VALÈNCIA. A Miguel Ángel Díaz no le convencían los despachos de Recursos Humanos de las grandes empresas. Licenciado en Psicología por la Universitat de València, tuvo ocasión de especializarse en distintas compañías, hasta entender que eso no era lo suyo. Entonces decidió apostar por su pasión desconocida: la inteligencia emocional. Creó Hability Gestión de Personas, una organización para el desarrollo y formación de profesionales, que le permite trabajar de manera externa en todo tipo de sectores. Presta servicios a gigantes como Vodafone, pero también a pequeños interproveedores de Mercadona, pasando por los miembros de la plantilla del Valencia CF. En cualquier campo hace falta 'emocionalidad'.
Además de ejercer de coach e impartir conferencias, actualmente preside la Asociación Nacional de Inteligencia Emocional (ASNIE), una organización que pretende difundir el uso de este recurso tan infravalorado en todas las áreas de la sociedad. Del papel que desempeña el desarrollo personal en el mundo de los negocios hablaba esta semana en la jornada de formación y networkingorganizada por Capitol Empresa en València. Pero su aportación también alcanza la educación, la sanidad, la política y, por supuesto, la esfera íntima que nos mueve a todos. Ser padre, marido, amigo. "Lo esencial es la felicidad", comenta.
- Su conferencia para Capitol se titulaba 'La formación para el desarrollo empresarial'. ¿Esto quiere decir que si mi empleado sabe más, yo también ganaré más? - Sí, siempre que el proceso se lleve a cabo correctamente. En las empresas grandes, la formación suele estar gestionada por Recursos Humanos, por lo que la responsabilidad de este departamento es detectar las necesidades concretas de su organización. Hay cursos de muchos tipos, pero cada compañía tiene unas prioridades. En segundo lugar, es importante identificar el colectivo o target que vamos a formar, que en un 75% de los casos suelen ser los mandos intermedios. Son personas con mucha trascendencia en el clima laboral y en la gestión de equipos. Y por último, es clave la selección de proveedores que vayan a impartir la formación en la empresa. Como en todo, lo barato sale caro. Puedes perseguir una estrategia, pero si te equivocas de formador, habrás tirado todo tu presupuesto a la basura.
- Este modelo es válido para una multinacional, ¿también para una pyme? - En una pequeña empresa se aplica de la misma manera, pero los agentes cambian. Cuando hay 30 empleados, el gerente o el director es el que suele llevar los recursos humanos y las formaciones. Por eso hablo de responsabilidad, porque hay un puesto de mando que debe ser sensible a estas necesidades. En mi experiencia profesional he comprobado que la clave está en tratar a las pymes igual que a las multinacionales, porque tienen necesidades parecidas.
- ¿Las empresas invierten más o menos en formación dependiendo del sector? - Si vamos buscando una pauta, nunca va a ser la actividad profesional, ni siquiera el tamaño. Como digo, es una cuestión de sensibilidad de la dirección. Es cierto que las compañías más jóvenes o 'startups' son más proclives a formar, pero también he conocido a directivos de 60 años totalmente convencidos. Se produce el efecto de creer es crear. Hay CEOs que creen muchísimo en la formación y la trabajan con una gran responsabilidad, con lo que acaban teniendo un impacto positivo en la empresa y eso refuerza su creencia de seguir apostando. Cuando no la desarrollo correctamente y me dedico a apuntar a mis empleados a cursos que son gratuitos, pero ni tan siquiera necesitan, desde luego que la formación no me funciona y la próxima vez pensaré que es una tontería hacer una inversión en ella.
"SI ME DEDICO A APUNTAR A MIS EMPLEADOS A CURSOS QUE SON GRATUITOS, PERO NO NECESITAN, CLARO QUE LA FORMACIÓN NO FUNCIONA"
- ¿También existe el miedo de "estoy formando a mi empleado para que se vaya a la competencia"? - Esa es una visión cortoplacista. Al fin y al cabo, el principal perjudicado de que no estén bien formados eres tú. Corres el riesgo de que se queden. Y si se quedan, pero no son todo lo buenos que podrían ser, tienes el equipo que te mereces. No apostar por el desarrollo de la plantilla es como no tener una buena pareja por si la pierdo o no comprarme un buen coche por si me lo rallan. Si inviertes en formación, combinada con motivación y buen ambiente, el talento quiere quedarse y no se va fuera a buscar lo que no tiene.
- ¿Debe ser el empleado el que demande los cursos? - Últimamente estamos trabajando mucho con los trabajadores en que aprendan a pedir lo que necesitan de la manera correcta. En nuestra sociedad está mal visto pedir. Pero si una organización le exige compromiso a sus empleados, debe suceder lo mismo a la inversa.
