Una joven generación de mujeres ha descubierto que la lencería más sexy se encuentra en un lugar insospechado: los cajones de ropa interior de sus abuelas. Aquellas bragas altas que lucía Bridget Jones son tendencia y, poco a poco, van ganándole territorio al imbatible tanga
VALÈNCIA. Algo está cambiando en el mundo de la lencería. La hipersexualización de la ropa interior y el deseo de maximizar las curvas femeninas -levantar, juntar, aumentar- de la última década, está dando paso a un nuevo concepto de ropa interior centrada en la calidad, comodidad y respeto de la figura femenina. Cada vez son más las mujeres jóvenes que al entrar en la sección de ropa interior miran con desdén los tangas casi invisibles para buscar las llamadas “bragas de abuela”, anchas y altas, sin encajes ni transparencias y, sobre todo, sin dejar marcas en la piel. Son muchas las mujeres que han descubierto que la lencería que más les gusta y con la que más sexys se sienten es la misma que guardan sus madres y abuelas en el cajón de la ropa interior. Aquellas bragas enormes con las que Bridget Jones sorprendía a su cita son tendencia y, poco a poco, van ganándole terreno al, hasta ahora, imbatible tanga.
Las cifras hablan por sí solas. Las braguitas tipo bikini han triplicado las ventas a nivel mundial en los últimos cinco años y aunque las tipo tanga y thongs se mantienen como número 1 en el mercado, han visto descender sus ventas. No sólo eso, la demanda de los modelos de cintura más alta, anchos y en colores neutros ha aumentado considerablemente, sobre todo en Estados Unidos y el norte de Europa. Este cambio en el mercado está motivado por varios factores. La lencería “menos sexual” se considera ahora sinónimo de juventud, frescura y mayor libertad entre las consumidoras. Además, los nuevos avances en cuestión de tejidos han logrado que los modelos bikini y más altos sean más confortables y se evite la aparición de marcas, uno de los motivos que catapultó el éxito del tanga.
Aquellos que piensen que la ropa interior con más tela es la menos sexy están muy equivocados. Las braguitas bikini y de talle alto pueden ser completamente sexy porque eso solamente depende de que una misma se sienta sexy llevándolas y esto tiene mucho que ver con sentirse cómoda y es justo eso, la comodidad, el punto fuerte de este tipo de ropa interior. Para una nueva generación de mujeres que tienen como iconos tanto a Beyoncé como a Lena Dunham, la sensualidad femenina se maneja para el propio placer y bienestar.
La mayoría de mujeres al comprar ropa interior busca prendas cómodas para el día a día con la que se sienten bien y favorecidas. La moda está cambiando y la tendencia va hacia las prendas básicas, de calidad y que nos aporten la mayor comodidad posible y se adapten a distintos estilos. La moda interior sigue también el mismo camino apostando por los básicos y nuevos tejidos cada vez más confortables. Son muchas las firmas de ropa interior que han encontrado un filón de negocio con este tipo de prendas siendo Internet y las redes sociales el mejor lugar para darse a conocer, entre ellas destacan marcas internacionales como Land of Women, Baserange, Breakfast Club Paris, Nubian Skin o Under the Root. También las grandes cadenas de ropa interior apuestan cada vez más por esta tendencia incluyendo modelos de este tipo entre sus colecciones.
“Mírame a los ojos... he dicho a los ojos”, era el reclamo de Wonderbra acompañado de una fotografía del generoso escote de Eva Herzigova. Es solo un ejemplo que demuestra que durante años la ropa interior se diseñaba para atraer al hombre. Sin embargo, esto está cambiando y cada vez son más las firmas de ropa interior cuyas diseñadoras son mujeres que diseñan para las mujeres. Pensar además que los hombres solamente se sienten atraidos por prendas de encaje y ligueros es bastante erróneo y anticuado. Al igual que la nueva generación de mujeres se siente sexy cuando está cómoda con lo que lleva, la nueva generación de hombres encuentra atractivo la naturalidad y lo auténtico. Da igual que sea una braguita de algodón. Seducir no es el objetivo de las nuevas marcas de lencería pero sí es un efecto secundario de sus prendas bastante frecuente.