ABIERTA DESDE 1922

La tienda de bicicletas más antigua de España sigue pedaleando en el corazón de València

18/08/2018 - 

VALÈNCIA. De abuelo a padre y de padre a hijo. Imaginar un negocio familiar que sobrevive después de tres generaciones no siempre es fácil. El tiempo pasa, las sociedades evolucionan y la pasión que te envolvió a ti un día puede que no lo haga de la misma manera con tus descendientes. Sin embargo, en València se halla Rafael Abad, la excepción que confirma la regla, convirtiéndose en la tienda de bicicletas más antigua de España gracias al trabajo que abuelo, padre e hijo han realizado década tras década, hasta cumplir casi un siglo. 

Cuando tenía nueve años Rafael Abad se mudó desde Teruel hasta València, ciudad donde tiempo más tarde abriría su propio local de bicicletas. Ahora bien, el camino hasta entonces fue bastante laborioso ya que Abad pertenecía a una familia humilde que acaba de emigrar de su ciudad natal. El joven empezó, primero, trabajando en un ultramarinos en la calle La Paz, donde dormía y trabajaba hora tras hora por tal de reunir el dinero suficiente con el que emprender. Así, una vez logró reunir bastantes pesetas, abrió su propia tienda -también de ultramarinos- al lado del Mercado Central, hasta que en 1922 se estableció definitivamente en la calle Tundidores, donde todavía hoy se mantiene su encomienda. 

"Mi abuelo era como una especie de mago, porque aunque no tenía dinero para existencias, hacía creer que sí. En la tienda colgaba jamones que eran de madera y cuando los clientes le querían comprar uno, se ofrecía a llevárselo a su casa. Así, con el dinero que estos le pagaban, se iba corriendo al Mercado Central para allí adquirirlos. Esta estrategia defensiva fue la que le permitió reunir cada vez más dinero para montar una tienda de bicicletas", explica Martín Abad, nieto y actual gerente. De este modo, hasta decantarse por el mundo de las ruedas, en la tienda de los Tundidores hubo desde fonógrafos y radios, a máquinas de coser. "Mi abuelo vendía de todo porque aunque le gustaban las bicicletas, era una época muy pobre y las bicis eran signo de caballero y de señora, por ello tenía que combinarlo con otros materiales".

Desde entonces, la tienda ha permanecido abierta todos los días laborales, excepto un mes en el que tuvieron que cerrar porque se hicieron reformas en el techo. "El local ha superado una gran depresión, ha vivido la guerra y la postguerra, e incluso ha sobrevivido a la gran riada que inundó València en el 57. Y es que sorprendentemente el agua no llegó a pasar de la puerta", explica Martín Abad. 

Una tienda legendaria frente a las 'bikes shop'

45 metros cuadrados de mosaico Nolla -original- tejen el comercio central. "El más rentable que conocen, nos dicen los empresarios". La tienda de bicicletas, según revela Abad, se convierte además en todo un museo para arquitectos que vistan su establecimiento únicamente para ver con sus propios ojos los pocos pavimentos que quedan de este tipo de cerámica, patrimonio histórico valenciano.

"Muchas veces me dicen que el local parece que sea la ferretería de la bicicleta. Es muy atípica porque la he mantenido tal cual la tenía mi familia. Incluso sigue colgado el San José que mi abuelo colocó nada más abrir sus puertas. Es como un signo de resistencia porque cuando empezó la Guerra Civil, la tienda estaba situada en zona republicana, por lo que estaba prohibido tener motivos religiosos. Lo más fácil hubiera sido retirarlo y en otra ocasión volver a colgarlo, pero mi abuelo se negó y puso una barra y una cubierta por delante para mantener a San José durante la cruzada". 

