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Manuel Liñán: "Hay un interés fuera de nuestro país por el flamenco que debería existir aquí"

30/08/2020 - 

VALÈNCIA. ¡Viva! es un grito de júbilo: una expresión de alegría desmesurada. También es el nombre del último espectáculo del bailaor y Premio Nacional de Danza 2017, Manuel Liñán. En él, el también coreógrafo explora el travestismo, para lo que se vale de sus propios recuerdos y temores de la infancia. Su intimista y emotivo relato cautiva allá por donde pasa; tanto, que este año la obra ha obtenido el Premio Max del Público 2020. Un galardón muy especial para el granadino y su compañía que llega en un año especialmente extraño para el sector cultural y, en concreto, para el flamenco. A la espera de que el telón se levante o no en septiembre, Manuel Liñán conversa con Culturplaza.

-¿Sigue siendo el travestismo un tema tabú?
-Como sociedad hemos evolucionado, pero todavía no es algo que se trate con naturalidad ni que se acepte, ni que esté dentro de una normalidad. De hecho, nosotros mismos seguimos recibiendo en redes sociales críticas, insultos, ataques homófobos… simplemente por el hecho de travestirnos. Por tanto, todavía no es algo que se haya naturalizado y eso es triste.

Y, especialmente, porque estamos hablando de intenciones que ni siquiera son sexuales, sino estéticas. Todo el mundo es libre, independientemente de los sexos, de elegir una opción estética u otra.

-¿Por qué crees que pasa?
-Creo que puede seguir sucediendo porque, a veces, he tenido la sensación de que este tema, el travestirse, se relaciona con un aspecto sexual. Y en realidad no tiene nada que ver. Para mí, la orientación sexual es algo íntimo de cada ser humano que puede hacer público o no. Nada tiene que ver con el travestismo.

De hecho, sería una gran batalla ganada decir que "no voy a travestirme", sino que "me voy a poner un vestido". Que lo masculino se pueda apropiar de estéticas femeninas y que eso pertenezca al individuo, y no a lo masculino o lo femenino. Para mí eso sería un gran paso hacia adelante: no tener que decir «me voy a travestir» porque eso implica de alguna forma que me voy a apropiar de cosas que están más relacionadas con el género femenino.

Uno de los errores con los que me he encontrado es que todo esto se relaciona con los aspectos sexuales. Y para mí nada tiene que ver. Ningún espectáculo mío habla sobre mi sexualidad, que no la oculto —soy homosexual—, pero es algo íntimo. No tiene nada que ver con el hecho de travestirse.

Foto: MARCOS G. PUNTO
-Ahora mismo, el debate entre género y sexo está más en boga que nunca —especialmente tras declaraciones como las de J.K. Rowling que vinculaba el concepto de mujer con el sexo biológico, contra lo que se posicionaba la comunidad LGTBI—. ¿Cómo te posicionas tú al respecto?
-Creo que puede ser mujer quien quiera sentirse mujer. Es como si no has nacido en España y te sientes español. Debemos tener esa libertad de poder sentirnos, por lo menos poder sentirnos, como cada uno quiera sentirse. Otra cosa es la biología de cada uno, pero poder sentirse hombre o mujer, creo que está en el derecho de cada uno, aunque biológicamente la naturaleza acompañe o no; o se modifique.

Para mí, se debería tener la opción de que cada uno se identifique como realmente quiera. Porque, al fin y al cabo, ¿qué es ser hombre? ¿Qué es ser mujer? Si lo adjudicamos simplemente a algo biológico o algo relacionado con la fisiología, a día de hoy tenemos alternativas mediante las cuales podemos cambiar nuestro sexo completamente entero y sentirnos mujeres, hombres o como queramos.  

-Se dice de tu trabajo que se encuentra en la «vanguardia flamenca». ¿Qué quiere decir esto exactamente?

-No lo sé realmente. Para mí, [¡Viva!] más que un espectáculo "transgresor" es más bien "regresor", porque lo que estoy recuperando son cosas de mi infancia. Cada persona es libre de poder calificarlo como quiera: si es vanguardia, si son temas actuales… pero, para mí, es recuperar ese niño, ese niño travestido que quise ser siempre. Recuperar eso y seguir andando con honestidad.

-Pero siempre ha habido una mezcla entre aspectos más tradicionales del flamenco y nuevas tendencias en tu forma de abordar la danza, tus obras, ¿verdad?
-Siempre me ha gustado moverme entre la tradición y la vanguardia. El flamenco es un arte que es muy de raíz, muy tradicional, que se hereda y se transmite de generación en generación. La generación de hoy, mis compañeros jóvenes, somos personas inquietas a las que nos gusta experimentar y nos gusta relacionarnos con otras disciplinas. Eso es bueno porque mantenemos al flamenco como un arte vivo, un arte que crece y avanza. Somos los encargados, en mi caso por necesidad, de experimentar y evolucionar esa herencia tan fuerte, tan bien construida desde las bases, que hemos recibido. Lo que pasa es que nuestras vivencias son diferentes a las de nuestros antepasados y serán diferentes a las de nuestros herederos.

