BRUSELAS. Aterrizar en Bruselas y pasear por el mercado de la Plaza Flagey puede ser un lujo incluso en tiempos de la covid-19. Juan Carlos Moragues (Gandia, 1969) recuerda sus tiempos de conseller de Hacienda, en la Generalitat Valenciana (GVA) de Alberto Fabra, o la intensa etapa como Delegado de Gobierno en la Comunitat Valenciana, con Rajoy en Madrid. Pero aquí ha venido a hablar de su libro… Perdón, de su estancia en la capital europea como Experto Nacional de España para la Comisión Europea, concretamente en la Dirección General de Impuestos y Aduanas, como corresponde a un inspector de Hacienda. Serán cuatro meses.
-¿Y le gusta?
-Vengo a trabajar en la DG Taxud. Me ha propuesto la Agencia Tributaria y me interesa. Conozco la inspección española en general y tengo una visión detallada de lo que es la administración autonómica. Me faltaba conocer las tripas de la Comisión Europea. Como reto profesional es muy ilusionante trabajar con colegas de diferentes Estados miembros. Y, desde el punto de vista personal, es una experiencia multicultural, que me ayudará a perfeccionar idiomas. Pero lo interesante es que Bruselas es un ecosistema donde hay gente de diferentes partes de Europa y todos realizan política nacional. Porque cuando estás fuera de tu lugar de residencia te conviertes en un embajador.
-Parece que escoge las crisis para estar en el epicentro. Cuando era conseller de hacienda, lidió con la crisis financiera mundial, los recortes, la troika y el FLA. Ahora llega a Bruselas en medio de una pandemia global.
-Ahora es diferente. Por ahora, es una crisis por emergencia sanitaria. Yo recuerdo que de mí dependía la Dirección General de Proyectos y Fondos Europeos. Y no había liquidez en el mercado. La GVA tenía más gastos que ingresos y, cuando iba a los mercados financieros, llamaba a la puerta y no se abría. En 2012, la Generalitat pagaba hasta el 8% por los préstamos que pedía. Los bonos patrióticos que se emitieron, no se suscribieron porque la gente pensó que serían patrióticos de verdad y no los devolverían. Tuvimos que recortar sin tocar los servicios públicos que eran los huesos fundamentales: educación, sanidad y servicios sociales.
-¿No se recortó en sanidad ni en educación? En 2012 los colegios públicos no podían pagar la calefacción…, de ahí las movilizaciones de la “Primavera Valenciana”.
-Fue el sector público lo que se redujo a la mitad, el gasto superfluo. Pero mantuvimos el gasto público básico y fundamental. Las empresas públicas se redujeron a la mitad. Se hizo un proceso de depuración porque lo exigía el mercado y porque era conveniente. Porque el dinero público es de todos nosotros. Es una obligación moral, ética, política y profesional gastar bien el dinero de los ciudadanos, y no gastarlos en chiringuitos o en subvenciones a entidades afines. Eso es un gasto ineficiente y los ciudadanos quieren que gastemos de forma eficiente. Ése es mi criterio a la hora de gestionar y hacer política.
-Eso lo suscribiría también un votante socialista. ¿Se alegra de no estar en el gobierno en esta crisis?
-La diferencia es que, con la crisis de ahora, hay mucha liquidez en el mercado y te dejan dinero a un tipo de interés muy bajo. Aunque tengas déficit, te lo financian. En 2014 se llegó a un acuerdo en política fiscal y financiera. Se aprobó con dos gobiernos del PP que el FLA, que es el Estado, te va a pagar todos los préstamos de la banca extranjera y la banca nacional. Y tu deuda, en lugar de estar en manos de bancos, está en manos del Estado y te debes a ti mismo. Y llevábamos siete años de acuerdo en que la GVA, hasta hoy, no ha tenido que hacer nada. El Estado paga los mayores gastos.
