EL CABECICUBO: REALITIES, DOCUS, SERIES Y... TV

La ficción en televisión soporta el fascismo, pero no la pseudohistoria

La polémica miniserie sobre Serrano Súñer recrea momentos históricos de forma muy poco inocente

26/11/2016 - 

Imaginemos por un momento un escenario de ciencia ficción. Algo absolutamente improbable, un chaval escucha lo que tengan que decirle los mayores que le rodean. Fantaseemos con que le recomiendan que vea menos la televisión y abra un jodido libro y el chico, como si nos halláramos en una dimensión desconocida de un universo paralelo, hace caso.

Entonces esta inocente criatura se dirige a su Carrefour más cercano, puesto que pocas librerías quedan en los barrios y para la biblioteca más cercana tiene que coger dos autobuses. En la gran superficie el joven se dirige a la sección de libros, que ocupa más de cien metros cuadrados, y se dispone a cambiar su vida. A alimentar su cerebro con algo distinto a lo que ve en la televisión. Loable propósito ¿Pero qué se encuentra?

Uno por uno, en hilera: libros de Jorge Javier Vázquez, presentador de Telecinco, Nuria Roca, presentadora de Cuatro y La Sexta, Raquel Sánchez Silva, presentadora de #0 en Movistar TV, de Sandra Barneda, presentadora de Telecinco, Maxim Huerta, presentador de TVE, Carmen Alcayde, presentadora de Telecinco, Christian Gálvez, Mar Torres, Belén Esteban... Sí, la tele está intentando conquistar los estantes de las librerías.

Dentro de este fenómeno de presentadores de televisión que prueban suerte como novelistas quizá la carrera más sólida haya sido la de Nieves Herrero, que empezó en 2001 y ahora ha conseguido el más difícil todavía: su novela 'Lo que escondían sus ojos' ha sido adaptada para una mini serie, es decir, ha vuelto a la televisión, de donde procede su autora.

El protagonista de esta historia es Ramón Serrano Suñer, ministro de Asuntos Exteriores de Franco, y no es un ministro cualquiera. Es el ministro que se puso, junto a otros nombramientos clave, en la época en que los fascismos mandaban en Europa, se vinieron arriba y empezaron a conquistar países. Fue el ministro encargado de venderle a los alemanes que nosotros éramos unos fascistas de primera y que merecía la pena tenernos en cuenta. En esa dirección fueron encaminadas todas sus decisiones constatables.

Pero la serie de lo que trata es de contar un romance de época, con adulterio, basado en hechos reales de esos que superan a la ficción. Carmen Díez de Rivera fue el fruto de ese amor, hija ilegítima. Su nombre merece la pena tenerse en cuenta en nuestra Historia. Fue la primera mujer directora de un gabinete de gobierno, el de Adolfo Suárez. Tras su paso por la UCD, yel CDS, aterrizó luego en el PSOE, con el que llegó a ser diputada del Parlamento Europeo entre 1989 y 1999.

Cuando se habla de la Transición con cualquiera que realmente esté interesado en ella suele salir a colación su biografía, la de "la secretaria de Suárez". Hija ilegítima de Serrano Súñer, cuando fue a casarse descubrió que su prometido era su hermano. No sabía que el tío al que llamaba "el tío Ramón" era su padre. Un 28 de diciembre ¡ni más ni menos! de 1959, su tía y madrina la invitó a merendar a su casa y, acompañada de un dominico, le informaron de que no podía casarse con su prometido porque ambos eran hijos del "tío Ramón". En una entrevista posterior, declaró que no juzgaba el amor de sus verdaderos padres, pero sí que no la hubieran avisado. En Documentos RNE se contó muy bien la historia con fuentes primarias. La madre hizo la vista gorda mientras veía que ese amor crecía e iba dando pasos. No dijo nada.

A partir de ahí su vida dio giro. Primero se metió en un convento de clausura de carmelitas descalzas en Ávila, aguantó cuatro meses, luego viajó a África, se hizo una rebelde, sufrió depresiones, y al final terminó entre la elite política española en momentos críticos del país generando rumores de todo tipo no solo con su jefe, Suárez, sino también con el jefe del estado, Juan Carlos.