- ¿Formación dentro del horario laboral? - O fuera. Me he encontrado con trabajadores que quieren desarrollarse de cara al futuro, pero en algo sin relación directa con su puesto del presente. Entonces no te van a sacar del trabajo para ponerte a estudiar. Pero sí puedes alcanzar un acuerdo con tu empresa para que asuma los costes a cambio de hacerlo fuera de tu horario. Es bueno que las partes negocien.
- ¿Funcionan las fórmulas bonificadas o subvencionadas? - Permiten que cualquier compañía pueda acceder a las formaciones, aunque el presupuesto va en función del tamaño. Es una buena fórmula, siempre que se gestione correctamente, y cada vez se está llevando mejor. En los primeros años no se hizo bien y el porcentaje de empresas que no utilizaron la bonificación para formar rondaba hasta el 80%.
"LA FORMACIÓN EN LAS EMPRESAS DEBE HUIR DE LAS TENDENCIAS, YA SEAN LOS IDIOMAS O EL MARKETING, PARA DETECTAR LAS NECESIDADES REALES"
- ¿Estamos poniendo demasiado énfasis en los idiomas por encima de otras materias? - Al final la temática depende de las necesidades de la empresa. No tiene sentido formar en idiomas en una pyme de 30 trabajadores que opera en un polígono industrial con vocación local. Quizá se pueda buscar una mejor inversión. Cualquier cosa pinchada al azar en una celda de Excel siempre será errónea. La formación empresarial debe huir de las tendencias, ya sean idiomas, marketing o digitalización, para detectar las necesidades reales.
Las aplicaciones de la inteligencia emocional
- ¿A qué se dedica una Asociación Nacional de Inteligencia Emocional? - A la divulgación de este concepto, precisamente. Llevamos más de cinco años como organización, en los que hemos realizado hasta 40 eventos, y con más de 200 asistentes cada uno. Abordamos la inteligencia emocional en distintas áreas. Mi especialidad es la empresa, pero otros compañeros hablan de la educación, la sanidad, el deporte, la familia... Cada vez que encontramos a una persona interesante que la aplique a nivel social, le invitamos.
- ¿La aplicación de esta inteligencia en una empresa se asemeja a la de un colegio? - Tiene sus variaciones, pero a grosso modo es bastante similar. Cuando los seres humanos se unen para hacer algo, las emociones están presentes. Se organizan en grupos, hay alguien que los gestiona, tienen un objetivo, siente emociones similares cuando lo logran y cuando no... No veo tanta diferencia entre un equipo comercial y una plantilla docente.
- ¿La política adolece de inteligencia emocional? - No sé si de inteligencia emocional, pero sí de emociones positivas. Los políticos generan sentimientos muy negativos, como frustración y enfado, por encima de alegría o ilusión. Hay un gran trabajo que se podría realizar ahí. Cuando una persona se comunica de manera forzada y demasiado trabajada, genera desconfianza. A los líderes políticos les falta naturalidad. Deberían dejar de lado esos discursos tan preparados, con esa comunicación verbal y no verbal tan exagerada, con ese énfasis, que nos dispara todas las alarmas.
"CUANDO COMPRAMOS, LO HACEMOS DESDE LO EMOCIONAL, Y LUEGO YA LO JUSTIFICAMOS DESDE LO RACIONAL. SOLO ASÍ SE EXPLICA QUE TENGAMOS COSAS QUE NO NECESITAMOS"
- En general, ¿la inteligencia emocional debería formar parte de nuestra rutina? - Sin duda, ya lo hace. Yo creo que la vida no es racional, sino emocional. Casi cualquier área que contemplo funciona así. Cuando compramos, lo hacemos desde lo emocional, y luego ya lo justificamos desde lo racional. Solo así se explica que tengamos cosas que no necesitamos. Seguro que hay un coche que en relación calidad-precio es mejor para mí, pero me he comprado el que quería. Sucede lo mismo en el colegio. Tenemos mejor rendimiento en las asignaturas donde conectamos con el profesor o existe mejor clima de trabajo.
- ¿Controlar las emociones nos llevará al éxito? - ¿Cómo no van a ser importantes las emociones? Tener éxito en la vida no se relaciona con los ceros de la cuenta bancaria, ni con las propiedades acumuladas. El éxito es llegar a una edad adulta y seguir conservando cerca a personas que te quieran. Que a tus hijos les apetezca ir a tu casa a comer y que, en términos generales, hayas ayudado a la gente. Que cuando mires hacia atrás, tu vida haya tenido sentido. Todo eso son emociones.
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