-El gasto ineficiente también se produjo con gobiernos anteriores del PP…
-Pero llegamos y quitamos el gasto superfluo. El sector público se había sobredimensionado y no era sostenible. Las Comunidades Autónomas estamos para los tres gastos básicos, el G3: sanidad, educación y bienestar social. No estamos para crear chiringuitos ni para tener asesores y gasto político. Y la cuarta G es que en aquel momento no teníamos dinero y ahora sí, ahora puedes tener déficit porque te lo financian.
-Aún estamos sufriendo los recortes de la crisis anterior ¿Saldremos de ésta?
-Aquella crisis fue financiera y inmobiliaria, y la de ahora afecta a sectores muy arraigados como son las pymes, los autónomos, restauración, hostelería, turismo y servicios auxiliare. Tenemos liquidez pero nos golpea fuerte. Es un sector muy implantado. Pero, en lugar de recorte, yo le llamo ajuste, tiene un significado político, no de reducción de servicios fundamentales. Ésa es la línea roja: que el gasto se ajuste en lo superfluo, como se hablaba en la Unión Europea en aquel momento. Saldremos porque ahora la Comisión Europea permite que tengas un deficit. Porque ahora el Banco Central Europeo, con Christine Lagarde, a la que conozco personalmente, está comprando la deuda que emite España.
-El Banco Central Europeo tardó en actuar para salvar el euro…
-Lo hizo cuando llegó Mario Draghi. Hizo una rueda de prensa y dijo que no iba a caer nadie. Y los mercados se tranquilizaron y comenzaron a dar más dinero. En España, gracias a esa disciplina presupuestaria, tuvimos una reducción de la prima de riesgo increíble. Pasamos de estar financiados al 7%, a tener tipos negativos. Y pudimos salvaguardar el euro. Quiero reconocer el esfuerzo de esos gobiernos para evitar el rescate, para reducir la incertidumbre que existía y poder volver a los mercados con tipos bajos.
-¿Lo está haciendo Europa mejor con los nuevos instrumentos financieros para hacer frente a la crisis post-pandemia? ¿Con la suspensión del pacto fiscal y del control de la deuda pública?
-En primer lugar, cada vez que aumenta la deuda pública, tienes una mayor vulnerabilidad en el mercado financiero. Dos: estamos en una situación que es temporal para la crisis económica. Y, por último, el fondo de recuperación es finalista, destinado a una transformación productiva. No es para dar más dinero a empresas amigas o para hacer más institutos públicos. Va destinado a un objetivo concreto que es la transformación digital y la transición ecológica. Cuando se estudie esta época dentro de 200 años, se dirá que hubo una revolución digital a primeros del XXI. También tenemos que adaptarnos mejor al medioambiente y apostar por energías sostenibles. Modernizar nuestra economía y apostar por los servicios tecnológicos, e ir en dirección de la economía verde.
-Estas políticas son neutras, las firmamos todos. ¿Por qué votó el PP en contra de los fondos europeos de recuperación en el Congreso español?
-En España se ha empezado mal. Tienes que decir muy claro para qué es, quién lo va a gestionar y quién lo va a distribuir. Y el decreto ese famoso con la abstención de Vox y el informe del Consejo de Estado que habla de los defectos y que lo va a gestionar la factoría Moncloa con Iván Redondo a la cabeza… Es una gestión política y de marketing. Eso va en contra del objetivo de los fondos europeos. Hace falta que haya un organismo independiente y técnico, con profesionales acreditados y que estableciese los criterios y parámetros para gestionar ese fondo. Pero como estamos en un momento en el que se politiza absolutamente todo y se está pendiente de la foto y del titular… Corremos el peligro perder una oportunidad histórica de la gestión de esos fondos. Y con el peligro añadido de que en el 2012 no existían los partidos populistas.
-No parece un momento histórico adecuado para las polarizaciones y las diferencias territoriales, porque Europa nos va a pedir reformas laborales y en el sistema de pensiones.
-Un Estado descentralizado no es un reino de taifas.Y en España tenemos que reducir la tensión territorial. Hasta Alemania, que es federal, tiene un mecanismo de coordinación. Pero, para para que el sistema de pensiones funcione, lo que tiene que haber es empleo. Y, para que haya empleo, no puedes pensar que todo se tiene que circunscribir a lo público, sino invertir en el sector privado, que es donde están las empresas. Y para eso tienes que ayudar financieramente a las Pymes e introducir incentivos fiscales para que puedan crecer . Y tienes que evitar la ideologización y el gasto ineficiente.
