VALÈNCIA. El presidente del PP, Pablo Casado, volvió a demostrar que no le tiembla el pulso a la hora de tomar decisiones delicadas en el ámbito orgánico. El líder de los populares descabalgó este domingo al cabeza de lista y exministro Alfonso Alonso a mes y medio de las elecciones vascas. Un golpe de mano al que le siguió el anuncio del relevo inmediato: Carlos Iturgáiz tendrá la complicada misión de sacar brillo a la alianza con Ciudadanos para estos comicios.
Al margen del terremoto causado por la decisión de Génova en territorio vasco, que concluyó este lunes con la dimisión de Alonso como presidente del partido, la maniobra adoptada por Casado y su 'número dos', Teodoro García, también puede tomarse como un aviso a navegantes que puede extrapolarse a otros territorios como la Comunitat Valenciana.
La presidenta del PPCV, Isabel Bonig, al igual que a Alfonso Alonso, ha puesto distancia con Vox además de mostrarse distante con la estrategia de la dirección nacional de buscar alianzas con Ciudadanos a gran escala. Sobre esto, la líder valenciana ha insistido públicamente en que esta idea en determinados territorios como el País Vasco o Cataluña pueden tener sentido pero no en la Comunitat. No obstante, otros referentes 'casadistas' como el presidente de la Diputación de Alicante, Carlos Mazón, han evidenciado su sintonía con esta posibilidad: "Esto llegará a la Comunitat antes o después porque se está pidiendo", manifestaba este mismo lunes.
Más allá de este conflicto cuya concreción, en realidad, queda alejada porque las elecciones valencianas no se celebrarán a priori hasta 2023, tampoco conviene olvidar que el relevado Alfonso Alonso respaldó en su día a la rival de Casado en las primarias, Soraya Sáenz de Santamaría, algo que también hizo todo el entorno más próximo a Bonig aunque ella no se decantara públicamente.
Sobre esto, para algunas fuentes populares, existen paralelismos entre los perfiles del dirigente vasco y la castellonense, al considerar que dentro de la lealtad aplicada tras la victoria de Casado en las primarias, sí han mantenido en ocasiones una posición propia que no siempre ha coincidido con lo dictado por Génova. Más allá de estas interpretaciones, lo que resulta evidente, tal y como se ha demostrado en varios casos, es que la cúpula nacional no se anda con demasiadas contemplaciones a la hora de fulminar, si así lo han considerado oportuno, a dirigentes de peso dentro de la formación popular.
No obstante, también lo advertían responsables valencianos del partido este lunes, la medida adoptada por Casado este domingo es un arma de doble filo. Si la apuesta por sumar fuerzas con Ciudadanos en el País Vasco arroja un buen resultado electoral, permitirá al líder del PP sacar pecho y justificar el volantazo dado a un mes y medio de los comicios en Euskadi. De no ser así, el presidente popular habrá cargado de razones a los detractores de una maniobra tan extrema casi con los carteles electorales colgados, lo que probablemente tenga como consecuencia que Casado deba levantar el pie del acelerador.
Un supuesto este último que, además, tiene la otra cara de la moneda en Galicia, donde el presidente y candidato Alberto Núñez Feijóo ha rechazado un pacto con la formación naranja, a sabiendas que tiene posibilidades de reeditar en solitario su mayoría absoluta. Si esto se produce y se conjuga con un mal resultado en el País Vasco, Casado atravesará una situación delicada.