VALÈNCIA. La obesidad es, esencialmente, un problema de salud, una enfermedad crónica cuya causa y progreso puede deberse a diversos factores y propios de cada paciente. Como consecuencia, se produce un aumento del tamaño de las células de los tejidos grasos, y por tanto un aumento del peso corporal.
La obesidad supone un riesgo para la salud. En ocasiones, uno muy severo. Produce un impacto en el sistema respiratorio, cardiovascular, óseo y articular que afecta a la vida diaria del paciente, e incluso puede llegar a ponerla en peligro cuando alcanza cierta gravedad.
Por tanto, como problema médico que es, los expertos recomiendan que su tratamiento mediante dietas para adelgazar siempre sea controlado por médicos especialistas. Ellos prescribirán la dieta que el paciente debe seguir, controlarán su evolución y, en caso de ser necesario, propondrán terapias complementarias.
Toda dieta para perder peso se basa en crear un déficit calórico, es decir, en el el consumo de una cantidad de calorías inferior a las necesidades diarias del paciente hasta llegar al adecuado a cada constitución física.
Por supuesto, la dieta ha de ser saludable y debe constar de conjunto de alimentos equilibrado que no provoque carencias que perjudiquen la salud del paciente. Este, por cierto, es el problema que presentan muchas de las populares "dietas milagro".
Un detalle muy importante es que la dieta ha de ser fácil de seguir, incluso agradable. Ya que supone una alteración del ritmo de vida del paciente, es tarea del médico nutricionista lograr que el impacto de la dieta sea el menor posible. El objetivo de las dietas para bajar de peso no consiste sólo en recuperar el peso ideal, sino en mantenerlo indefinidamente. Es vital, pues, que los cambios en la alimentación del paciente sean cómodos y fáciles de seguir, para que se conviertan en duraderos.
La primera fase de una dieta de adelgazamiento es la de restricción calórica: se confecciona un régimen que permita alcanzar el peso deseado, bajando el consumo de calorías hasta una cantidad inferior a las necesidades diarias del paciente (dieta hipocalórica). Habrán alimentos que estarán prohibidos, otros que se podrán tomar con cuidado, y finalmente ciertos alimentos que se podrán tomar sin limitaciones porque aportan muy pocas calorías, ayudando a conseguir la sensación de saciedad. Durante esta fase el paciente y el médico están en comunicación constante, normalmente en forma de cita semanal. En función de las impresiones del paciente, el médico hace los ajustes necesarios para resolver cualquier dificultad, de forma que la dieta sea lo más fácil de seguir y cómoda posible.
A continuación llega la Fase de Mantenimiento. En ella enseñamos al paciente a comer de todo, reintroduciendo poco a poco los alimentos que antes estaban prohibidos. El objetivo es que, al final de la dieta, el paciente la haya asumido no como un régimen sino como un estilo de vida saludable. Al alta, podrá y sabrá comer de todo, de forma responsable, y sin que haya una recuperación del peso perdido.
Como señalé antes, todas las dietas de adelgazamiento se basan en el principio de la restricción calórica. Esta puede ser moderada, que da lugar a una bajada de peso gradual, o rápida, que produce una fuerte bajada de peso inicial.
Las dietas convencionales serían de tipo moderado. Si las características del paciente lo permitieran o incluso lo aconsejasen, propondríamos el uso de dietas rápidas. Entre ellas tenemos las dietas proteinadas, de las cuales las más conocidas son Proteifine, Pronokal, Lipo Diet, Línea 15, etc. Estas necesitan de un compromiso más fuerte por parte del paciente, más disciplina en el cumplimiento del régimen y además especial atención a realizar una cierta cantidad de ejercicio físico para evitar la pérdida de masa muscular. Son más caras, ya que hay que adquirir alimentos preparados de laboratorio. En compensación, son realmente muy satisfactorias, ya que los resultados se ven enseguida, en pocos días o semanas.
Existe otro tipo de dietas, conocidas como las proteinadas, que se distinguen por conseguir resultados muy rápidos durante la primera fase de la dieta. Lo que se hace en estos casos, según la doctora Cristina Meliá, de la Clínica de Cirugía y Tratamientos de Estética de Valencia, es combinar alimentos de bajo contenido calórico (sólo verduras generalmente) con productos de laboratorio, que no tienen por qué ser aburridos: batidos, barritas, cremas, crepes, tortillas, etc. Estos tienen la cantidad exacta de carbohidratos y -muy importante- proteínas de alto valor biológico necesarias para preservar la masa muscular. Según van pasando los días y se va bajando de peso, se vuelven a introducir de manera paulatina el resto de grupos de alimentos y se van restando los productos preparados. Cuando se alcanza el peso deseado, pasamos a la Fase de Mantenimiento.
Este se produce cuando la pérdida de peso se logra con cierta rapidez y no se aplica al paciente una etapa de transición en la que reintroduzcamos poco a poco los alimentos antes prohibidos. Esta es, precisamente, la misión de la Fase de Mantenimiento: volver a incluir tales alimentos, observando cómo reacciona el paciente, para evitar el efecto rebote. Así, al alta el paciente ya puede comer de todo sin que se produzca una recuperación del peso perdido. En ocasiones, suele ser necesario complementar la alimentación con medicamentos, pero estos se centran en los típicos suplementos de vitaminas y minerales: un régimen de adelgazamiento puede suponer un aporte de de los mismos inferior al necesario. Es en el caso de las dietas proteinadas donde suele ser imprescindible. Sólo en determinados casos el doctor prescribiría otros tipos de medicamentos.
Una vez alcanzado el peso ideal con una dieta adecuada, no suele ser frecuente aplicar tratamientos estéticos. Es algo que el paciente puede pedir para corregir zonas del cuerpo con concentraciones de grasa que se resisten a la dieta y ejercicio. Como la bajada de peso y volumen corporal de las dietas de adelgazamiento es de forma general y no de forma localizada, si el paciente quisiera reducir zonas concretas, como el abdomen, flancos, caderas, glúteos, etc, se habrían de utilizar tratamientos estéticos complementarios, como son la mesoterapia, los ultrasonidos, la cavitación y la radiofrecuencia.