VALÈNCIA. La tercera ola no pasa desapercibida en el audiovisual. Y en este caso, se juntan dos factores: la situación sanitaria que exige unos protocolos muy concretos y que complejiza aún más la logística, y una situación de incertidumbre económica que ha ralentizado la puesta en marcha de algunos proyectos que estaban a punto de entrar al horno.
Así lo afirman a este diario diferentes film offices y fuentes del sector. Una parte muy notable de producciones para cine y televisión está retrasando su puesta a punto de luces, cámara y acción para el verano o incluso otoño. “Muchas solicitudes se mantienen pero se reajustan en otras fechas, por ejemplo, de abril a julio”, comentan.
La nueva normalidad es la tormenta perfecta para esta parálisis. Los rodajes reúnen a un grupo importante de personas que cumplen una función difícilmente sustituible (más aún si es el elenco). El aumento de positivos y aislamientos hace complicado cuadrar decenas de agendas. Además, los altos costes del operativo se disparan con los nuevos protocolos, que sí se están cumpliendo. El empeoramiento de los datos y el retraso del plan de vacunación ha puesto en barbecho muchas previsiones. “La incertidumbre es total, y es una cuestión puramente sanitaria, así que no hay mucho que hacer ante eso”, explica Cristina Abril, presidenta de AVAPI.
Las peticiones descendieron abruptamente al inicio de la pandemia y poco a poco se han ido recuperando, hasta el punto de llegar a niveles habituales en el caso de las sesiones fotográficas y rodajes publicitarios. Pero la puesta a punto de las ficciones y documentales se está haciendo más complicada. “Aunque hay menos peticiones se sigue rodando con todas las medias de seguridad covid muy bien planificadlas de antemano. Cuesta más rodar desde luego pero siguen habiendo proyectos”, afirman desde Film Valencia.
Este parón se prolongará hasta que se recupere cierta normalidad. Por ahora, el recién estrenado mapa de rodajes de la Academia Valenciana del Audiovisual solo refleja algunos cortometrajes y una película de animación, además de L’Alqueria Blanca. Si bien a nivel nacional, algunas producciones sí tienen capacidad para adaptarse a esta nueva realidad, los presupuestos ajustados del sector valenciano no da ese margen.
Por otro lado, logísticas aparte, los problemas económicos a los que se están enfrentando las empresas culturales también son otra piedra en el camino. Para que un proyecto salga adelante se necesita la suma de varias piezas que encajen y formen un puzzle. Según cuentan varios productores, las televisiones o algunas de esas piezas aprovechan la incertidumbre generalizada para congelar las negociaciones que, en principio, sacarían adelante las películas.
Este parón de meses, que en realidad, en mayor o en menor medida lleva dándose desde marzo del año pasado, aún no tocado techo; y si bien 2020 se ha saldado con varios estrenos destacados, la cartelera de 2021 notará la bajada de producción, y 2022 aún más.
El calendario se desplaza y afecta de lleno a los planes de estrenos y de pases en festivales, por ende, de llegar a las pantallas, y finalmente, de estar en los premios. Un retraso que -por tanto- afecta desde el primer hasta el último paso a la industria y que por tanto se mantendrá en un nivel bajo hasta meses después de una supuesta vuelta a la normalidad.
En este sentido, las pocas esperanzas estarán puestas en encargos de televisiones como À Punt, el cine de animación o documentales (uno por la fácil adaptación al teletrabajo y otro por necesitar equipos mucho menores); además de servir más como plató que como centro de producción propia y local. Por eso, las film offices son muestran más optimismo que las asociaciones de productores.