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atracón de pantallas

Los grandes temas de Paquita Salas que tocan la fibra

Hype o fenómeno, es innegable que Paquita Salas rebosa talento de guión, de construcción de personajes, e interpretativo. Más allá de sus situaciones geniales, de sus cameos no siempre necesarios, de los guiños referenciales a la historia de la televisión de los 90 y de poseer unos actores excepcionales, contiene un poso de verdad que conecta con temas universales, que son altamente atractivos para cualquier espectador, no solo el millennial

6/07/2018 - 

VALÈNCIA. Dos temporadas de cinco episodios por temporada. Capítulos de menos de treinta minutos. Una protagonista interpretada por un actor, como en la época de Shakespeare, junto a un grupo de personajes femeninos en su gran la mayoría. La oficina de Paquita Salas, la agencia de representación de actores, es el camarote de los hermanos Marx en cada episodio, que se va complicando con situaciones cada vez más enrevesadas, como terminar siendo un coworking junto con una peluquería. Y en esta temporada, además, se permite profundizar en algunos de sus personajes, en su pasado y en sus sinsabores, abriendo de esta forma algunos grandes temas.

Mujer, mayor de cuarenta

Hay campañas de promoción que en cierta manera estrechan las miras. Cuando en 2016 se estrenó la primera temporada de Paquita Salas con titulares que aseguraban que se trataba de la mejor serie para los millennials, como espectadora fuera de ese target, me autocensuré, escéptica de que fuera un producto que me pudiera gustar con mi edad (casi 50) y mis gustos. Y me equivocaba. Más allá del canal (ya fuera Flooxer o Netflix), que efectivamente predetermina el perfil de su público objetivo (más en el caso de Flooxer que en el de Netflix), descubrí que Paquita Salas trataba de una mujer de mi edad aproximadamente, cuyo arco de personaje me tocaba de lleno.

Paquita fue una profesional bien integrada en su sector y ahora en su industria no tiene cabida. Las nuevas generaciones se han ganado un espacio por méritos propios, por lo que decide aceptar la situación y retirarse del mercado. Un escenario personal que conecta sin duda con las experiencias de varias generaciones de asalariados de más edad, como es mi caso, en un mercado laboral altamente competitivo y estrecho. Trabajadores de alrededor 50 años que quedan fuera de cualquier bolsa de trabajo y ya no logran la inserción profesional. Solo hay dos opciones: darse contra un muro o aceptarlo. 

En ese sentido, el arco dramático de Paquita Salas de la segunda temporada sorprende positivamente, más allá del desternillante, y no menos interesante, humor de la primera temporada. El nuevo conflicto de Paquita en manos de un León de Aranoa (que curiosamente aparece en la cabecera de la serie) hubiera sido una dura crítica social al estilo Los lunes al sol. Aquí está teñido de comedia, pero no por ello no exista.

León de Aranoa en la cabecera de Paquita Salas

Reconozco que, al haber visionado ambas temporadas de forma continuada, no acuso el desencanto manifestado entre algunos críticos que echan en falta más comedia en torno a su personaje protagonistas este temporada. Es cierto, además, que estamos acostumbrados a ver comedias donde los arcos de personajes prácticamente no evolucionan, de manera que el chicle se puede estirar una y otra vez, frente a unos personajes que no cambian. Un esquema totalmente del género y lícito dentro de la comedia. Sin embargo, precisamente es en el backstory de Paquita y su evolución en esta temporada, cuando la serie se eleva más allá del humor y los golpes de efecto. ¿Qué ahora contiene más drama? De acuerdo. Pero es gracias a esas grandes dosis de drama cuando la comedia proyecta algo más. “La comedia es verdad y es dolor”, decía John Vorhaus

Si acaso, el problema, a mi entender, sería otro: ¿será igual de interesante Paquita en la temporada 3, una vez nos han cerrado su arco de personaje en esta temporada?

La cruel y efímera profesión de actor

De nuevo con el asunto laboral de fondo, Paquita Salas trata en diversos momentos la amarga profesión de actor. Los tiempos de espera hasta que reciben una llamada para un papel, el olvido tras años de éxito, o que les encasillen, por ejemplo, tras interpretar a un personaje gay, como le ocurrió a uno de Los Javis, están presentes en divertidas escenas, llenas de verdad y dolor.

Incluso el tratamiento cruel de la industria con el rol del figurante, recordándonos con este tema la genial comedia de Ricky Gervais Extras (BBC-HBO). Uno de los episodios de esta segunda temporada, en el que los figurantes de una película, incluida la actriz de Paquita, Belén de Lucas, se rebelan durante el rodaje, podría perfectamente haber pertenecido a Extras, siendo esta trama una de las mejores de la temporada.

Paquita Salas y Belén de Lucas tras un rodaje donde Belén hace de muerta

El personaje de Lidia San José haciendo de sí misma es la máxima representación de este segundo gran tema. Actriz desde niña, vivió el éxito muy pronto, y después el olvido, Lidia (actriz y personaje) vive en sus carnes algunas canalladas de sus compañeros de profesión, como ser expulsada de un photocall por no ser famosa ya. 

Los Javis no pierden la oportunidad para disparar algunos dardos envenenados, como es mostrar que en las series diarias, a los actores no se les da tiempo para repetir su secuencia, que en ocasiones los diálogos en estas series son imposibles de decir y sus directores son tan estrictos que no dejan cambiar ni una coma, o que estos no buscan interpretaciones frescas sino impostadas y repletas de respiraciones. Retazos de crítica que no se deben olvidar entre tantas situaciones de buena comedia, y que le dan a Paquita Salas una profundidad que, personalmente, no me esperaba.

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