VALÈNCIA. Una de las mujeres más asombrosas e insólitas que recogió nuestra ciudad fue una coreógrafa llamada Olga Galicia Poliakoff, bailarina y maestra de danza contemporánea que fue musa del underground valenciano desde finales de la década de los años 70 y la década de los 80.
El documental de Olga Galicia Poliakoff. La mujer que nació en bata, que Eva Vizcarra dirigió entre los años 2010 y 2011, se trata de un corto producido por Endora Producciones que retrata de modo inmejorable el ambiente de la noche bohemia de la Valencia de una época. La obra comienza con un fragmento de El Principito, la famosa obra de Saint-Exupéry: “Todos los adultos comenzaron siendo niños, pero pocos lo recuerdan”. Y eso es lo que seucedía con Olga, pues detrás de su imagen de mujer rebelde y alocada se escondía una niña.
Así recoge el Institut Valencià de Cultura la obra de Poliakoff:
Era una persona extremadamente sensible y una actriz excelente. El descubrimiento de la vida nocturna valenciana la impulsó a llevar una doble existencia. Bailarina de día, cabaretera de noche; Olga vivía en perpetuo movimiento, no soportaba permanecer inmóvil. Quizá por ese motivo la danza devino su gran pasión. Le sucedió un éxito tras otro, adquirió fama nacional e internacional por su carrera como bailarina. Hasta que un accidente de moto la obligó a despedirse del mundo del espectáculo.
Casi como si se tratara de la protagonista de su propia película o novela, Olga sufrió una depresión tras este accidente al recordar su vida anterior. Olga había nacido en España cuando su madre había llegado tras la Segunda Guerra Mundial. Su madre era la famosa bailarina del mismo nombre. Olga madre había nacido en Valencia en 1921 pero fue en París donde comenzó su pasión por la danza. Sólo tenía 8 años cuando apareció en la Ópera de París en un minúsculo papel. Allí tuvo a Serge Lifar como profesor. Más tarde llegó a trabajar en el Teatro Châtelet y en la Porte Saint Martin.
Cuando la Guerra Civil Española estalló, Olga se encontraba en Valencia. Tenía 17 años y ya le resultó imposible volver a París. En Valencia siguió formándose y realizó, por ejemplo, la coreografía de El Príncipe Carnaval del Maestro Serrano en el Teatro Principal. Cuando acabó la guerra se marchó a Barcelona para continuar su formación con Juan Magriña, director del Liceo, quien le propuso entrar como bailarina. En la década de los 40 destacó su trabajo en el cortometraje La barraca, que retrataba el folklore valenciano. En esta misma década su vida experimentó un gran cambio cuando en 1946 se traslada a vivir a Guinea. Únicamente tardó unos años en volver de nuevo a Valencia donde montó su propio estudio de danza hasta bien entrado el año 2000, siendo una figura clave en la cultura valenciana y recibiendo a sus 70 años el premio de las Artes Escénicas de la Generalitat Valenciana por toda su trayectoria artística.
Olga Galicia Poliakoff no pudo emular a su madre por el accidente antes mencionado y decidió reciclarse en el mundo de la noche con la apertura de un local, Nou Pernil Dolç, en la calle Juristas de Valencia. Antes del final abrupto provocado por el accidente, Olga Galicia había fundado en el año 1978 la compañía Vaganovos Participó en algunos montajes como Medea o El carnaval de los animales.
En el corto documental de Vizcarra se percibe a una mujer gastada que estaba convencida de que “cuando vas a cámara lenta ves más cosas”. Nunca dejó de mostrarse positiva pero la melancolía le dominaba por completo. Hizo de su bar su gran obra maestra, un lugar de fiesta y excesos al que acudían las personalidades más ilustres de la vanguardia valenciana.
Multitud de pósters, fotografías, lámparas, maniquís, autómatas y demás reliquias pueblan este santuario de la excentricidad. A pesar de la ausencia de su figura clave, el local conserva todavía cierto magnetismo.
Así se define el local en el documental de Vizcarra que es, en sí mismo, una joya historiográfica que se construye a partir de entrevistas, imágenes de archivo, fotografías o ilustraciones.
Sólo dos años separó la muerte de la madre y de la hija: la primera murió en el año 2006 en Valencia con 85 años. Su hija lo hizo en 2008 en Barcelona. Ambos nombres quedarán siempre vinculados a la capital del Turia como dos mujeres precursoras e impulsoras de la danza. Dos artistas que dieron color a la Valencia de toda una época. Conviene que las recordemos siempre.