VALÈNCIA. Para todos excepto para el PP. El arranque del inicio de Gürtel sobre la presunta financiación irregular de la formación popular en la Comunitat Valenciana ha sido trepidante. Las acusaciones de implicados como Francisco Correa, Pablo Crespo y Álvaro Fernández 'El Bigotes' se han dirigido al ex secretario general Ricardo Costa, pero también al ex presidente de la Generalitat Francisco Camps y a otro referente como Juan Cotino, entre otros.
El escenario político que se presenta en la Comunitat Valenciana con este proceso en marcha resulta, sino demoledor, notablemente duro para el partido que lidera Isabel Bonig. Los cargamentos de munición gracias al juicio que llegan a las fuerzas del Botànico se cuentan por toneladas: con semejante marco, no son pocos los estrategas de PSPV y Compromís que apuestan por, especialmente estas semanas, mantener un perfil discreto de gestión y que nada empañe las informaciones juidiciales que llegan desde Madrid.
Por si fuera poco, con el gran resultado de Ciudadanos en Cataluña y el pésimo del PP, la formación de Albert Rivera también tiene la lección aprendida de cómo debe comportarse respecto a su competencia en el centro-derecha. Así, tal y como informó Valencia Plaza esta misma semana, los dirigentes de la formación naranja aprovechan cualquier ocasión de alejarse públicamente del partido de Bonig -incluso en el ámbito propositivo- tirando de honestidad e indignación.
Y es que la reentrada y consolidación de Gürtel en la agenda mediática parece incuestionable. Esta circunstancia, sumada a lo ocurrido en Cataluña, ha conllevado que se esfume la posibilidad de un adelanto electoral estatal para el presente ejercicio o incluso también en el plano de coincidencia con las autonómicas en 2019: la sensación que transmiten fuentes populares en Madrid es que Mariano Rajoy va a tratar de alargar la legislatura lo máximo posible con la esperanza de que Ciudadanos se deshinche y los casos de corrupción pasen a un segundo plano.
Menos triunfos tiene Bonig en su mano. Obligada a capear el tsunami judicial, el golpe del proceso en activo es duro, pero al fin y al cabo afectará a excargos del partido que prácticamente en su totalidad se encuentran fuera de la primera línea política o directamente en otros menesteres. Ahora bien, tal y como informó este diario, la vida no termina con Gürtel: son varios los casos que en 2018 seguirán avanzando hacia la luz mediática volviendo a relacionar la marca PPCV con la corrupción.
Sin duda, uno de los más mediáticos es el del presunto blanqueo de capitales incluido en Taula. En julio termina la prórroga firmada por el juez para investigar, pero el ritmo de la instrucción es alto y no se descarta un adelanto de los plazos. Así, y aunque en este asunto Bonig trate de hacer de la necesidad virtud y servirse de la posible apertura de juicio a los concejales para volver a la carga en su intención de que abandonen sus actas en el Ayuntamiento, la realidad es que la líder del PPCV tendrá difícil sacar alguna conclusión positiva de este proceso si los ediles se sientan en el banquillo.
Con estos mimbres, las fuerzas que lideran el Consell, PSPV y Compromís, celebran en privado la crisis que atraviesa el eterno rival. El desgaste, las disputas internas, la falta de ideas y de recursos o la dependencia parlamentaria de Podemos, son algunas de las dificultades con las que debe lidiar el Gobierno valenciano y que amenazan con recrudecerse en la recta final de la legislatura. El caso Gürtel es, sin duda, un balón de oxígeno para estas fuerzas políticas, que incluso ven opciones de rédito en identificar a los acusados del PPCV con el líder nacional, Mariano Rajoy, principal objeto de sus críticas por cuestiones como la infrafinanciación.