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La FED y el despliegue de (casi) toda su artillería pesada contra el virus

"Tendremos que reservarnos la metáfora del botón rojo del arsenal nuclear para su siguiente movimiento", advierte el analista tras la decisión de la Reserva Federal

24/03/2020 - 

MADRID. Si la pasada semana decíamos que el Banco Central Europeo (BCE) y la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos habían sacado sus bazucas, tras el nuevo movimiento anunciado ayer lunes, podemos decir que la autoridad monetaria estadounidense ya ha dado orden de desplegar sus portaviones, tanques, fragatas, cazas de combate, misiles intercontinentales y cualquier artefacto capaz de disparar. Tendremos que reservarnos la metáfora del botón rojo del arsenal nuclear para su siguiente movimiento, aunque poco margen le queda ya a la entidad del que disponer, tras el comunicado lanzado hoy antes de la apertura del mercado estadounidense.

Reunido con carácter de urgencia por tercera vez en los últimos 20 días, el banco central del Tío Sam ya tenía los tipos de interés en una horquilla de entre el 0,0% y el 0,25% -una medida adoptada en la última crisis para evitar a toda costa el mensaje de ‘dinero gratis- y un nuevo QE sobre la mesa de 700.000 millones de dólares. Ahora, el banco central estadounidense ha anunciado que ampliará dicho programa de compra de bonos para pasar a adquirir ahora “las cantidades que sean necesarias”, además de ampliar el número de activos que pueden ser susceptibles de ser adquiridos por la Fed.

Además, la Reserva Federal ha anunciado otra línea de financiación para empresas y consumidores dotada con otros 300.000 millones de dólares adicionales, además de habilitar los mecanismos para adquirir deuda corporativa y “facilitar así el crédito a los grandes empleadores”. Lo más novedoso de estos mecanismos es que, además de comprar deuda de empresas en los mercados secundario, la entidad acudirá también a comprar las emisiones primarias, lo que permitirá a algunas empresas ponerse a imprimir obligaciones y colocarlas directamente al banco central.

Un BCE muy dubitativo

De igual modo, el propio Banco Central Europeo (BCE), muy dubitativo en un primer momento a la hora de adoptar medidas, acabó también por doblar la rodilla en su última reunión de urgencia y, además, de anunciar un QE de 750.000 millones de euros, e informó que procedía a incluir más activos dentro de su menú de compra. De este modo, los grandes bancos vuelven a recuperar la unidad de acción y de discurso y vuelve a rezar aquella plegaria del “todo lo que sea necesario” que el por entonces patrón del BCE, Mario Draghi, aseguró en los momentos de mayores dificultades para el euro.

Además, como esta nueva crisis ha llegado en un momento en el que muchas de las grandes economías seguían dependiendo de las medidas no convencionales promulgadas para hacer frente a la anterior -tipos bajos, QE y reinversiones de lo generado por los QE-, la potencia de fuego que tienen que utilizar los bancos centrales es cada vez mayor.

Mario Draghi
Así las cosas, ‘del todo que sea necesario’, las autoridades emisoras han evolucionado hasta posicionarse más en un ‘todo lo que puedan comprar’, en un esfuerzo para seguir transmitiendo al mercado y a los inversores de que los bancos centrales impedirán que se produzca una caída del sistema. Mientras tanto, los responsables de la política monetaria siguen agarrándose a la fórmula mágica acuñada en su momento por Super Mario, como un bálsamo que tranquiliza a los mercados.

Ayer por la mañana, el Gobernador del Banco de Italia y miembro del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE), Ignazio Visco, ha vuelto a repetir el 'whatever it takes' (‘del todo que sea necesario’) en su última compreciencia y estas tres mismas palabras fueron empleadas también a lo largo del día por su colega Bostjan Vasle, del Banco de Eslovenia, al tiempo que el Banco de la Reserva de Nueva Zelanda (RBNZ) y el Banco de Israel (BoI) también anuncian sus programas de compras de bonos.

Respuesta fría de los mercados

Sin embargo, la respuesta del mercado está siendo bastante fría y los avances en la Bolsa de Nueva York apenas han durado unas horas. Los mensajes que sonaban contundentes en 2008 y 2012 no lo son tanto ahora, desgatados por el uso repetitivo y la menor convicción de quienes los lanzan. Además, el mercado comienza a temerse también que las recetas que se utilizaron para una situación como la última gran crisis financieras puedan no ser las necesarias ahora para atajar una recesión que tiene un origen diferente a la anterior.

Las medidas no convencionales se han convertido en convencionales y, aunque ayuden a contener las caídas y en largo plazo tendrán su efecto en el mercado, a corto plazo, su lanzamiento no supone ningún shock para los inversores ni logra evitar el humor de los inversores.

Aitor Méndez es analista de IG

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