíamos pensar en arrancar con algo así. Pero este año ya tocaba".

A la intención de la productora se sumaron las ganas de Torrevieja, que estaba buscando reactivar su oferta de festivales, que cesó en 2016 con el Electromar. "Nosotros teníamos los artistas y el festival y Torrevieja tenía las ganas y el recinto. Así que nos casamos", manifiesta Ten. Así nació Crazy Urban, un festival loco y desenfadado, que busca "que el público tenga muchas experiencias, que entre al recinto y se puedas encontrar todo tipo de actividades y performances. Que diga: madre mía, qué locura. Nuestra idea es hacer un festival crazy; queremos darle un ambiente poco serio, porque es un ambiente de fiesta".

Precisamente por el contexto en el que nace, el festival refuerza la seguridad, con un protocolo que empieza en las colas, donde "está marcada la distancia y hay varios accesos en la misma puerta para que la gente se distribuya", traslada Ricard Sanz, responsable de Safety Global, empresa encargada de la seguridad y el control. Una vez se verifica la entrada, cada asistente recibe una pulsera tecnológica con la que pagar las consumiciones dentro del recinto. Es decir, llevan el dinero en la muñeca con el objetivo de seguir la filosofía cashless (sin intercambio de dinero en efectivo).

Para poder utilizar este método de pago en barra, primero es necesario traspasar dinero a la pulsera en uno de los puntos de recarga. "Es decir, en primer lugar se asignan el dinero que quieran a la pulsera y, después, pagan con ella en la barra. De esa forma se evita la transacción de dinero, además de ahorrar colas, porque el sistema de pago es mucho más rápido. Aparte de la seguridad, lo que se pretende es dar un mejor servicio", explica las ventajas. Y adelanta que se diferenciará entre las pulseras de un día y de dos para que aquellas personas que asistan ambas noches "no tengan que volver a pasar el mismo control de acceso al día siguiente".

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