Rafael Abad rompe estéticamente con las llamadas 'bikes shops', franquicias destinadas únicamente a la venta del producto. "Estas tiendas suelen tener grandes ventanales donde el producto está expuesto hacía el público, pero en la nuestra es al revés. Los ventanales enseñan los artículos pero la atención no va hacía las personas", explica el valenciano. Así mismo, la falta de sintonía entre su empresa y la de la mayoría de empresas radica en la filosofía que abanderan los Abad: "La mayoría de comercios que abren están especializados en las bicicletas de montaña, de carretera o eléctricas. En nuestro negocio tenemos desde una BH clásica, a una bici antigua, lo abarcamos todo. Pero además, tenemos todo tipo de tornillos, manillares, sillines...e incluso las reparamos. Digamos que nosotros somos de los pocos que humanizan el sector" 

A su tienta, ubicada en el corazón de València, se le suma otra situada en la calle Lorca, abierta sobre los 70 y a la cual la riada sí le afectó, cubriéndola en dos ocasiones hasta el techo; otro local emplazado en Gandía (calle San Vicente Ferre) y uno más en Castellón (calle Mendez Núñez). En total once trabajadores repartidos en los cuatro negocios familiares -de los cuales tan solo dos trabajan junto al nieto de Abad en la calle Tundidores- y que logran cubrir modalidades distintas dentro del sector. "La de Gandia es de estética más moderna y se especializa en el producto caro. Mientras que en Castellón y en Lorca ofrecemos bicis de montaña y carretera, más de gama media. En la que estoy yo trabajando nos decantamos por las urbanas y plegables", destaca el minorista. 

¿Está mejor que nunca el sector en València?

Martín Abad empezó a verse atraído por este mundo desde bien pequeño cuando se quedaba a ayudar a su padre en los meses de verano. Igualmente, empezó la carrera de Geografía e Historia, aunque volvió a decantarse por lo que realmente le gustaba: las bicis. Desde entonces, el valenciano ha vivido todo tipo de cambios en el sector, no solo en el estrepidoso vuelo hacía el mundo de lo electrónico, sino también por el contexto sociocultural que acontece la ciudad. Por ello quién sino él para establecer una línea de referencia sobre cómo está el mercado en la actualidad. "El sector en València está en crisis. No por el hecho de que se vendan muchas bicis y se hagan más carriles significa que esté bien, porque el problema es que no hay un gran mercado. Desde siempre en la ciudad han habido siete u ocho tiendas de bicis, pero tras la crisis económica mucha gente ha pensado que la mejor solución era abrir su propio local. Así hemos pasado a tener más de 40 o 50 comercios, pero la misma tarta repartida entre todos no da", indica el valenciano. "Nosotros tenemos la suerte de que al llevar tantos años trabajando, los clientes vienen hasta aquí porque sus padres o sus abuelos ya les hablaban de lo que hacemos". 

Igualmente, ni el tener una tienda con más de 90 años de recorrido te puede asegurar el hecho de tener tu porción asegurada en "la tarta". En este caso, Martín Abad teme que no haya relevo en su familia y el negocio no aguante una cuarta generación. "Hay que cuidarlo mucho y dedicarle demasiada atención. En mi caso trabajo muchas veces incluso los domingos, atendiendo la parte del taller. De ahí a que uno de los mayores problemas sea que no tengamos sucesores que se quieran dedicar a esto. Hoy en día la gente busca opositar, mi hermano, de hecho, es letrado en el banco de España y en dos meses cobra más que yo en todo un año. Además tiene dos meses de vacaciones, mientras que yo cojo únicamente una semana." 

Aún así, ante la remota idea de pensar en un traspaso de negocio o en el hecho de que la tienda fuera llevada por personas ajenas a la familia, Martín Abad no puede evitar sentirse afligido. "Da la casualidad de que mi abuelo murió aquí y mi padre también. Durante la guerra por ejemplo, nos expropiaron la tienda, y mi abuelo continuaba entrando por una trampilla. Por eso, tengo la esperanza de que el negocio aguante pedaleando, al menos, otros 100 años más."

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