VALÈNCIA. Hace tiempo que desde este periódico venimos advirtiendo a la Conselleria de Transparencia sobre la relajación que se ha producido en la mayoría de consellerias de la Generalitat a la hora de publicar aquello que deben publicar en sus portales de transparencia. El impulso inicial del departamento que dirige Manuel Alcaraz propició un volcado de datos y una publicación de documentos de interés para la ciudadanía que ha permitido más control sobre la corrupción y, como consecuencia de ello, mucha menor corrupción que con anteriores Gobiernos dirigidos por el PP.
Sin embargo, por pereza en unos casos y deliberadamente en otros, los profesionales de la información nos encontramos cada vez más con portales de transparencia desactualizados en las consellerias y empresas públicas o con importantes omisiones que no parecen ser casuales.
Es el caso de la agenda pública de la consellera de Sanidad Universal, Ana Barceló. Este lunes nos enteramos por El Mundo de que el pasado 3 de enero se reunió con el consejero delegado de Ribera Salud, Alberto de Rosa, para hablar nada menos que de la reversión de área de salud de La Marina. La reunión se celebró en la sede de la Conselleria y a ella asistió el subsecretario de Sanidad, Juan Ángel Poyatos. La cita no figuraba en la agenda pública de ninguno de los dos altos cargos.
Dos semanas antes, el 14 de diciembre, Barceló se reunía en una comida con el director general del Instituto Valenciano de Oncología (IVO), Manuel Llombart. Días más tarde, Sanidad y el IVO firmaran un acuerdo para regularizar los pagos atrasados que la Conselleria arrastraba desde el enfrentamiento que la fundación médica oncológica tuvo con la anterior consellera, Carmen Montón. Tampoco este almuerzo en un restaurante del paseo de la Alameda, al que asistieron el diputado socialista Alfred Boix y el periodista y consejero de Aguas de Valencia Jesús Civera, figuraba en la agenda pública de la consellera.
Esperemos que cuando se apruebe la ley de lobbies de la Generalitat, que se está retrasando más de lo previsto quién sabe si por la presión de los lobbies, la transparencia deje de ser solo para las actividades confesables de los consellers, porque así no tiene gracia.