VALÈNCIA. En las postrimerías de la XX edición de los Premios Max, un nombre ganador cambió el ánimo del equipo local; era el de María Cárdenas, flamante vencedora del premio a la Mejor Autoría Revelación. La gala, hasta entonces, se celebraba en el Palau de les Arts tras dos horas de alfombra roja y flashes y con la retransmisión para toda España del asunto a través de La2 de TVE. Bajo la dirección del comediant Joan Font, con la conducción de Ana Morgade y los entreactos de los valencianos Noèlia Pérez y Josep Zapater, la velada avanzaba hasta sonar ese nombre con los dos primeros premios de sabor local: al Mejor Espectáculo de Calle, para Maduixa Teatre, y a la Mejor Dirección, para Carme Portaceli.
Se habían escapado las sólidas oportunidades de sumar manzanitas con la tercera nominación de Chema Cardeña, esta vez con su papel de reparto en Shakespeare en Berlín, o con A España no la va a conocer ni la madre que la parió, obra de Wichita Co. con una gira y tres estancias a sus espaldas: dos en València y otra en Madrid. La familia de talentos en torno a Víctor Sánchez no pudo cantar victoria junto al autor revelación -precisamente- del pasado año. Pero tras un buen número de galardones entregados, entonces, de repente, el nombre de Cárdenas se impuso a los de Antonio Lozano González (Los malditos) y Heidi Steinhardt (El trompo metálico).
La dramaturga (y fotógrafa y publicista) cristalizaba así el año más dulce de La Teta Calva, esa compañía fundada por ella misma y Xavo Giménez hace poco más de tres años. Una empresa nacida a partir de un texto de la ahora Premio Max que transita la experiencia en primera persona de la autora a través del cáncer y que, ahora, tras un segundo asalto de la enfermedad que Cárdenas ha vuelto a vencer, ha sido capaz de sacar lo mejor de ella hasta Sindrhomo, la obra por la que ha conseguido el reconocimiento: "la escribí en la cama del hospital, por eso para mí este premio es tan especial". Cárdenas lo comentó en la sala de prensa con suma tranquilidad, tras haber comparecido minutos antes frente a las cámaras en el discurso de agradecimiento más ágil y con mejor ritmo de toda la noche.
Media hora más tarde, nada más terminar la gala, las emociones estaban a flor de piel. Las de Giménez especialmente; pareja y compañero de viaje de Cárdenas en obras como Penev (Premio a mejor espectáculo de la Feria de Teatro de Huesca, nominado al Max como espectáculo revelación), Llopis, Adéu, encara (Premio Ciutat d'Alcoi), o la genial Las Aventuras de T.Sawyer, entre otras. El reconocimiento autoral a Cárdenas por Sindrhomo parecía culminar este frenético viaje de madurez que La Teta Calva ha culminado. Un premio revelación a una autora (argentina, afincada en València desde 1999) en una gala dedicada a las mujeres autoras.
Y es que el premio de Cárdenas sabía al premio de muchos. La emoción en torno a su propia superación personal a través del teatro cambió el ánimo y el gesto de muchos autores e intérpretes valencianos. El premio a Sindrhomo era también el premio a su estreno en la Sala Ultramar, cantera sin parangón de lo mejor que sucede en el teatro valenciano. El premio a Sindrhomo era el reconocimiento a los festivales de creación en los que Cárdenas ha experimentado y crecido, como Russafa Escènica o Cabanyal Íntim, donde ha aportado tanto y ha recibido parte de su impronta. El premio a Sindrhomo era un premio al trabajo sobre el escenario en esta obra de Merce Tienda (Premio APPV), Manuel Valls y Leo di Bari. El premio de Cárdenas se repartía en las influencias de la dramaturga en su larga estancia en València, desde su admirado Paco Zarzoso a Xavi Pucades y, por supuesto, al trabajo compartido con Xavo Giménez. La alegría en torno al reconocimiento no pudo ser mayor y ella fue la primera en transmitirlo y celebrarlo. Era su noche: la noche de María Cárdenas.