-En todos los gobiernos ha habido ideologización…
-Pero hemos llegado a un nivel de ideologización que llega a todos los ámbitos de la política, y debe quedar claro que tiene que haber un ámbito en donde haya un consenso en los temas fundamentales. Hay unas líneas rojas que no podemos pasar y es el respeto de la ley. Locke dijo “donde acaba la ley, empieza la tiranía”. Para que haya un consenso constitucional, tiene que haber un cima de entendimiento y estabilidad política. Pero la factoría de marketing de Iván Redondo está más pendiente del cartel publicitario que de su visión institucional.
-Lo de la tiranía y las líneas rojas se lo puede decir al PP, que gobierna con Vox en varias Comunidades Autónomas.
-El PP tiene que tener claro que es un partido de centro derecha, que es un partido moderado y con una política liberal, de bajar impuesto y fomentar la activad económica, pero prestando servicios fundamentales y atendiendo a las personas vulnerables, con una inmigración regulada que aporte trabajo y riqueza a la economía española. También está gobernando el PSOE con un populismo de izquierdas, que es Podemos y nos lo estamos preguntado todos los días.
-¿Son políticas populistas las políticas impositivas del gobierno de Pedro Sánchez respecto al impuesto a las digitales?
-La tasa Tobin y la tasa Google no son populistas. El problema está en quién paga realmente los impuestos. En la tasa a las empresas en internet, tú estableces un impuesto y ese impuesto, que en Francia se llama GAFA -por Amazon Google, Amazon, Facebook y Apple, viene Amazon y te dice que lo va a repercutir a las pymes españolas. Es mal negocio y tu estimación de recaudación va a estar por debajo y puedes producir una discriminación a las tecnológicas españolas respecto del resto del mundo. El impuesto de la tasa Google tendría que esperar a la OCDE y a la Comisión Europea. Ha sido un slogan, un anuncio político, que no ha esperado a un debate europeo.
-¿Y la eterna tasa Tobin?
-Lo que necesita España es que las empresas crezcan en tamaño. Hay demasiadas pymes y eso va en contra de la inversión y de la capitalización. ¿Y cómo lo estableces a los intermediarios financieros? Hay mucha capacidad de repercusión y no está atajando las transacciones especulativas. Y también afecta a las transacciones productivas, porque no discriminas. Por cierto, Tobin lo estableció para para las transacciones de moneda, no para las transacciones financieras.
-¿Nos pasamos en el impuesto a las mascarillas?
-Hay países que tienen la mascarilla a tipo cero, como Países Bajos, Italia y Finlandia. Si se puede establecer por ley a tipo cero y no se hace, es por decisión del Gobierno de España. Si coincidimos en que es obligatoria y esencial… Que primes la recaudación sobre una medida sanitaria de protección, no es de recibo. Y no hay argumentos que defiendan la no exención del IVA.
-Aquí Hacienda somos todos. Pero de eso no se acuerdan los jóvenes “influencias” y los “youtubers”…
-En Europa hay tres cuestiones. Una es la fiscalidad internacional, que se ha quedado obsoleta, porque con la globalización se han quedado grupos de empresas internacionales que operan en muchos países a la vez. El segundo tema es que los grupos internacionales tienen empresas en muchos países y hay esquemas donde, al ser un grupo internacional de empresa vinculada, los beneficios del grupo internacional los consiguen en aquellos territorios donde paguen menos impuestos, como los dividendos en Holanda o el impuesto de sociedades en Irlanda. Requiere un solución europea. Para estos grupos internacionales, lo importante es calcular el beneficio mundial y repartirlo entre las jurisdicciones fiscales. Y luego están los territorios de baja cotización final como Andorra, donde priman los mecanismos de comprobación para ver no dónde resides, sino dónde tienes los criterios económicos. Pero los “youtubers" son lo de menos…