VALÈNCIA. Desde que Homero las citó por primera vez 800 años antes de Cristo en La Ilíada, las amazonas han sido un fértil mito clásico en todos los géneros. Su reina, Penthesilea, fue la protagonista de una ópera de Othmar Schoeck y de una obra de teatro de Heinrich Von Kleist; la editorial DC le dedicó una saga de cómics a una princesa de la tribu a la que dio el nombre de Mujer Maravilla, adaptada al cine el año pasado en una primera entrega titulada Wonder Woman, de la que ya se ha anunciado secuela para diciembre de 2019. La última en prendarse de la imaginería de este pueblo de mujeres guerreras ha sido Magüi Mira (Valencia, 1945), que dirige un montaje programado en Sagunt a Escena los próximos 17 y 18 de agosto donde se critica la manipulación del mito en aras de la excitación sexual.
-En el seminario sobre el trabajo de las directoras frente a los clásicos celebrado en julio en Sagunto, la filósofa y activista feminista Victoria Sendón afirmó que las amazonas se tienen como una leyenda, pero que existen datos para pensar que existieron. ¿La secundas?
- Lo he investigado, pero no está probado de una manera contundente. Es un mito creado por hombres y siempre manejado y manipulado por ellos. No me emociona pensar que puede que sí existieran, sino que hayan atravesado el tiempo y que sigan en el imaginario colectivo. Las amazonas llaman con poderosa atención al mundo de la creación, pero se las suele presentar como objeto sexual.
- Wonder Woman ha sido dirigida por una mujer, Patty Jenkins, y ahora, tú asumes los mandos de esta producción teatral. ¿Qué aporta un punto de vista femenino al mito?
- Yo he recogido con mi cerebro femenino el mito al que Von Kleist le dio una vuelta para aportarle mi visión. Las amazonas son mujeres que hartas de ser sometidas y violadas, de haberse constituido en botines de guerra, se tienen que equiparar por la fuerza de las armas a los hombres, así que se amputan un pecho para tensar el arco. Contrariamente a lo que se suele afirmar, no tiene que ver con el matriarcado. Se sirven de los hombres porque los necesitan para procrear. Los cazan y les dejan marchar. Si nace una niña, bien, y si es un niño, lo matan.
-¿La liberación de la mujer pasa entonces por la violencia?
- Al contrario, lo que hacemos es denunciar el amor posesivo y venenoso en el que estamos educados y que nos lleva al “la maté porque era mía”. Penthesilea mata y se come a Aquiles. Así que no es una solución, sino un horror. Navegar por esas aguas tan sucias y emponzoñadas lleva a cosificar a la otra persona, a convencerte de que te pertenece y, en último término, a la muerte.
- ¿Qué buscas con la inversión de roles en la violencia de género?
- El cambio de roles no cambia las cosas. Es un agravante. Así que intentamos mostrar que no hemos de defendernos por la fuerza, sino que debemos entrar en negociaciones civilizadas, utilizar la inteligencia y avanzar juntos para salir de este mundo de sinrazón.
- ¿Cómo extrapolas el mito a la lucha feminista del presente?
- Estamos en la misma situación: para protegernos en una sociedad tan machista, tenemos que amputarnos, seguir cediendo para sobrevivir. Seguimos viviendo situaciones de desigualdad en el mundo laboral, en el jurídico y en el familiar, tanto en el ámbito privado como en el público, con situaciones de acoso, de violación, de inferioridad en los salarios...
- En tu anterior obra, Consentimiento, de Nina Raine, abordabas, precisamente, una violación con el público como juez.
- Sí, las explicaciones para ver si condenan al agresor se las piden a la víctima. Le preguntan qué llevaba, qué hacía… Si no fuera porque es una crueldad, daría risa. ¿Cómo es posible que los casos de violencia sexual se juzguen con una legislación del siglo XIX? De ahí, que las amazonas sean un mito tan del agrado de los hombres: porque les deja las conciencias más limpias. Es un ejército de justicieras, una utopía que les permite dormir más tranquilos.
- ¿Por qué era tan peligrosa una mujer que se negaba al matrimonio y a cambiar su genealogía femenina para irse a vivir con un marido?
- La mujer siempre es un peligro. En el imaginario colectivo masculino somos una amenaza, por eso nos han esclavizado, amordazado y todavía nos llevan con el burka puesto. Las razones son muchas, pero la principal es que damos la vida. Ese es el profundo poder de las mujeres, y no el de la fuerza de los hombres. Lo que sucede es que una vez se tiene el poder, uno no se rinde, ni lo abandona. De ahí que al género masculino le esté costando ceder en pro de la igualdad. Lo tienes en la clase política, que se aferra al poder y termina derivando hacia la corrupción. Y no lo digo yo. Lo dicen las estadísticas.
- Esta es la tercera ocasión en que colaboras con el modisto Lorenzo Caprile, ¿cómo surgió la inspiración para vestir a las mujeres con piel de serpiente y a los hombres con plumas y faldas?
- Nos hemos inspirado en el vestuario de los frisos griegos que aparecen en el Partenón y se remontan a 400 años antes de Cristo.
- ¿Qué ha aportado al conjunto la colaboración de Yoshua Cienfuegos en la coreografía?
- Yoshua es un tesoro, un ser generoso y lleno de talento. Si no existiera habría que inventarlo. Este montaje es muy físico. También nos hemos inspirado para el movimiento en los frisos del Partenón. Del mismo modo que para mi decisión de dejar a las 15 mujeres con el seno izquierdo al aire. Me pareció muy interesante. Es inapelable, quién quiera comprobarlo, sólo tiene que coger un vuelo baratito a Londres y visitar el British Museum.
- A ese respecto, Silvia Abascal se ha quejado por la censura que ha ejercido Instagram contra una foto en la que aparecen sus compañeras con el pecho desnudo.
- ¿Ves lo poco que hemos avanzado y lo mucho que nos queda por avanzar? Un seno al aire libre es algo orgánico, que vemos en las playas. Todos chupamos ese pezón cuando somos bebés, pertenece a la vida. Los hombres pueden servirse de nuestros pechos en sus iconografías y está estupendo, pero si lo hacemos las mujeres, Instagram lo tiene que censurar.
- ¿Cuáles serían las amazonas del presente?
- Cada mujer y cada hombre que quiere hacer algo, aunque sea poquito, para desatascar este pozo podrido a fin de que el agua corra limpia y alcancemos la igualdad.
La bailarina, recientemente premiada con un Max, lleva su Corps seul a Sagunt a Escena