TRIBUNA / OPINIÓN

Los brioches de la señora Llopis

3/05/2021 - 

¡Sí, hombre, querrán el Castillo de Santa Bárbara! Dijo en este último pleno la Sra. Julia Llopis (PP) acudiendo a una fina ironía para negar a las asociaciones vecinales: a) un espacio municipal para almacenar alimentos que reciben y reparten a los necesitados, y b) un transporte hasta los puntos de reparto en sus barrios.

El Ayuntamiento incurriría en un gasto aproximado de unos 50.000 euros al año, que es menos de lo que Sant Joan dispuso para primera emergencia el año pasado. Sant Joan también ha dispuesto un espacio municipal para el almacenado y embolsado de víveres (esa sería una denominación más ajustada en estos tiempos de pandemia).

La Sra. Llopis dijo NO. ¿Las razones? Una serie de farfullas de no sé qué competencias en colisión con no sé qué administraciones que, de hacerle caso, se están saltando muchos ayuntamientos (también algunos donde gobierna el PP). Es curioso, pero la señora Llopis tiene una habilidad pasmosa para dejar mal al PP de Alicante. En cualquier caso, puras patrañas pueriles porque a la Sra. Llopis le dan dentera las asociaciones vecinales de los barrios deprimidos.

Los socialistas pedíamos la simple cesión de un espacio municipal que sirviera de centro logístico para todas las asociaciones vecinales. Ya lo había apuntado Natxo Bellido (Compromís): los Cines Abaséis podrían servir para ese fin (gracias a que otro alcalde del PP los compró por tres millones para criar telarañas desde hace 15 años, eso también). La ironía es que Ciudadanos, que cogobierna en Sant Joan y en Alicante, aceptó ceder un espacio municipal hace un año y convinieron con Cruz Roja, por lo que la muy sibilina de Julia Llopis los acusó indirectamente de estar saltándose no se sabe todavía qué competencias. Había que ver a Mari Carmen Sánchez (Ciudadanos) la cara que ponía mientras yo desvelaba la incoherencia de su partido. No saben qué pasa aquí al lado.

Para la Sra. Llopis parece que Elche también se ha saltado las mismas inexistentes competencias, puesto que al empezar el confinamiento el alcalde Carlos González convino con tres ONG (¡Vade retro!) el almacenado y embolsado de víveres, y con DYA Ambulancias su transporte. Y siguen alimentando a los necesitados hoy. Y las asociaciones vecinales prestan ayuda cuando se les solicita.

Efectivamente, no existen competencias que saltarse para todo esto. Todo es una burda mentira infantil, una excusa de la Sra. Llopis para votar que no a nuestra iniciativa. Excusas de las que no nos reímos porque no tener para comer no es para reírse.

Negar ayuda a los vecinos sin razón alguna, cuando se le ha aumentado el presupuesto un millón para su concejalía y hay 64 millones de remanente en este momento para gastar, debería ser delito de lesa humanidad, siendo indulgentes.

Al menos, y por lo pronto, es una inmoralidad más cometida por este matrimonio muy bien avenido. Pero ya sabíamos que los señores Barcala-Llopis no tienen escrúpulos políticos, menos con la población vulnerable. Ambos se comportan como los amos de la finca, esos que creen que los vecinos somos los villanos que les debemos a los señores el pan y la cebolla con la que alimentan a su prole. Y si la prole se muere de hambre, pues algo habrán hecho en contra de Dios y ellos no tienen nada que ver. Gente como Barcala y Llopis cree que Alicante es su finca con manantial y coto privado de caza, y los vecinos somos los jornaleros que vamos a trabajar al centro una vez al año recosiendo nuestras espardenyes, creen que somos los que llaman a servir en sus salones para sus bautizos y comuniones y demás fastos familiares celebrados con los de su clase y rango, más el obispo y el cónsul de alguna dictadura bendecida cristianamente. La gente bien de toda la vida, vaya.

Pareciera que a los señores Barcala-Llopis la democracia les importara lo mismo que la política a Franco. Para ellos no es más que una pequeña excusa con el fin poder seguir comportándose al modo de la aristocracia narcisa y cerril más española. Esa que piensa que está por encima del resto de los mortales. Ellos leyeron Los santos inocentes pensando que era un retrato para su mayor gloria. No les motiva la más mínima emoción su lectura porque, como los buenos narcisos, emocionarse y tener empatía es de pobres. Ellos están para mandar, otros para servir.

Y así, en mitad del pleno, la Sra. Llopis, como buena María Antonieta, mandó al pueblo hambriento a comer brioches y pidió que no la molestaran más, agradeciendo las opiniones de la oposición, siempre molestas. Ya lo dijo Xavi López (Unides Podem) un poco antes: ella no cree en los servicios sociales. Hasta Mario Ortolá (VOX) sintió vergüenza de aquello y concedió una abstención, al tiempo que instó al gobierno a una solución favorable a los vecinos (su iniciativa del bulo de Llopis del colegio Voramar le pasa factura con IVA).

Finalmente, PP y Cs votaron en contra de ayudar a los vecinos. La derecha hizo de ultraderecha, la ultraderecha hizo de cínica y la izquierda de sí misma. Barcala se empolvó la peluca, hizo recuento de votos y arrojó al fuego los nuestros. No hay peligro: los descamisados no pueden atacar Versalles gracias al profundo foso anegado de corrupción y clientelismo que hay entre ellos y nosotros.

Mañana los señores Barcala-Llopis saldrán a repartirles mascarillas con sus iniciales grabadas a todos ustedes. No olviden agradecer su generosidad mientras se tragan los gases de su Mercedes. Ya lo dijo Sigmund Freud: “Es posible reunir a un considerable número de gente en amor mutuo, siempre que haya otra gente dejada fuera para recibir las manifestaciones de su agresividad”.

Así está escrito el lema sobre el tálamo nupcial de los señores.

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