Como historia, es un historión de mucho cuidado, qué duda cabe, y de hecho las primeras escenas de esta miniserie comienzan con ella ingresando en el convento echando pestes sobre su madre. Interés, para los que conocen de que va, tiene. Merecía la pena rodarlo, siempre y cuando se obtuviera el respeto de sus familiares, como parece que no ha sucedido, pero esa es otra historia.

Para llegar a este punto hay que empezar a contarlo todo desde el principio y por eso es inevitable mostrar cómo Serrano Súñer se enamoró de María Sonsoles de Icaza y de León en las altas esferas de la España fascista con todas las letras, la que ansiaba homologarse a la Italia de Mussolini y el III Reich de Hitler. Luego, como es sabido, pasamos a ser una "democracia orgánica" solo interesada en la defensa de la fe católica en el mundo. Dejamos de ser, en rigor, puramente fascistas para ser solo una dictadura.

Es en este punto donde la miniserie toca la sensibilidad de los españoles. Lamentablemente, en España no hay consenso histórico oficial sobre la Guerra Civil y el régimen de Franco. Tan solo sobre el 18 de julio, que fue condenado por unanimidad en el parlamento rechazando la violencia como método "para imponer convicciones políticas y establecer regímenes totalitarios contrarios a la libertad y a la dignidad de todos los ciudadanos".

Hasta ahí hemos llegado, hasta 2002, porque cuando luego hubo que cumplir con el texto de la Proposición no de ley, del que salió la Ley de Memoria Histórica, ya no hubo consenso. No lo hay ni para reparar a las víctimas, ni mucho menos para establecer un relato histórico que enseñar a las siguientes generaciones.

Por eso, a la hora de retratar esa época de intrigas políticas e inventarse unos diálogos que nunca han quedado registrados, ni una sola coma es inocente. De hecho, no es solo sospechoso y digno de escrutinio lo que se muestra, también lo es lo que no se muestra, porque, como escribió Carlos Hernández,no se puede contrastar lo que se ve con una Historia aceptada por todos.

De esta manera, la primera aparición de los nazis, exigiendo a Serrano Súñer la entrada de España en la II Guerra Mundial como pago por la asistencia prestada por Hitler, es una distorsión importante. La participación de la España franquista en el conflicto fue una negociación muy compleja y sujeta a múltiples factores. En perspectiva, es sabido que a Hitler no le interesó la implicación española y que, en cuanto la guerra se complicó para Alemania, a España lo que le interesó fue explotar en su favor su calidad de neutral.

En esta serie, lo que se deduce es que en otoño del 40 los nazis presionaban al caudillo para que se uniera a la lucha cuanto antes y que Franco se resistía. Esta presión existió, pero después de la entrada de Estados Unidos en la guerra, poco antes del cese de Serrano Súñer. ¿Es un mensaje inocente fruto de episodio de la Historia llevado a la ficción? No, es la propaganda que han divulgado durante años los historiadores franquistas. "El rollo que tú te traes, lo venden en la botica", que cantaba el Gato Pérez.

Veremos cómo evoluciona esta visión de la dictadura basada en una novela de Nieves Herrero con la que Telecinco ha tenido a bien marcarse tres millones trescientos mil espectadores. En el libro, esa vertiente de la propaganda franquista es desvergonzadamente palmaria. La serie, por lo pronto, también ha dejado muy buenos gags de humor, como cuando Serrano, responsable de establecer y firmar todos los acuerdos de colaboración con la Gestapo, de retirar la nacionalidad y calificar como "apátridas" a los exiliados españoles y de solicitar la captura de su puño y letra de republicanos como Julián de Zugazagoitia y Lluís Companys, aparezca en la serie rogándole a Franco que no los fusile. Durante muchos años los madrileños nos hemos cruzado con Serrano Súñer en el Parque del Retiro dando agradables paseos sin pasar por la experiencia de sentarse en un tribunal a responsabilizarse por sus decisiones. Los miles de compatriotas que envío a campos de exterminio y héroes como los anteriormente citados, de asistir a la escena de la miniserie, no lo duden, lo primero que hubieran hecho sería descojonarse.

No es necesario, como parecía que pretendían algunos tuiteros, mostrar a Serrano Súñer torturando gatitos para subrayar su responsabilidad en crímenes políticos infames, pero la Historia hay que respetarla, que solo hay una y, a día de hoy, demasiados pseudohistoriadores.