VALÈNCIA. ¿Quiere visitar a un familiar en Teruel? ¿Sueña con reunirse con cuatro amigos en su casa? ¿Pretende organizar un partidillo de fútbol? ¿Le gustaría ir al gimnasio? ¿Busca celebrar su cumpleaños en un restaurante con cinco personas? ¿Ambiciona dar un paseo a las 22.30 horas?
Todas esas posibilidades están prohibidas a día de hoy y quizá sigan así en los próximos días debido a las restricciones impuestas por el Gobierno valenciano a causa de la pandemia. Unas decisiones que chocan con los derechos y libertades más habituales de las personas pero que los gobiernos han doblegado con el razonable argumento de contener el coronavirus.
Ahora bien, si el Gobierno valenciano ha tenido el poder suficiente para restringir semejantes libertades, ¿cómo es posible que se mantengan las vacaciones relacionadas con las Fallas tanto en el ámbito escolar como en el universitario pese a la oposición del Ejecutivo autonómico? La realidad es que nadie en el Consell ha querido poner el cascabel al gato.
De hecho, en Presidencia están incómodos desde hace semanas con este asunto. El jefe del Consell, Ximo Puig, ya había reflexionado internamente sobre la problemática de mantener los festivos con el peligro que puede suponer de cara a la desescalada: cuantas más personas en vacaciones, más contacto social y peligro de contagios.
Ahora bien, ni la Conselleria de Sanidad liderada por la socialista Ana Barceló ni la Conselleria de Educación encabezada por Vicent Marzà, de Compromís, se han atrevido a tomar el toro por los cuernos sobre esta cuestión. De hecho, fue el propio presidente, Ximo Puig, el primero que puso sobre la mesa la recomendación de que se anularan los días festivos. Eso sí, lo hizo el pasado 25 de febrero, ya a las puertas de la Fiestas de la Magdalena y muy cerca de las Fallas.
De esta manera, la decisión se puso en manos de los Consejos Escolares Municipales -para disgusto de los alcaldes-, que en su mayoría han decidido ya mantener los festivos marcados en el calendario con anterioridad. Unos órganos donde, por otro lado, el profesorado, en general contrario a la modificación con tan poco tiempo de antelación, disponen de un peso importante.
Precisamente esto ha sido determinante en la endeble actuación por parte del Gobierno valenciano: el temor a adoptar decisiones que fueran en contra del gran colectivo docente. La imposición a última hora de convertir días festivos en jornadas lectivas normales, trasladando los no lectivos a más adelante, habría sido impopular de cara a los profesores, un desgaste que nadie en el Consell ha querido asumir.
Sobre esto, la vicepresidenta del Consell y portavoz del Ejecutivo, Mónica Oltra, se pronunció a preguntas de los periodistas este viernes admitiendo que las decisiones del Ejecutivo habrían llegado tarde: "Probablemente, el planteamiento de la recomendación llegó en términos muy apurados, sobre todo en Castelló", reconoció la líder de Compromís en alusión a la celebración de la Magdalena.
"En cualquier caso, nosotros seguiremos recomendando y conminando a toda la sociedad a cumplir estrictamente las normas en cuanto a relaciones sociales", afirmó, para añadir que las próximas fechas "no son días de fiesta" por lo que se debe seguir "el cumplimiento estricto de las normas".
En esta situación, tanto la ciudad de Castelló la semana que viene como València y un gran número de los municipios de la provincia la semana siguiente se enfrentan a la tormenta perfecta para un repunte de la covid: cientos de miles de personas de vacaciones -en algunos casos, de nueve días-, previsible tiempo primaveral, terrazas abiertas, movilidad reducida dentro de la Comunitat Valenciana y una posible relajación de las restricciones a partir del 15 de marzo.
Para ese lunes se esperan nuevas medidas, después de 14 días con las que entraron en vigor el 1 de marzo. La hostelería espera, por ejemplo, que se permitiera servir dentro de los establecimientos aunque sea con un aforo del 30 o el 50%, ya que ahora solo están permitidas las terrazas y la comida para llevar y la mayoría de locales no ha podido abrir al no tener terraza. Sin embargo, en un escenario de vacaciones escolares y universitarias es posible que el Consell decida aplazar estas medidas una semana más.
De momento, la Conselleria de Sanidad ha prohibido la apertura de casales falleros -más de 300 en València- la semana que comienza el 15 de marzo, para evitar que los miembros de las comisiones tengan la tentación de reunirse allí. El concejal de Cultura Festiva de València, Carlos Galiana, ha organizado una Nit del Foc la noche del 18 de marzo formada por minicastillos y ha pactado con Barceló que será después del toque de queda, que de momento está fijado a las 22 horas.
Por otro lado, tal y como informó este diario, pese a la recomendación proclamada por Puig a finales de febrero, los festivos falleros también están presentes en el propio calendario de la Conselleria de Sanidad en Valencia.
Lo mismo ocurría con el festivo de Castelló con motivo de las fiestas de la Magdalena. No obstante, un documento firmado este mismo viernes por el director económico del Departamento de Salud de Castelló, Domingo Fabra, anulaba el festivo fijado inicialmente para el día 12 de marzo en la capital de La Plana.
Sin embargo, se mantiene de momento como festivo para los sanitarios de la provincia de Valencia el día 18 de marzo, pese a que supone una contradicción con el mensaje emitido por el propio Puig y la conselleria. El argumento del departamento que dirige Barceló es que no se ha decretado formalmente la suspensión de las Fallas mediante un decreto, cosa que sí ocurrió en 2020.