VALENCIA. El presidente de la Generalitat y secretario general del PSPV, Ximo Puig, ha atravesado un mes convulso debido, principalmente, a los problemas que arrastran las siglas que defiende. Unos conflictos -más orgánicos que políticos- que han desembocado en una crisis del PSOE que ha concluido con una abstención no unánime en el Congreso de los Diputados que permite a Mariano Rajoy renovar su puesto como presidente del Gobierno.
El papel activo del máximo responsable de los socialistas valencianos en los hechos acaecidos en la formación del puño y la rosa ya está teniendo -y tendrá- consecuencias respecto a su liderazgo. Bien es cierto que Puig se ha situado en el bando ganador de la batalla orgánica: un posicionamiento que, al menos momentáneamente, le permite tener cubiertas las espaldas en Ferraz.
Su alianza con la poderosa federación andaluza, es sin duda un valor nada desdeñable de cara a las probables cuitas que tengan lugar en los congresos que se avecinan. Un respaldo que Puig se ha ganado con decisiones tan complicadas como presentar la dimisión en primera persona de la ejecutiva federal para forzar la salida de Pedro Sánchez y para después votar a favor de la abstención en el Comité Federal del PSOE.
Ahora bien, está por ver si el perfil nacional en el que tanto ahínco había puesto el presidente de la Generalitat en los últimos meses ha salido reforzado con esta maniobra. Todo indica una respuesta negativa: la personalidad propia que Puig había desarrollado en varios de los asuntos de ámbito estatal no coinciden con el posicionamiento interno que ha desarrollado en el PSOE.
Así, el jefe del Consell ha sido el líder autonómico que, en uno de los momentos más tensos en la relación entre Cataluña y el Gobierno central, ha celebrado dos encuentros públicos con el presidente de la Generalitat catalana, Carles Puigdemont, con el objetivo de tender puentes. Por otro lado, Puig ha abierto debates que también han tenido cierta resonancia en Madrid como su rifirrafe con la popular Cristina Cifuentes, presidenta de esa comunidad, tras las acusaciones del dirigente socialista del 'dumping' fiscal del que se benefician en la capital de España. En esta línea, el responsable autonómico valenciano también ha puesto sobre la mesa públicamente las desigualdades existentes entre españoles haciendo referencia al cupo vasco y navarro.
En el ámbito orgánico, el líder valenciano también fue noticia cuando propuso que el PSPV pudiera conformar una Entesa para el Senado en alianza con Compromís y Podemos. Una iniciativa que fue 'tumbada' por la dirección federal encabezada por Pedro Sánchez pero que, durante algunos días, fue asunto de repercusión nacional.
No han sido las únicas actuaciones a través de las que Puig ha llamado la atención en Madrid. Sus minicumbres con diferentes líderes regionales han ido acompañadas de la reiterada petición a Mariano Rajoy de abordar una conferencia de presidentes autonómicos, un encuentro que precisamente el dirigente del PP se comprometió a convocar en su discurso de investidura del pasado jueves. No contento con ello, el presidente de la Generalitat ha solicitado que en ese encuentro se aborde la posibilidad de que el Estado asuma la deuda de todas las CCAA.
Unas iniciativas que evidencian el esfuerzo del presidente dirigido a construir un perfil propio potente con repercusión en la capital de España. No obstante, este cuidadoso y escalado proceso para incrementar el peso del máximo representante de los valencianos en Madrid choca precisamente con su implicación en la caída de Sánchez y su respaldo a la abstención para que Rajoy gobierne de nuevo.
De hecho, precisamente los más activos a la hora de enrocarse en el 'no' al líder popular con el objetivo de explorar otra vía de gobierno -ciertamente casi imposible- o enfrentarse en su defecto a unas terceras elecciones han sido los socialistas catalanes y baleares. Dos estructuras tradicionalmente próximas al PSPV, sobre todo en el modelo federal que Puig defiende, y con quienes el líder valenciano había celebrado encuentros en el último año.
Así, el viraje del presidente de la Generalitat hacia la abstención debilita su alianza con los líderes socialistas de estos territorios y le dificulta, al menos de momento, convertirse en un referente mediático como uno de los presidentes autonómicos de mayor peso posicionados en el 'no' a Rajoy, un escaparate atractivo para destacar las reivindicaciones valencianas.
De la misma manera, la abstención a favor de Mariano Rajoy también ahoga en cierta medida el discurso beligerante hacia Madrid en materia de las citadas exigencias en beneficio de Compromís, además de pasarle factura en la política autonómica frente al PP de la Comunitat Valenciana. Una circunstancia que también pesa de cara al circuito estatal, donde Puig apunta a tener dificultades para destacar en los próximos meses.
La magistrada apunta a irregularidades administrativas y al desequilibrio en la distribución del dinero, pero no aprecia ilícito penal