VALÈNCIA. Cada vez queda menos para que se levante el estado de alarma en España, que el Gobierno decretó hace tres meses para tratar de evitar nuevos contagios por coronavirus. Y a lo largo de este tiempo Valencia Plaza ha contactado con una quincena de expertos financieros para que contaran a los lectores cómo han ido viviendo este tiempo de confinamiento.
En esta ocasión el invitado es Juan Miguel Damià, socio director en la sociedad de valores Tressis, que amablemente atendió la llamada de este diario para explicar no solo cómo ha llevado este periodo de 'encierro obligado' sino también ofreciendo su visión sobre los mercados financieros y la recuperación económica, entre otros aspectos.
-¿Qué tal está llevando estos meses de confinamiento?
-Pues aunque al final se ha hecho largo, por suerte en mi entorno no he tenido que lamentar problemas a nivel de salud; y en general lo he llevado bastante mejor de lo que esperaba. Hemos aprovechado para estar en familia, ver poca tele (salvo series y películas) y hacer cosas juntos que el ritmo normal de vida no te permiten tanto. Hemos pasado bastante tiempo cocinando cosas que normalmente compraríamos; pero con una niña pequeña sobre todo hemos hecho muchas manualidades y juegos de mesa (sonríe).
-¿Cómo se organiza para seguir al pie del cañón?
-No he variado demasiado mis horarios, intentando ser todo lo productivo posible cuando no tenía distracciones y ahora viviendo en primera persona lo compleja que es la conciliación. Podría decirse que vivo pegado a mi hija desde hace tres meses. Con el teléfono y el portátil podría trabajar prácticamente desde cualquier sitio, y eso es una ventaja en la situación actual gracias a nuestra plataforma y al magnífico equipo de tecnología e infraestructura que tenemos. Mientras no se podía salir ha sido fundamental hacer ejercicio, hacer bici en casa me ayudaba a evadirme un rato al día y mantener la condición física. Ahora ya he vuelto al asfalto y la montaña.
-¿Cómo está respondiendo Tressis SV ante la crisis sanitaria?
-Con mucha responsabilidad. El mensaje de José Miguel Maté, nuestro consejero delegado, fue muy claro desde el principio: salud, conciliación y negocio, en ese orden. Hemos tomado todas las medidas sanitarias recomendadas aunque hemos priorizado el contacto con los clientes de forma no presencial, y ellos también lo han agradecido porque no hemos dejado de hacer ninguna operación ni trámite en todo este tiempo. Hemos estado operativos en todo momento y, lo que es más importante, nos han sentido cerca a pesar de la distancia.
-¿Recibe muchas llamadas estos días de clientes ante las sacudidas en los mercados y qué les trasladan?
-Al principio sí porque había clientes que estaban nerviosos ante las caídas tan verticales de los mercados. Con el paso de los días, nuestras recomendaciones y la evolución de los propios mercados han equilibrado más sus emociones; mientras en los casos en que no estaban cómodos con la situación se ha redefinido el perfil de riesgo para mejorar el umbral de sueño... pero han sido muy pocos.
-¿Cómo ve las carteras de sus clientes?
-Las vemos como parte de un todo, que sería su planificación patrimonial, y salvo que nos marquen horizontes temporales cortos entendemos que invierten a medio o largo plazo. El cliente quiere rentabilidad en todos los plazos -como es lógico y normal-, pero visualizando el camino entero se entiende mejor que hay que tener una disciplina, y que para llegar a esos objetivos no podemos dejarnos llevar por las emociones continuamente. Transmitir calma y hacer ver que, aunque haya desviaciones temporales el camino marcado sigue intacto, es una parte importante de nuestro trabajo.
-¿Qué recomendaciones les da?
-No somos futurólogos y la experiencia nos dice que en situaciones extremas como la que estamos viviendo intentar hacer market timing suele ser una decisión errónea. A pesar de lo excepcional de las caídas, teníamos confianza en los activos en los que estábamos invertidos; además nuestro equipo de Inversiones los vigilaba de forma más exhaustiva si cabe, y desde perspectivas que cobraban más importancia en esos momentos como, por ejemplo, el porcentaje de cartera que un fondo podía hacer líquido en un solo día. Con pequeños cambios, nuestras carteras han permanecido bastante estables en su composición durante este tránsito, con muy buen comportamiento.
-¿Dónde se van a frenar los descensos en bolsa tras las medidas adoptadas por los grandes bancos centrales?
-Si hemos tocado suelo o no es difícil de pronosticar, aunque es cierto que las medidas de los bancos centrales han apaciguado gran parte de los temores iniciales. Temores en forma de en qué situación iban a quedar las economías tras el paso de la pandemia y qué recursos iban a tener para recuperarse, y el cómo se reducirá toda esa deuda que se va a crear queda para otra ocasión. Los mercados han recuperado con fuerza durante los últimos dos meses, pero hay que esperar a ver los datos macroeconómicos que vayan saliendo del segundo trimestre para hacerse una composición más clara. Nosotros no compartimos la euforia de estas últimas semanas y hemos reducido ligeramente la exposición a riesgo.
-¿Atisba una fuerte recuperación económica una vez pase el 'efecto coronavirus'?
-Pues la fortaleza de esa recuperación irá en función de la estructura de cada economía, de lo abierta que sea, de la flexibilidad de su mercado laboral, entre otras cosas, aunque en general no parece que vaya a ser tan rápida como inicialmente se predecía. También si hay nuevos rebrotes o no, si tenemos vacuna antes o después.., todo ello afectará al ritmo que se puede seguir con la reapertura de las economías e influirá en el daño infligido y la duración para recuperarse.
-Por último, ¿nos queda mucho para seguir en esta situación?
-Pues esperemos que no porque lo de 'nueva normalidad' es un concepto que no me gusta demasiado. Desgraciadamente hay demasiada gente que ha perdido a seres queridos o ha estado a punto de hacerlo, así que cuanto antes podamos recuperar cierta estabilidad y rutinas -sin comprometer la salud- será mejor para todos.
En la pandemia el Estado se ha demostrado tan eficaz para limitar derechos como torpe para salvar vidas. La desconfianza hacia ese Estado, que ha dejado morir a miles de compatriotas, nos aboca a algunos simpatizar con el anarquismo en su versión pacífica