CASTELLÓ. La cultura está en los libros, en la música, en el teatro, en el cine...pero, ¿qué sabemos realmente de todas esas personas que intervienen en su proceso creativo y en su posterior desarrollo? Durante estas semanas, con la debacle causada por el coronavirus, el sector cultural se ha preguntado más que nunca si es realmente una industria y si se la reconoce como tal. "Desde nuestras casas, contemplamos con estupor la repentina desaparición de la precariedad que nos acogía. ¡Zas! Básicamente, nos quedamos más en bolas de lo que estábamos. Adiós, agenda. Hola, vacío. Y es entonces, con la angustia que supone quedarse sin ni siquiera aquellas estrecheces, cuando nos vinieron todas las preguntas a la vez. ¿Qué nos condujo hasta aquella precariedad de la que vivíamos antes del coronavirus? ¿Cómo es que sabemos tan poco de quienes intervienen en su proceso? ¿Cómo es que nos dejamos segmentar? ¿Acaso no seríamos más fuertes si nos uniéramos todas las personas que trabajamos en la obra cultural?".
La respuesta fue sí y por eso se formó el movimiento 'La Otra C'. Una plataforma con la que se pretenden crear pequeñas campañas que ayuden a visibilizar la totalidad del sector. "Hay varias fallas en la cultura y una de las más importantes es que no se entiende la amplitud de profesiones que hay detrás de ella. No solo es una cuestión de creadores o de actores y actrices, también hay un montón de técnicos detrás o la persona que está en taquilla o en comunicación. También ellos se han visto afectados por la crisis y sin embargo parece que no existan. Si esto no se corrige es imposible que las instituciones o la sociedad comprendan la gran catástrofe que ha supuesto la crisis sanitaria", asegura a Castellón Plaza Patricia Barrachina, quien forma parte de un equipo anónimo de personas que han querido encender la mecha para que se empiece a "dignificar" el total del tejido cultural.
'La Otra C' vendría a ser pues como la otra "cara" de la cultura, una dimensión que ni siquiera conocen en muchas ocasiones los mismos trabajadores que forman parte de ella. De ahí que el punto pedagógico y de sensabilización que amaga esta iniciativa no vaya dirigido únicamente a la sociedad, sino también a la propia industria. Es, como defienden sus impulsores, un trabajo que ha de armarse desde bien dentro para que de puertas hacia afuera se perciba la unión y colectividad que se busca. Su primera campaña, 'Quién soy. Qué hago', habla muy bien de esto.
El mecanismo es sencillo. 'La Otra C' propone a cualquier persona que esté involucrada directa o indirectamente con el sector contar en qué consiste su labor y para qué sirve. "Queremos saber quién eres, tu nombre y el nombre de tu profesión. También puedes contarnos qué te está pasando, de qué situaciones vienes y a dónde sientes que vas". El propósito es poder dar a conocer todas las profesiones implicadas en la creación y distribución de los productos artístico-culturales, sea cual sea su tarea. "Rosalía hace cultura, te guste o no. Pero ella no sería quien es sin una persona que, por ejemplo, le ponga las uñas. Y esa persona también forma parte del tejido. Nos hemos acostumbrado a hablar de la cultura como si fuera algo romántico que nos alimenta el alma. Y claro que lo es, pero también hay personas detrás de ella con un techo que pagar", afirma Barrachina.
A partir de aquí, todo el que quiera participar ha de elaborar sus piezas (vídeo personal, selfie, viñeta, animación, fotografía, ilustración, marionetas...) y compartirlas en Internet junto al hashtag de #laOtraC. Entonces la plataforma las reposteará para hacerlas llegar a cuantas personas sea posible. "La ambición es visibilizar cómo la cultura está más presente en nuestras vidas de lo que pensamos. Nos rodea y a veces no reparamos en ello. También está en los carteles del metro, la señal en la ventana del autobús, los GIF's... Pero esto no depende solo de nosotros. No queremos abanderar las voces de nadie, ya que cada uno tiene la suya. El engranaje cultural es mucho mayor de lo que pensamos y todos hemos de ayudar a mostrarlo".
Una vez esto empiece a conseguirse, el sector podrá hacer frente también a otras brechas que le acompañan desde prácticamente siempre. "Durante el confinamiento el sector cultural está siendo muy generoso y empático compartiendo contenidos online. Aunque eso no quiere decir que lo que se comparta no tenga un coste, ni que deba ser gratis. Ni ahora, ni después". Es por eso que el objetivo de 'La Otra C' también pasa porque, tras conocerse los rostros de quienes hacen realidad la cultura, se empiece a cuestionar el hecho de que su producto/ su trabajo deba ser gratuito. "A todo el mundo nos gusta lo gratis. Sin embargo, eso conlleva un abaratamiento de costes que acaba pagando el/la profesional que hay detrás", inciden los profesionales que dejan bien claro en su manifiesto: "Trabajar en tu pasión no debería ser castigado con el descrédito".