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sin complejos / OPINIÓN

Lo mejor siempre está por llegar

28/12/2020 - 

VALÈNCIA. Acabamos uno de los peores años que hemos conocido. Todos recordaremos este 2020 como un punto ineludible de nuestras vidas. Sin duda, quienes hayan perdido un ser querido por la covid-19 tendrán en su memoria siempre la pregunta de si se podía haber hecho algo más, si el Gobierno de España y la Generalitat Valenciana actuaron con prontitud y diligencia o, si por el contrario, vieron la situación en términos partidistas con el objetivo de acelerar el proceso radical de reconversión político-social en el que están inmersos, monarquía incluida y ya veremos si democracia también. Por supuesto, tengo mi opinión y entenderán los lectores que no es positiva.

Pero en esta ocasión todos seremos víctimas, puesto que la destrucción de miles de empleos en la Comunitat Valenciana y en España (es el país con mayor caída del PIB en todo el mundo con un -12,5%) por la gestión del Gobierno nos costará años de recuperar. ¿Cuántos? No me atrevo a dar ningún pronóstico. Sí que creo que la Generalitat Valenciana ha elegido el camino largo al no querer bajar impuestos ni adecuar la Administración autonómica a una situación de crisis. El trabajo lo tendrán que hacer los valencianos con sudor, dedicación y esfuerzo; el mismo que se han negado los políticos en el gobierno para no reducir altos cargos ni prebendas ni chiringuitos. Me dio vergüenza ajena cuando las enmiendas al Presupuesto de la Generalitat Valenciana para subir tasas y tributos eran aprobadas en medio de aplausos. La izquierda se felicitaba de que estaba por encima de los demás, de que se había salvado ella por delante de los valencianos. 

En nuestro trabajo, que no es otro que servir al pueblo valenciano desde Les Corts, hemos vivido situaciones inauditas, pero ninguna como esta y mira que los del PPCV hemos sufrido de todo de una oposición inmisericorde, pero los populistas de izquierdas son únicos en el filibusterismo parlamentario. Solo la buena educación y el respeto que nos producen los ciudadanos y las instituciones nos han impedido largarnos del Pleno ante un Consell y sus grupos políticos faltones, hipócritas e hiperventilados por una situación que les ha sobrepasado. 

PSPV, Compromís y Podemos rompían de esta manera los Acuerdos de Reconstrucción firmados unos meses antes por todos los grupos de la Cámara autonómica. Los mismos que reclamaban unidad cuando la pandemia asfixiaba nuestros hospitales y centros de mayores se sonaban la nariz con el documento que certificaba la generosidad de la oposición sensata del PPCV, auténtica impulsora de la firma.

Hasta esa suerte tiene el presidente de la Generalitat Valenciana con Isabel Bonig, la misma que infortunio inverso tenemos los valencianos de que Isabel no esté an el Palau de la Generalitat. Fue la primera que alertó de que la Conselleria de Sanidad no ponía todo de su parte en cercar la expansión del coronavirus en la Comunitat Valenciana, pero no con críticas, sino con medidas certeras que no se pusieron en práctica solo porque las pidió la presidenta del PPCV y la que se ha pasado meses poniendo la mano para que se la escupan desde el Palau. 

Lo mismo que le ha pasado a Ciudadanos. Si ahora Toni Cantó quiere volver a pactar con Ximo Puig ya sabe quién de los dos es el mejor actor. Porque, en sus negociaciones, el camaleón ha sido Puig y Cantó ha hecho un papelón. No era que no estaba advertido después de ver cómo el jefe del Consell trataba a la jefa de la oposición, pero algunos tienen que meter la mano en la olla para quemarse. 

Hasta aquí, no hay nada por lo que alegrarse. Entonces, ¿por qué hay que ser optimista?¿Qué nos queda esperar? Pues yo les digo que lo mejor siempre está por llegar. Aunque ahora no se atisbe salida a la nefasta política que nos invade. Pero es que la noche es más oscura justo antes del amanecer.

Foto: ROBER SOLSONA/EP

La esperanza de una vacunación ordenada, relativamente cercana y suficiente ofrece una opción cierta de que las restricciones quedarán atrás quizás en el segundo semestre del año. A partir de ahí, confío que nuestras cualidades como destino turístico (si el Consell no insiste en ponerle más trabas) recupere buena parte de la situación previa a la pandemia. Y, a partir de ahí, sobrevivir, no sin esfuerzo, pero sí con valentía. Ya digo que costará, y mucho, pero nunca he dudado ni de nuestros empresarios ni de nuestros trabajadores.

Entiendo que los ciudadanos vean con escepticismo la situación política y que la pongan como uno de los principales problemas de España. Pero también veo una salida porque la inestabilidad del Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias es cada vez mayor. Llegará un punto, creo que cada vez más cercano, es que romperán y que por fin tengamos un Gobierno sensato y trabajador con Pablo Casado al frente, donde lo importante sea prioridad. Y a ver qué réplicas tendrá ese seísmo de La Moncloa en el Palau de la Generalitat. 

No sé si será en 2021, pero sí ocurrirá en el futuro. Por eso, no puedo sino desear que ese futuro llegue ya, que acabe un 2020 nefasto y sus cenizas nos traigan un año nuevo mejor, que será fácil. ¡Feliz Ano Nuevo a todos!

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