VALÈNCIA. El próximo martes 4 de mayo tendrán lugar las elecciones en la Comunidad de Madrid, unos comicios convocados de manera urgente por Isabel Díaz Ayuso (PP) que han sumido a toda España en una campaña terriblemente descarnada y polarizada. Los resultados de esta cita electoral, dadas las grandes implicaciones y lo que hay en juego, significarán, probablemente, un punto de inflexión en la política nacional, pero también tendrán otros efectos colaterales como por ejemplo, en el futuro del PP de la Comunitat Valenciana.
¿Por qué? En las últimas semanas se ha agudizado la presión de la dirección nacional del partido que lidera Pablo Casado para la convocatoria del congreso en la Comunitat Valenciana que debe significar el relevo de la actual presidenta regional, Isabel Bonig, quien no obstante, había mostrado públicamente su interés por presentarse a las primarias para su reelección.
Desde Génova, tal y como informó Valencia Plaza, se trasladó a la líder valenciana una oferta para que diera un paso a un lado para allanar el camino de su candidato favorito, Carlos Mazón, presidente de la Diputación de Alicante. Sin embargo, y pese a que muchos en el PP creían que Bonig aceptaría y convocaría el congreso regional anunciando a la vez que no se presentaría, no ha movido ficha. Es más, ha dejado algunas perlas en sus declaraciones que no han agradado demasiado en la dirección nacional del PP.
Con este escenario, el pensamiento generalizado en la formación popular es que Bonig ha decidido ganar tiempo hasta que pasen las elecciones madrileñas para ver, así, en qué posición quedan los referentes nacionales del PP. La pérdida de la Comunidad de Madrid -difícil según los sondeos pero no imposible- sería un durísimo golpe no solo para Díaz Ayuso sino también para Pablo Casado y para su mano derecha, el secretario general, Teodoro García Egea, principal artífice de la operación para aupar a Mazón.
De esta manera, una derrota en Madrid, al menos así lo creen dirigentes del partido, podría congelar el inminente proceso de renovación en el PPCV que está previsto para antes de agosto. El impacto mediático de una situación de este calibre, el golpe que supondría para las esperanzas de Casado de resurgir como líder de la oposición reforzado y quién sabe si algún movimiento o posición de los presidentes autonómicos críticos, podrían invitar a García Egea a posponer la operación en la Comunitat Valenciana o a afrontarla en un escenario de mayor inseguridad por la derrota, algo que en ambos casos beneficiaría a Bonig. Más aún cuando, si se produjera esa derrota en Madrid, se podría alimentar el clima de rebelión -de momento minoritario- que algunos están llamando a convocar frente a la dirección nacional.
Unas reflexiones que otros dirigentes, con más vinculaciones en la capital, no terminan de compartir, dado que creen que la decisión sobre el congreso en la Comunitat Valenciana está tomada y, pase lo que pase, se llevará a cabo antes del verano, por lo que, a su juicio, un traspiés el 4M solo podría retrasar el calendario quizá en unas pocas semanas.
En todo caso, el juego de alianzas es uno de los asuntos que con más interés se seguirán. Haya candidaturas alternativas a la de Mazón que lleguen hasta el final del proceso o no (y acaben integrándose en la impulsada por la dirección nacional). El papel del expresidente de la Generalitat, Francisco Camps, resultará significativo. De vuelta a la palestra política y con intención de presentarse a la alcaldía de València, los últimos movimientos de miembros del Foro 2020 en Valencia han sido los de impulsar al alcalde de Ayora, José Vicente Anaya, a la carrera del liderazgo regional.
Si este colectivo o el propio Anaya se pudiera acabar uniendo a otras familias 'populares' es algo que ya se comenta. De hecho, hay quien no vería con incredulidad ni siquiera una alianza de los sectores Camps-Bonig en el caso de que esta última optara por no cumplir con los designios de Génova. Tampoco ha pasado desapercibido que la 'número dos' del PPCV, Eva Ortiz, saliera hace pocos días en defensa del expresidente de la Generalitat en la tribuna de Les Corts -algo nada habitual estos años- para ponerlo de ejemplo de persecución de la izquierda.
Otro factor importante será qué haga el presidente del PP en la provincia de Valencia, Vicente Mompó, quien no ha defendido todavía a ningún líder en concreto, aunque en una entrevista en Plaza Radio señaló que su preferencia sería que existiera una candidatura única acordada para "no abrir el partido en canal". Su estrategia será relevante puesto que en muchos de los municipios ya se han renovado las direcciones locales con perfiles cercanos a él.