-Dejando —dentro de lo posible— la pandemia y coronavirus de lado, ¿vive el flamenco un buen momento?
-El flamenco tendría que ser más visible en nuestro país. Creo que vive un buen momento, pero no creo que haya consciencia sobre ello. El flamenco está evolucionando. Es un arte transgresor, vanguardista, tradicional, clásico… pero nuestro país no está siendo consciente de ello.

-¿Por qué?
-Porque es un arte que parte de la tradición. Es un arte que se hereda. Y, si no se despierta interés por la evolución de ese arte, se quedará en la memoria de algunos como un arte histórico cuando en realidad está vivo y evoluciona cada día.

Foto: MARCOS G. PUNTO
-¿Hay diferencias entre Andalucía y otras partes de España en cuanto a su aceptación?
-Es cierto que Andalucía es una tierra donde se congrega más afición, pero no me declinaría sólo por eso. En verdad, el flamenco está en todo el mundo. El otro día, hablando con una amiga, le contaba que el primer teatro que pisé fuera de España estaba lleno. Fuera de nuestro país hay muchísimo interés, seguimiento y estudio, y se le otorga mucho valor a nuestro arte.

-Algunos artistas han criticado que el flamenco todavía está restringido a ciertos espacios. Israel Galván decía en una entrevista que, cuando le salía una actuación en España era una alegría, porque era algo "muy raro". ¿Por qué el flamenco no está en más espacios a nivel nacional?
-Comparto sus palabras. Es precisamente lo que te comentaba: hay que despertar el interés en nuestro país para que la gente sea consciente de que el flamenco está creciendo y evolucionando. Y fuera de España está empezando a pasar.

En mi caso, empecé a trabajar fuera antes que aquí. Antes de pisar los grandes teatros de mi país, venía de la Ópera de Sídney. La primera vez que vi un teatro lleno fue en Holanda. Y cuando llegaba aquí, y lo veía medio vacío, me resultaba muy raro. Pero creo que es por eso: falta despertar el interés, demostrar que nuestro arte no es una tradición solamente, sino una evolución.

-¿Crees que tiene que ver, en parte, con las programaciones de los teatros, que quizá no incluyen de forma tan constante la danza?
-Exactamente. Ahora soy consciente de que hay teatros que están empezando a programar danza, pero es verdad que el flamenco se da en teatros, sobre todo, cuando pertenece a un festival de flamenco en concreto. Ha sido extraño ver el flamenco en la programación de un teatro sin que esté vinculado a un festival.

Ahora sí se está empezando a ver. Creo que el flamenco y las grandes obras de flamenco se deberían ver en el Teatro Real o en Teatro de la Zarzuela, porque creo que nuestro arte está a la altura para estar ahí, y sería un paso para despertar el interés cultural en nuestro país. Cuando nosotros vamos fuera —hablo por mí y otros compañeros—, vamos a grandes teatros como el City Center de Nueva York, la Ópera de Sídney… grandes teatros nacionales. No entiendo por qué aquí, en nuestro país, no hay obras flamencas programadas en grandes teatros.

Foto: MARCOS G. PUNTO
-A finales de julio, profesionales del flamenco os reuníais con el Ministro de Cultura para intentar impulsarlo. ¿Se tomaron algunas directrices concretas?
-Lo cierto es que fue una reunión muy favorable. Nos sentimos escuchados y apoyados. Y fuimos capaces de transmitirles las necesidades tan complejas y peculiares que tiene nuestro sector y nuestro arte.

-¿Cómo cuáles?
-La peculiaridad del flamenco es que es un arte que no solamente es danza. El flamenco es danza, pero también composición, dramaturgia, interpretación… Se puede desarrollar en un teatro, en un tablao, en un conservatorio, en una escuela, en una casa de discos: tiene muchos ámbitos. Además, el flamenco es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad y es muy exportado. Si el flamenco no fuera tan exportado, los artistas flamencos no podríamos subsistir con el trabajo que tenemos nacionalmente. Hay un interés fuera de nuestro país por el flamenco que debería existir también en el nuestro.

-¿Qué se puede encontrar una persona en un espectáculo de flamenco?
-Se puede encontrar cualquier cosa dentro de lo bueno [ríe]. Se puede encontrar vanguardia, creación, experimentación, tradición… pero, sobre todo, se va a encontrar emoción. Y la emoción es lo que mueve al ser humano.

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