A todo ello se une que el fantasma de Toni Cantó nunca ha dejado se sobrevolar por el PPCV desde que se marchó de Ciudadanos hace más de un mes y ahora se encuentra más presente que nunca. "Estaré donde pueda estar, iremos viendo en los próximos meses cómo va avanzando el proceso de primarias, pero la persona que sea elegida por el partido para liderar la Comunidad Valenciana puede contar conmigo y, como siempre, desde donde sea, me da igual", afirmaba el pasado viernes.
Con su salida del partido naranja, dos fueron las especulaciones inmediatas que surgieron: listas o Gobierno de Díaz Ayuso y vuelta posterior a Valencia. Lo primero no pudo ser porque el Tribunal Constitucional le dejó fuera. Las otras opciones quedarán por comprobar. Si Ejecutivo con Mazón, lista a Les Corts de nuevo o, como se viene remarcando especialmente desde el principio, candidatura al Ayuntamiento de València.
En general, tal y como admiten incluso algunos dirigentes populares, la mayoría de familias del partido está dispuesta a aceptar a un líder -Carlos Mazón- por ser la apuesta de Génova pero en el que, de momento, muchos no creen. Aun así, resulta indiscutible que se trata del mayor referente institucional que tiene ahora mismo la formación en el territorio. Sus retos, desde luego, serán apaciguar las provincias -sobre todo la de Valencia-, aglutinar lo máximo posible a las diferentes corrientes y lograr ilusionar a la militancia.
Y es que, así lo reconocen muchos en el partido, uno de los lastres de la formación popular en los últimos seis años ha sido la falta de banquillo para suplir a los referentes que el partido ostentó en sus épocas de mando en plaza. Unas caras visibles que, en muchos casos, eran consellers o históricos dirigentes del partido que se han visto salpicados o enjuiciados en casos de corrupción, lo que les dejó fuera de la primera línea política.
Un vacío que no se ha terminado de llenar. Esto se debe a diversos factores que, combinados entre sí, han debilitado las posibilidades tanto de elevar a la presidenta regional como de crear figuras paralelas relevantes a la líder del PPCV.
El equipo de Bonig no ha tenido demasiado margen de evolución para ello. Eva Ortiz, Mari Carmen Contelles, Elena Bastidas, Luis Santamaría, Rubén Ibáñez, José Juan Zaplana, Jaime Bronchud... algunos de ellos buenos parlamentarios, pero sin el apoyo unánime en el partido ni tampoco con las simpatías o territorio suficiente para embarcarse en un proyecto de liderazgo.
Por otro lado, la derrota electoral en casi todos los municipios importantes de la Comunitat Valenciana ha provocado que no existan apenas alcaldes jóvenes que puedan dar el salto a la política regional. De la misma manera, algunos de los nombres propios con proyección de futuro como es el caso del expresidente de la Diputación de Castellón, Javier Moliner, o el expresidente de la Diputación de Alicante, César Sánchez, se borraron de la carrera de la sucesión. El primero, incluso ha dejado la política para ir a la empresa privada, mientras el segundo permanece en un plano discreto en el Congreso de los Diputados.
Además, la vigilancia entre las familias de los partidos provoca que se malogren posibilidades interesantes. Uno de los ejemplos es el del senador y magistrado -expresidente del Consejo del Poder Judicial y de la Audiencia Provincial de Valencia- Fernando de Rosa, que se ofreció para cotas mayores tanto en el partido como en las candidaturas pero que no fue tenido en cuenta ya fuera por Madrid o porque generaba recelos en Valencia.
Una serie de situaciones que han contribuido a que en el actual PPCV exista mucho cargo intermedio y perfiles para la batalla orgánica pero muy pocos liderazgos emergentes con un discurso político profundo o renovado con mirada de candidato. Prueba de ello es que uno de los aspirantes a liderar el partido, José Vicente Anaya, basa buena parte de su candidatura en la recuperación del PP que ganaba las elecciones con mayorías absolutas.
El problema es que esto, al menos hasta ahora, tampoco genera un arrastre de las masas fuera del partido pero tampoco dentro del mismo, porque un discurso como el de Anaya viene respaldado y amplificado por sectores como el Foro 2020, en el que están muchos históricos con los que tampoco se sienten identificados la mayoría de dirigentes de hoy en día, aunque públicamente no quieran desdeñarlos personalmente ni tampoco su contribución en el pasado.